Serendipia (Albalia)

Capitulo 56

La adopción de Olivia trajo consigo una gran tranquilidad para todos, sobre todo para la niña, que ya no tenía más pesadillas en las que unos extraños se la llevaban. Pero si que seguía teniendo pesadillas sobre la guerra, sobre su madre, sobre el campo de concentración. Poco a poco fue explicándoselas a Alba o a Natalia que intentaban consolarla y tranquilizarla de la mejor manera que sabían, pero como hacerlo si a ellas también las asaltaban las pesadillas.

El nacimiento de Hope había traído mucha alegría y felicidad, pero también cansancio en las chicas, por lo que las pesadillas habían desaparecido durante los primeros meses, pero ahora que la pequeña dormía prácticamente siempre toda la noche ellas iban más descansadas y con el descanso habían vuelto las pesadillas. Intentaban apoyarse la una en la otra, contándoselo todo, pero era difícil dejar atrás todo lo pasado, sobre todo porque era algo con lo que ambas sabían que iban a tener que cargar toda la vida.

Algunos de sus hábitos habían cambiado. Por ejemplo, Alba y Natalia ya no podían pasar por las calles que pasearon cuando Isaac las detuvo, el pánico a ser separadas y volver a pasar por ese horror les hacia imposible pasar otra vez por ahí.

A Olivia le pasó algo parecido un día que estaban paseando y pasaron, sin ninguna saberlo, por la casa donde ésta vivía con su madre y donde fueron detenidas. El ataque de pánico fue tal que tuvieron que sacarla de allí en brazos y con prisa, costándoles mucho que la pequeña reaccionara y su mente volviera al presente con ellas. Ese día se asustaron de verdad porque la niña nunca había tenido un ataque así pero después de unas horas y de dormir esa noche con ellas parecía que todo había vuelto a la normalidad.

Ese año si que celebraron el cumpleaños de Olivia, el séptimo y el segundo con ellos, el día que tocaba. Ese año el 26 de mayo caía en domingo por lo que era un día idóneo para celebrar una gran fiesta para la pequeña, que además ya era de la familia. Si hubiera estado estudiando en un colegio como una niña normal hubieran invitado a sus amiguitos para que lo celebraran con ella, pero no habían podido hacerlo y ahora que Alba la había adoptado y ya podían matricularla como ya terminaba el curso habían decidido esperar al año siguiente. Pero que no hubiera amiguitos no quería decir que no hubiera fiesta y pastel de cumpleaños. El único pequeño que asistiría sería Thiago, un Thiago muy cambiado al niño miedoso y tímido que había salido del campo de concentración. Un niño espabilado y listo y siempre dispuesto a aprender y dejarse sorprender por las cosas maravillosas de la vida, resulta que no todo era gris como en el campo y que no todo el mundo era malo. Por supuesto Hope también estaría presente pero todavía era algo pequeña para compartir el mundo y los juegos con Olivia y Thiago, eso sí, había empezado a gatear y era toda una experta, con una velocidad que muchos envidiarían, y estaba empezando a volver locas a sus madres, y también a sus abuelos que se cansaban de perseguirla por toda la casa.

La fiesta la celebraron en el jardín, con una comida especialmente elaborada para que los más pequeños la disfrutaran. Después de la comida llegó el pastel que habían preparado Alba y su abuela con todo su amor. ¿Alguien sabe cual era el pastel? Pues el favorito de Olivia, que casualidades de la vida era el preferido de Alba. Ambas, madre e hija, disfrutaron como niñas del pastel, que también fue saboreado y devorado por el resto de las personas allí presentes. Por supuesto antes de comer el pastel Olivia tuvo que soplar las velas aunque no sabía que deseo pedir, porque el suyo ya se había cumplido, pero pensó que había muchos niños que estarían buscando una familia y deseó que la encontraran.

Después llegó el turno de los regalos. Ropa, alguna muñeca, algún juguete y cosas para pintar. También algún cuento y libro infantil a los que Olivia se había aficionado desde que había llegado a esa casa. Incluso alguna noche le leía algún cuento a su hermana Hope que la escuchaba embelesada.