Capitulo 15

93 1 0
                                    

Las semanas seguían pasando sin cambios importantes en las rutinas de todos. Las Navidades se acercaban y el espíritu navideño empezaba a notarse en las calles y los comercios. Pero pese a todo se seguían viendo escenas donde el espíritu navideño quedaba aplastado. ¿Dónde queda eso de compartir con los demás sin importar su raza o religión? ¿Dónde queda eso de ayudar al prójimo? Estaba claro que en Alemania no, los judíos seguían siendo oprimidos, cada vez con más normas restrictivas. Ni siquiera en Navidad los nazis eran capaces de demostrar un poco de amor por los que no eran como ellos.

A Alba le encantaba las Navidades, su abuela siempre venía a pasar esas fechas con ellos y estaba deseando que llegara el día y así poder pasar unos días con su abuela. Maria también estaba contenta porque ese año venían sus padres, se lo habían dicho hacía unas semanas y la latina no cabía en sí de contenta. Para los Medina las navidades no eran diferentes a otras fechas, pero igualmente las celebraban con los Reche y a Julia le gustaba compartir esas fechas con sus amigas, amigas para las que esas fechas sí que eran importantes. Los Reche también participaban en las fiestas de judías de los Medina pese a que no fueran judíos, en realidad ambas familias respetaban las tradiciones de la otra y compartían las fiestas pese a que no fuera lo mismo para ellos y no lo vivieran o sintieran de la misma forma. Natalia también disfrutaba de las fiestas, pese a solo celebrarla con sus padres y abuelos eran unas fechas que siempre la emocionaban.

Alba seguía yendo muchas tardes a la librería a buscar a Natalia para hacer algo, o bien se quedaban allí charlando y ayudando. Algún día era Natalia la que pasaba a buscar a Alba a la salida de las prácticas en el hospital e iban a dar un paseo o merendar, o ambas cosas.

Alba había llegado a un punto en el que no podía más. Tenía que salir de dudas de una vez por todas. Tenía muy claro que Natalia ya no le gustaba solo como una amiga. Cuando la miraba con esta mirada tímida, cuando se sonrojaba por algo que había dicho, cuando reía despreocupadamente, cuando estaba concentrada en sus libros... En todos esos momentos, y muchos más, el corazón de Alba se aceleraba, el estómago le daba un vuelco, era una sensación demasiado agradable, pero a la vez preocupante porque ¿Natalia sentiría lo mismo? No lo sabía y eso la estaba volviendo loca, no sabía que hacer ni con quien hablar, no sabía a quién pedirle consejo. A quién le iba a decir: Oye me gusta una chica ¿Qué hago? Podía decir que era un chico, pero eso sería mentir y sobre todo mentirse a sí misma, y no lo había hecho nunca y no iba a empezar a hacerlo ahora.

El primer fin de semana de diciembre se le presentó la oportunidad de ir a visitar a su abuela a Buckow. Aprovechando que sus padres estarían todo el fin de semana ocupados decidió escaparse a Buckow esperando que lo que había deducido del comentario de su abuela fuera cierto y la ayudara a aclarar sus ideas.

Su abuela la recibió encantada. Alba llegó justo a la hora de comer y nada más entrar en la casa ya se podía oler la rica comida que su abuela le había preparado. Estuvieron hablando de sus clases y de las fiestas de Navidad. Alba le comentó a su abuela que Maria pasaría los días que ella estuviera en casa en su habitación y así ella podría ocupar la de Maria. Y es que normalmente su abuela se quedaba en el cuarto de invitados, pero como ese año venían los padres de Maria habían tenido que distribuir el espacio.

Por la tarde fueron a pasear por las tranquilas calles de Buckow, y aunque a veces pudieran no parecer tranquilas, comparadas con las ajetreadas calles de Berlín, sin duda lo eran. Merendaron antes de volver a casa y después prepararon la cena entre las dos. Alba no solía cocinar mucho, pero cuando estaba con su abuela siempre le había gustado cocinar con ella.

Después de cenar se sentaron en el salón para hablar, igual que hacían en casa, para comentar el día de cada uno y las noticias.

- ¿Me vas a decir ya que es lo que te preocupa? – Le preguntó su avispada abuela, a la que no se le había escapado que Alba había ido ese fin de semana a verla porque algo necesitaba sacar de su interior.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now