Capitulo 24

81 1 0
                                    

Las semanas iban pasando y Alba y Natalia vivían en su pequeña burbuja de amor. No pasaban más de dos o tres días sin verse porque era imposible para ellas estar separadas más tiempo. Prácticamente no variaban su rutina, o bien Alba pasaba por la librería, o bien Natalia a buscar a Alba al salir de las clases. Últimamente casi preferían quedarse en la librería porque siempre encontraban algún momento para esconderse en la trastienda y regalarse unos cuantos besos y mimos. Pero pese a todo, también disfrutaban de sus paseos, sobre todo ahora que empezaba a hacer mejor tiempo, más sol y más calor.

El fin de semana también se veían, o bien solas, o bien junto con Julia y Maria. Ahora que hacía buen tiempo Maria había cogido el gustito de sentarse en algún parque a tomar el sol o el fresco, dependiendo de la hora que fuera, para hablar y comentar las novedades con tranquilidad.

Un lunes, de principios de mayo, Natalia fue a buscar a Alba a la salida del hospital. Como los lunes era el día más flojo en la librería solía ser el día que Natalia aprovechaba para ir a busca a Alba. Ese día Natalia había comprado ya la merienda, sabiendo que la rubia sin merienda no podía seguir viviendo, para pasar la soleada tarde en el parque.

Cuando Alba salió y vio a Natalia le regaló una de esas preciosas sonrisas que tanto gustaban a la morena y que nunca se cansaba de ver. Alba se acercó a saludar a Natalia con un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. Natalia le devolvió el abrazo y antes de separarse le dejó un suave beso en la mejilla.

- He traído la merienda. - Informó Natalia. - He pensado que podríamos aprovechar el bonito día para dar una vuelta por el parque.

- Me parece perfecto. - Dijo Alba cogiendo a Natalia por el brazo para ponerse en marcha.

- ¡Eh Reche! - Alba puso los ojos en blanco y se giró. - ¿Os apetece venir a tomar algo con nosotros?

Alba tuvo que controlar la cara de asco que estaba a punto de poner, al ver a Isaac y sus tres amigos con sus uniformes de las Juventudes Hitlerianas.

- Lo siento. Tenemos cosas que hacer. - Dijo Alba dispuesta a irse.

- ¿Mejores que venir con nosotros? - Preguntó Isaac sin rendirse.

- Si. Trabajar. Algunos al salir de aquí todavía no hemos terminado nuestra jornada. - Dijo Alba para intentar quitárselo de encima.

- Bueno pues otro día. - Dijo Isaac poniéndose en marcha con sus amigos.

- En tus sueños. - Murmuró Alba ahora sí, poniéndose en marcha junto con Natalia.

- Es pesado. - Dijo Natalia.

- Mucho. - Dijo Alba soltando un suspiro.

Se encaminaron al parque mientras se contaban su día y se sentaron en un banco a merendar mientras se regalaban tiernas miradas porque era lo único que se podían regalar en esos momentos. Después de merendar siguieron su paseo tranquilo por el parque, a veces hablando, a veces en un cómodo silencio. No necesitaban hablar para sentirse, les bastaba con estar juntas.

Pasaron por una zona de tierra y había un grupo de chicos, que no tendrían más de catorce años, jugando con el balón. Se los quedaron mirando y comentando lo brutos que eran. Apartados había dos niños jugando a canicas, Alba los miró nostálgica.

- Yo solía jugar con Julia. Ella siempre intentaba hacer trampas.

- ¿En serio? No parece de las tramposas.

- ¿No? Pues lo era, pero no se le daba muy bien y siempre la pillabas.

- Pues le pega más a Maria.

- Bueno es que Maria es una tramposa profesional, aunque cuando la conoces también conoces sus trampas.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now