El lunes Alba decidió pasar por la librería a ver a Natalia y asegurarse de que su trato seguía en pie. Cuando entró saludó a Mikel que le indició que Natalia estaba en la trastienda. Como él le permitió adentrarse sola, se dirigió a la puerta que ya conocía, en busca De la Morena. Entró sin hacer ruido esperando sorprender a la morena y se la encontró sacando libros de unas cajas. Natalia no parecía haber reparado en la presencia de la rubia.
- ¡Hola! Buenas tardes. - Dijo alba sobresaltando a Natalia.
- Me cago... ¡Qué susto! - Se quejó Natalia mientras alba se reía. - Yo no le veo la gracia.
- ¿No? Yo sí. - Dijo alba entre risas.
- Ja, ja, ja. - Se burló Natalia ya recuperada de su infarto. - ¿Qué haces aquí?
- Asegurarme de que nuestro trato seguía en pie.
- ¡Oh! Por supuesto que sí. - Dijo Natalia . - ¿Ya has empezado? - Le preguntó.
- No, cuando llegué a casa empezaré. ¿Tú?
- No. En cuento llegué a casa lo haré.
- ¡Perfecto! - Exclamó alba. - También he traído merienda. - Dijo sacando las pastas que había comprado antes de ir a la librería.
- ¿Me quieres engordar? ¿No serás la bruja de Hänsel y Gretel? - Preguntó Natalia .
- ¿Tú haciendo una broma? ¿Dónde está Natalia? - Preguntó Alba divertida viendo como la morena se sonrojaba. - ¿Merendamos? - Preguntó entonces para que la chica no se sintiera más incómoda de lo que ya estaba.
Natalia simplemente asintió así que se sentaron en las escaleras que usaban para llegar a los estantes más altos. Unas escaleras que empezaban a ser un sitio habitual para ellas. Alba desenvolvió las pastas que había comprado y las comieron en un cómodo silencio.
- Estaban muy buenas. - Dijo Natalia cuando hubieron terminado.
- Si que lo estaban, compraré más veces allí.
- ¿Dónde las has comprado? - Preguntó la castaña.
- En una panadería viniendo hacia aquí.
- ¿Cuál? - Indagó Natalia.
- Será mi secreto. - Dijo Alba con un tono de misterio.
Natalia la miró con cara de dímelo, pero no fue capaz de sonsacarle nada más a Alba
- ¿Qué tal terminó tu cumpleaños? - Preguntó alba.
- Bien. Los abuelos se quedaron a cenar y después se fueron para poder coger el último tren.
- ¿Dónde viven? - Preguntó alba.
- Desde que mi abuelo le dejó la librería a mi padre viven en Potsdam.
- ¡Ah! No queda lejos. ¿Os veis mucho?
- No tanto como me gustaría. - Dijo Natalia. - ¿Tú ves a tus abuelos?
- Bueno... Mi abuelo materno murió poco después de la Gran Guerra. Mi abuelo paterno murió hace diez años y mi abuela hace dos. Solo me queda mi abuela materna, pero vive en Buckow así que no la veo tanto como me gustaría.
- Vaya. - Dijo Natalia. - Lo siento mucho.
- No pasa nada. Ya hace tiempo que pasó. - Dijo alba encogiéndose de hombros. - ¿Y tus abuelos maternos? - Fue el turno de preguntar de alba.
- Ni idea. - alba la miró interrogante. - En casa no se habla de la familia de mi madre.
- ¿Por qué? - Preguntó Alba con curiosidad.
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Serendipia (Albalia)
Hayran KurguSerendipia: Hallazgo valiosos que se produce de manera accidental o causal. Berlín 1937 Alba es una chica de dieciocho años que está estudiando en una de las escuelas de enfermería que la Cruz Roja tiene en Berlín. Alba proviene de una familia acomo...