Capitulo 40

75 0 0
                                    

El sábado amaneció igual, sin noticias de Natalia. Alba decidió pasar el día en casa por si Natalia finalmente se dignaba a querer hablar con ella. Intentó leer o escribir sus pensamientos en su diario, pero no se podía concentrar en nada. Si al menos sus padres no estuvieran trabajando podría entretenerse con algo.

A media mañana el teléfono sobresaltó a Alba. Se levantó del sofá para cogerlo.

- ¿Sí? – Fue el simple saludo de Alba.

- Alba... - Dijo una voz llorosa.

- ¿Nat? – Preguntó Alba entre sorprendida y angustiada por el llanto que oía al otro lado.

- Albi... - Lloró Natalia.

- ¿Nat? ¿Estás bien? ¿Estás en casa?

- No...

- ¿Nat? ¿Natalia? ¡Mierda! – Exclamó Alba.

Y como venía pasando desde que empezaron los bombardeos sobre Berlín, cuando no era la luz, era el teléfono e incluso a veces el agua, pero siempre había algo que dejaba de funcionar.

Sin cambiarse ni nada, Alba cogió su abrigo y su bolso y salió a la calle con paso apresurado. ¿No estaba bien o no estaba en casa? ¿Y si no estaba en casa estaba en la librería? Se iba preguntando todo el rato Alba. Decidió probar primero en la librería que le quedaba más cerca. Llegó en menos tiempo de lo habitual a la librería y se la encontró abierta pese a que parecía como si estuviera cerrada. Entró y cerró detrás suyo con el pestillo, mejor evitar sustos innecesarios.

- ¿Nat? – Preguntó Alba con sigilo.

No obtuvo respuesta. Decidió dirigirse a la trastienda y al entrar se le rompió el alma.

- ¡Natalia! – Exclamó Alba al encontrarse a la chica sollozando sentada en el suelo, abrazándose las piernas con los brazos, junto al teléfono que estaba descolgado y colgando al lado de la morena. Alba se tiró al suelo frente a la castaña. – Nat ¿Qué pasa cariño? – Dijo Alba intentado que la morena reaccionara.

Alba le acarició el pelo y fue en ese momento en el que la Morena pareció reaccionar.

- Alba... - Sollozó Natalia deshaciendo el abrazo de sus piernas. Alba aprovechó el gesto para atraer a Natalia en un abrazo notando como la morena la abrazaba con fuerza mientras lloraba desconsolada.

Alba le susurraba palabras tranquilizadoras en el oído mientras la mecía y la acariciaba.

- Sssshhh... Estoy aquí. – Le decía Alba arrullándola.

- Mi abuelo... - Dijo finalmente Natalia entre lágrimas.

Alba no necesitó que le dijera nada más. Ese llanto, esa tristeza solo podía significar una cosa. Cambió de posición, sentándose apoyada contra la pared y arrastrando a Natalia entre sus piernas, envolviéndola en un abrazo, dejando que llorara lo que tuviera que llorar. No sabía cuanto rato estuvieron así, pero poco a poco Alba notaba como Natalia se iba tranquilizando en sus brazos.

- Lo siento... - Susurró Natalia.

- ¿Por qué? – Preguntó Alba todavía sin aflojar su agarre sobre la castaña.

- Yo... el otro día...

- No. – La cortó Alba con suavidad. – No vamos a hablar de eso ahora.

- Pero... - Fue a protestar Natalia viéndose otra vez cortada por Alba.

- Hablaremos, pero no ahora. – Volvió a decir Alba.

Natalia simplemente asintió recolocándose en el abrazo de Alba y dejándose abrazar en esos brazos en los que siempre se sentía segura.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now