*Capítulo 1*

7 2 0
                                    

Desde lo profundo de su corazón, detenida en su respiración y sentidos, Janet pensaba en el comportamiento de su vida, lo tan diferente que era, a diferencia de su hermano mayor, Ignacio, que al lado de todos tan solo se comportaba como una sombra.

Ella dormía de forma tranquila, pero si se despertaba automáticamente las preocupaciones venían a su cuerpo, a veces cuando Janet no podía dormir, miraba la puerta blanca, esperando tal vez ese afecto de sus padres que desde los 8 años nunca se le entregó. No le gustaba la idea de estar en el último año de primaria en la escuela, ya que el paso siguiente a la secundaria sería mucho peor.

Sus oídos no sentían tanta calma, porque escuchar cómo se activaba la ruidosa licuadora le afectaba, detenía su sueño para siempre. Janet dio media vuelta y se acomodó más en la cama para poder ver desde otra posición, su celular estaba en un cajón del armario, pero lamentaba haberlo puesto bajo llave.

Ese sonido persistía mientras las voces de sus padres y de su hermano seguían, aparte que se escuchaba como se movían las hojas. Lástima que no hubo ningún hueco en la puerta para observar, así que Janet abrió la puerta, topándose con las risitas de sus padres.

Estaban tan alegres que no les importaba que Janet estuviera ahí, a unos metros de ellos. Ella no quiso exagerar su presencia o que le prestaran atención, solo detener ese ruido aunque al parecer su madre era la que manejaba la licuadora, de esa forma poder prepararle un delicioso jugo de platado a Ignacio.

Ya le molestaba más la vida, así que Janet tocó muy fuerte la puerta de su habitación (porque era la única puerta que estaba cerca), la primera vez que lo hizo no le dieron importancia, sin embargo en la segunda automáticamente escucharon.

— Hola, hermanita. — le dijo Ignacio mirando su reloj en su brazo izquierdo. — Te podría pedir que te sentaras, ya sabes, para que podamos compartir mi gran logro.

El único logro que Janet pensaba que consiguió su hermano, era el de estudiar todas las noches, y ser más rápido que la bajísima flojera.

— No, gracias, solo quiero que mamá detenga ese ruidoso sonido que me aqueja. — respondió Janet, con restos de un aparente enojo.

Ignacio la miró con una cara de indignación además de no sentirse escuchado por su hermana. La mamá de Janet al cabo de unos minutos paró la licuadora, aquel envase vidrio le sacó la tapa para echarlo en el vaso de Ignacio.

Su papá fue el más distraído, ya que recién se dio cuenta de la presencia de Janet a pesar de que ella había estado por 7 minutos. En simultáneo le preguntó por qué estaba aquí y no durmiendo.

— Solo vengo por ese sonido, es que me aqueja demasiado.

— ¡Ay, hija! Cuántas veces te he dicho que dejes de preocuparte, es bastante molesto además aquí está tu hermano, debes tenerle un mínimo de respeto.

Janet en su mente decía que su enojo no caía en su hermano, sino en las circunstancias o sucesos en los que lo apoyaban más a él. Ya era muy noche, lo que significaba que esta vez hacía falta dormir más, con el enojo en sus manos cerró los puños, y luego cerró la puerta de una patada.

Aunque le había dolido algunos dedos de su pie, por la gravedad de su acto. Al fin Newton tenía razón en sus palabras de que toda acción tiene una reacción, por desgracia el sonido de la licuadora y del sartén friendo pollo sonaban pero Janet no le tomó demasiada importancia.

Al siguiente día, Janet supo que el inicio del día empezaba con las clases, ya deseaba ella comenzar en las tardes, puesto a que pasar noches sin dormir tanto molestaba y te hacía tener muchas ojeras difíciles de borrar.

Todas sus cosas, como libros, cartuchera, regla, etc., estaban ahí y no en un estante de la sala, ya que no deseaba pasar por ahí y ver cómo le atendían más a Ignacio que a ella, las mañanas también eran una sentencia de muerte o de tiempo para Janet.

Ya que sus clases empezaban apenas a las 7 de la mañana, y ella se despertaba a las 6, eso daba a entender que solo una hora tenía de pertenencia. No se podía dar el lujo de revisar el celular para ver algunas cosas interesantes o hablarle a personas que conocía.

Ella sola se hizo el desayuno y rápidamente se fue a lavarse, al cabo de 20 minutos, su hermano con lentes puestos le tocó la espalda, necesitaba conversar con Janet.

— Hoy te voy a llevar a la escuela. — dijo Ignacio con unos ojos que sonreían.

— La verdad es que no quiero.

Janet no quería porque unos minutos atrás, cuando pasó por la habitación de su mamá, ella le dijo que se fuera sola a la escuela, sin necesidad de su hermano. Por lo que le hizo caso sin renegar mucho.

Aparte de que mayormente su madre le daba más tiempo a Ignacio, para poder arreglar sus cosas, estudiar un poco y abrir su cerebro.

— Solo me dijo que no te moleste, ya sabes, y yo le hice caso porque tiene razón. — habló Janet con sarcasmo.

Ignacio abrió la puerta, y de broma se llevó su mochila lista, esto hizo que su hermana fuera a perseguirlo para poder recuperar sus cosas. Él estaba tan lejos pero Janet aún podía verlo, aunque estaba cayendo en su extraño juego, a pesar de ello no le tomó atención.

— Okey, técnicamente tú ganas esto, no es momento de que peleemos por algo tan simple.

— Escúchame, voy a ir a Estados Unidos, y trabajaré en la mismísima NASA, resulta que he sido alguien con un IQ muy superior a la de todos mis compañeros, no solo a ellos sino a los de la universidad, aparte de mis increíbles capacidades que nadie va a tener.

A centímetros, Janet sintió que Ignacio andaba creyéndose, como si fuera la única persona tan exitosa, el primero en todo. Unos carros pasaban, pero ninguno llevaba al destino del colegio.

— No es necesario, Ignacio, la casa queda tan solo a 1 cuadra, es extremadamente cerca.

— Lo sé, hermana, pero si mueres hasta aquí se va mi sueño de irme a la NASA, simplemente no quiero perder mi futuro.

Janet ya andaba adentro de la escuela, todos estaban jugando como niños, porque lo eran realmente, otros exageraban trayendo sus juguetes incluso niños de su misma edad. Por alguna razón, ella era muy madera en esos temas, porque nadie le mostró ese afecto.

A consecuencia de esto, el dolor venía y si el dolor venía entonces el amor ya no vendría, y jugar con juguetes era amor porque te divertías. Detrás de todos esos niños de 10 años, aparecía una extraña chica, de la cual algunas se estaban burlando, porque en primer lugar era la más consentida y de padres muy ricos.


___________________________________________

Data:

Punto pequeño

Capítulo 1

creativeLibrosJn

Publicado el: 26-02-2024

Punto pequeñoWhere stories live. Discover now