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Solo había dos cosas de las cuáles Park Jimin estaba seguro. La primera, que se hallaba próximo a firmar un contrato. La segunda, que quizá se iba a arrepentir por ello. ídem la pregunta se sostenía en el porqué. ¿Por qué Jimin se lanzaba al abismo conociendo los riesgos? ¿Por qué se hallaba caminando hacia el punto de reunión aún sabiendo de quién se trataba el otro chico? ¿Por qué no podía mandarlo al diablo y vivir su vida como alguien normal?

Oh, ahí estaba la palabra clave.

Normal.

Jimin no era normal, eso lo sabía, lo sentía. ¿En qué era distinto? Aún no sabía cómo explicarlo, pero era consciente que respondía de forma distinta a las circunstancia de la vida. ¿Estaba loco? Quizá. Disfrutaba hambriento aquel extraño dolor que ejercía Yoongi en él, la atención enfermiza de sentirse tan idealizado por el azabache, palpar la sed que le brotaba por los poros. Disfrutaba el castigo, aquel placer culposo que mutaba su morbo creciente en puro gozo.

¿A qué buscaba castigo?

Él era impecable en la escuela, de buenas notas y actitud encantadora. En su hogar era el hijo perfecto, siempre atento a su madre y lleno de iniciativa para los quehaceres. Jungkook lo adoraba, Jimin lo protegía, realizaba un excelente trabajo como mejor amigo, estudiante, hijo e incluso como civil. Entonces, ¿por qué disfrutaba sentirse castigado? ¿Por qué con Yoongi era diferente?

— Ya estás llegando... —susurró para sí mismo al divisar el lugar de encuentro a un par de metros.

Yoongi lo había citado poco antes del anochecer en una zona lejana de los suburbios, casi a la entrada del bosque. Aquel extraño y viejo lugar era conocido como "el hoyo" y viejas leyendas transcurrían de boca en boca respecto aquel místico lugar. Aunque al final, solo se trataba de un hoyo inmenso en la tierra. Jimin había escuchado que un fenómeno similar había ocurrido en otras partes del mundo como Italia, pero jamás investigó respecto a ello.

El camino de tierra por fin lo llevó a una casa no muy lejana. Pudo sentir sus vellos erizarse al percibir al azabache sentado en aquellas pequeñas escaleras de madera, con una mesa enfrente y una cerveza apoyada. El angelical rubio apretó sus labios y se aproximó sigiloso, avanzando vacilante cuando cruzó miradas con el chico de cenizas orbes.

— Vaya, sí viniste —comentó Yoongi con ligero estupor en su tono.

— ¿Lo dudabas?

— No creí que fueras hacerlo —Yoongi le clavó la mirada con un brío suspicaz.

Jimin acortó sus distancias para poder tomar lugar junto a él y observarlo a proximidad. El azabache esbozó una pequeña sonrisa y jaló de la mesa hacia ambos: un papel extenso se encontraba depositado con gentileza en el centro junto con una pluma a tinta y un frasco negro. El rubio sintió sus manos sudar y su respiración tomar ritmo; esto era tan extraño.

— Tómate tu tiempo de leerlo —ronroneó con voz suave el azabache sacando un cigarro que se llevó a los labios.

— Me gustaría que también me explicaras punto por punto —Le pidió Jimin sin apartar la mirada de aquella anatomía.

Yoongi esbozó una sonrisa ante el mirar tan tenaz del menor. Cogió el papel y lo acercó hacia ambos permitiendo que el rubio se inclinara en su dirección. Aquel contrato tenía diez puntos clave, el resto se trataba de asuntos legales y más complejos.

— Como pauta inicial, aceptas que es completamente voluntario consensuado todo lo que voy a hacerte. Eso significa que no podrás defenderte de forma legal si hay algún accidente, pero tranquilo, procuraré que no sea el caso.

INNOCENT ; YOONMIN : + 21 ( CORREGIDA )Where stories live. Discover now