Las semanas iban pasando y Alba y Natalia vivían en su pequeña burbuja de amor. No pasaban más de dos o tres días sin verse porque era imposible para ellas estar separadas más tiempo. Prácticamente no variaban su rutina, o bien Alba pasaba por la librería, o bien Natalia a buscar a Alba al salir de las clases. Últimamente casi preferían quedarse en la librería porque siempre encontraban algún momento para esconderse en la trastienda y regalarse unos cuantos besos y mimos. Pero pese a todo, también disfrutaban de sus paseos, sobre todo ahora que empezaba a hacer mejor tiempo, más sol y más calor.
El fin de semana también se veían, o bien solas, o bien junto con Julia y Maria. Ahora que hacía buen tiempo Maria había cogido el gustito de sentarse en algún parque a tomar el sol o el fresco, dependiendo de la hora que fuera, para hablar y comentar las novedades con tranquilidad.
Un lunes, de principios de mayo, Natalia fue a buscar a Alba a la salida del hospital. Como los lunes era el día más flojo en la librería solía ser el día que Natalia aprovechaba para ir a busca a Alba. Ese día Natalia había comprado ya la merienda, sabiendo que la rubia sin merienda no podía seguir viviendo, para pasar la soleada tarde en el parque.
Cuando Alba salió y vio a Natalia le regaló una de esas preciosas sonrisas que tanto gustaban a la morena y que nunca se cansaba de ver. Alba se acercó a saludar a Natalia con un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. Natalia le devolvió el abrazo y antes de separarse le dejó un suave beso en la mejilla.
- He traído la merienda. - Informó Natalia. - He pensado que podríamos aprovechar el bonito día para dar una vuelta por el parque.
- Me parece perfecto. - Dijo Alba cogiendo a Natalia por el brazo para ponerse en marcha.
- ¡Eh Reche! - Alba puso los ojos en blanco y se giró. - ¿Os apetece venir a tomar algo con nosotros?
Alba tuvo que controlar la cara de asco que estaba a punto de poner, al ver a Isaac y sus tres amigos con sus uniformes de las Juventudes Hitlerianas.
- Lo siento. Tenemos cosas que hacer. - Dijo Alba dispuesta a irse.
- ¿Mejores que venir con nosotros? - Preguntó Isaac sin rendirse.
- Si. Trabajar. Algunos al salir de aquí todavía no hemos terminado nuestra jornada. - Dijo Alba para intentar quitárselo de encima.
- Bueno pues otro día. - Dijo Isaac poniéndose en marcha con sus amigos.
- En tus sueños. - Murmuró Alba ahora sí, poniéndose en marcha junto con Natalia.
- Es pesado. - Dijo Natalia.
- Mucho. - Dijo Alba soltando un suspiro.
Se encaminaron al parque mientras se contaban su día y se sentaron en un banco a merendar mientras se regalaban tiernas miradas porque era lo único que se podían regalar en esos momentos. Después de merendar siguieron su paseo tranquilo por el parque, a veces hablando, a veces en un cómodo silencio. No necesitaban hablar para sentirse, les bastaba con estar juntas.
Pasaron por una zona de tierra y había un grupo de chicos, que no tendrían más de catorce años, jugando con el balón. Se los quedaron mirando y comentando lo brutos que eran. Apartados había dos niños jugando a canicas, Alba los miró nostálgica.
- Yo solía jugar con Julia. Ella siempre intentaba hacer trampas.
- ¿En serio? No parece de las tramposas.
- ¿No? Pues lo era, pero no se le daba muy bien y siempre la pillabas.
- Pues le pega más a Maria.
- Bueno es que Maria es una tramposa profesional, aunque cuando la conoces también conoces sus trampas.
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Serendipia (Albalia)
FanfictionSerendipia: Hallazgo valiosos que se produce de manera accidental o causal. Berlín 1937 Alba es una chica de dieciocho años que está estudiando en una de las escuelas de enfermería que la Cruz Roja tiene en Berlín. Alba proviene de una familia acomo...