Capitulo 37

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Alba había pasado ese rato cotilleando por la librería a ver si por casualidad había algún libro que le llamara la atención, y de paso intentar entretenerse un rato y que su cabeza no diera vueltas y más vueltas a la situación.

Bastante rato después apareció Maria sobresaltando a Alba, que no la había oído salir de la trastienda.

- Natalia quiere hablar contigo. – Dijo Maria con una ligera sonrisa.

Alba asintió y se dirigió hacia la trastienda encontrándose a Natalia sentada en las escaleras, pensativa, tan pensativa que no se enteró de que Alba había entrado hasta que ésta se sentó a su lado. Natalia le dedicó a Alba una sonrisa triste y se apoyó en el hombro de la rubia que la rodeó en un protector abrazo. Se quedaron unos minutos en silencio, Alba no tenía intención de presionar a Natalia para que hablara, esperaría a que ésta le dijera lo que fuera que le tenía que decir.

- Mi madre es judía. – Soltó de repente Natalia. Sin anestesia ni nada.

Alba apartó a Natalia del abrazo para poder mirarla a los ojos, estupefacta. Así se había quedado al oír esas cuatro palabras pronunciadas por Natalia.

- ¿Tú madre es judía? – Se obligó a preguntar por si no había oído bien.

- Sí. – Dijo Natalia.

Natalia se quedó callada unos instantes dejando que Alba procesara esa información para después empezar a relatarle todo lo que su madre le acababa de confesar. Cuando Natalia terminó la historia ambas se quedaron en silencio. Alba intentado asimilar todo lo que le acababan de contar y Natalia esperando una reacción por parte de Alba.

- Vaya... - Dijo Alba escuetamente todavía procesándolo todo.

- Alba... - Dijo Natalia. El tono de voz de la morena ¿angustiado? llamó la atención de la rubia que conectó su mirada con la de ésta. – Soy mischling.

- Eres Natalia. – Dijo Alba con rotundidad.

- ¿Qué? – Dijo la morena sin entender.

- Da igual lo que diga una estúpida ley. Tú eres Natalia.

- Pero...

- ¿Qué? – La cortó Alba.

- Esto lo cambia todo. – Dijo Natalia.

- ¿Qué es lo que cambia? – Preguntó Alba.

- ¡Todo! – Dijo Natalia. – Yo no soy quien pensaba que era, y tú...

- ¿Y yo qué? – Preguntó Alba en tono neutro.

Natalia no contestó porque en realidad no estaba muy segura de lo que iba a decir con ese "y tú".

- Dime una cosa. – Dijo Alba. - ¿Lo que te ha dicho tu madre cambia que seas esa chica tímida a la que le gustan los libros? ¿Cambia el hecho de que nunca has seguido ninguna religión? ¿Cambia el hecho de que me encanta ver como te ruborizas? ¿Cambia el hecho de que te amo? ¿De que me amas? ¿De que me haces reír? ¿De que me haces feliz? ¿De que lo haría todo por ti? ¿De que lo harías todo por mí? – Natalia negaba a todas y cada una de las cuestiones que planteaba Alba. - Entonces ¿Qué es exactamente lo que cambia lo que te ha confesado tu madre?

- No quiero ponerte en peligro. – Dijo Natalia apesadumbrada.

- ¿Y por qué me ibas a poner en peligro? – Preguntó Alba.

- Porque soy una mischling. – Repitió Natalia.

- Te lo repito. Me da igual lo que diga una ley injusta. Eres Natalia. Mi Nat.

- Pero...

Alba suspiró al oír ese "pero" y no dejo continuar a Natalia. Atrapó los labios de Natalia entre los suyos haciendo callar a la morena. Natalia no tardó en devolverle el beso y en olvidarse de lo que iba a objetar.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now