Capitulo 16

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Alba llegó a casa sin que las lágrimas hubieran dejado de caer por sus mejillas. No había nadie en casa, mejor para ella porque no quería ver a nadie. Se fue a su cuarto y se tumbó en la cama abrazada a su almohada.

No sabía cuánto rato había pasado, pero no debía ser mucho, cuando oyó que la puerta principal se abría. Seguramente sería Maria que volvía de trabajar. Lo confirmó cuando oyó que la llamaba, aunque ella no se dignó a contestar. La oyó subir por las escaleras y meterse en su habitación.

- ¿Alba? – La entrada de maria en su habitación la sobresaltó. A lo mejor su silencioso llanto no lo era tanto. - ¡Alba! – Exclamó Maria alarmada. - ¿Alba, que pasa?

Pero Alba, en vez de contestar, se acurrucó todavía más, dejando que las lágrimas corrieran libremente por sus mejillas.

- Cariño... - Dijo Maria tumbándose en la cama y abrazando a su amiga por la espalda para intentar confortarla. - ¿Qué está mal Alba? Sssshhhh tranquila. Estoy aquí.

Alba no dijo nada. Simplemente lloró hasta quedarse dormida, momento que Maria aprovechó para salir del abrazo, taparla y dejarla dormir. No sabía que había pasado, pero nunca había visto a su amiga de esa manera, así que nada bueno podía ser.

Cuando los padres de Alba llegaron a casa Maria les comentó lo que había pasado. Pero ninguno tuvo más suerte de la que tuvo Maria. Alba se negó a hablar, se negó a bajar a cenar y se quedó en su habitación llorando hasta quedarse dormida para volver a despertarse poco después sólo para volver a llorar. Ni siquiera podía pensar, sólo sabía que dolía, dolía mucho.

Cuando llegó la hora en todo el mundo se fue a la cama y pasaron a darle las buenas a Alba tampoco consiguieron ninguna reacción por parte de la rubia. Todos estaban preocupados porque no sabían lo que le pasaba a Alba, pero nunca la habían visto así, ni siquiera cuando sus abuelos murieron. Maria fue a cambiarse a su habitación solo para volver a entrar en la de Alba y acostarse con ella. Su amiga se acurrucó contra ella para dormirse entre lágrimas.

La mañana siguiente tampoco fue buena. Alba volvió a negarse a bajar a desayunar. Los Reche empezaban a preocuparse y además tenían que irse a trabajar porque ese día llegaba un paciente importante a la clínica, pero Maria les dijo que se fueran tranquilos que ella se quedaba con Alba.

A media mañana Maria decidió subir algo de comer para Alba, pero ésta simplemente lo rechazó.

- Alba tienes que comer algo.

Alba simplemente negó con la cabeza.

Maria empezaba a estar frustrada, no sabía que hacer por su amiga. Dejó la comida en la habitación y salió. Se puso el abrigo, cogió su bolso y salió a la calle. En pocos minutos se había plantado en casa de los Medina.

- ¿Está Julia? – Le preguntó Maria a Aurora en cuanto ésta abrió la puerta.

- Si. Pasa. – Dijo Aurora dejando pasar a la latina. – Está en su habitación.

Maria le dio las gracias y fue en busca de su amiga, que, efectivamente, estaba en su habitación.

- Julia te necesito. – Dijo Maria sobresaltando a la morena a la que no había oído entrar en su habitación.

- ¿Qué pasa? – Preguntó ésta preocupada nada más ver la cara de su amiga.

Maria le explicó todo lo que había pasado con Alba desde que llegó a casa el día anterior. Julia no lo dudó y en cinco minutos estaban saliendo por la puerta diciéndole a Aurora que estarían en casa de los Reche.

- No sé qué hacer. – Dijo Maria desesperada mientras hacían el camino a casa de los Reche.

- ¿No ha dicho nada? – Preguntó Julia.

Serendipia (Albalia)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt