*Capítulo 35*

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Janet se quedó todo el tiempo en la casa de su tía, al menos había un poco de comida para comer y agua también. De pronto empezó a alucinar debido a sus ganas de dormir.

—Janet, cálmate un poco —repuso su tía.

—Lo siento, es que tengo muchas ganas de dormir, tanto que mis ojos no paran de cerrarse.

—Entiendo, pero no es momento de hacer esas cosas —argumentó—. Además, puedes ir a la cama si gustas, pues no te voy a decir nada.

—Si te sientes sola algún día, me puedes evitar y ahí estaré, aunque yo no sea muy experta ayudando a las personas.

—Eso mismo quería hablarte, voy a tratar de solucionar las cosas con mi esposo, porque lo que yo quiero es que seamos una familia unida —comenzó a llorar—. Me harta que antes de eso necesito explicarle a mi amante.

—¿Él ya sabe que tienes un esposo? —preguntó Janet, apretando uno de sus oídos (como si fuera una manía).

—Lamentablemente, no lo sabe aún, Janet —contestó su tía con bastante tristeza.

No podía aguantar la melancolía, por eso era necesario que Janet le diera muchos paños para detener sus lágrimas, a la vez que le sobaba la espalda y así tranquilizarla. En cualquier momento podría venir su mamá para preguntarle qué hacía en otra casa.

Y Janet no sabría qué respuesta hablarle, aparte de que nunca le creería. 

—Espero que se lo llegues a decir, solo si te sientes preparada.

Para Janet parecía cosa rara ayudar a una familiar suya, inclusive mayor que su mamá, alguien que ya había completado su futuro, que ya tenía hijos, que sobre todo ya estaba en sus venas la madurez.

Tampoco pensaba que estaba mal, sino que la ayudaba sin tener que juzgarla. Se fue a la cama para poder dormir un poco; sin embargo, su tía no la dejaba, debido a que cada instante tocaba la puerta para hablarle; hablarle sobre temas pequeños y cortos.

La cama no era un camarote, pero parecía, puesto a que se llegaba a ver que la madera estaba incompleta (madera que rodeaba el camarote) y los tornillos parecían estar salidos.

Por sobre todas las cosas, Janet sabía que mañana era su hora, hora de irse a otro país, por lo cual buscó en la ropa de su tía para ver una prenda que le quedase, muy aparte de su ropa propia. El abrir los cajones y armario provocaba un gran ruido, como si algo estuviera rechinando. 

De esta manera, la tía de Janet se despertó de la cama para poder revisar y saber quién hacía el ruido en la habitación. 

Mientras tanto, Janet ya estaba siendo testigo de cómo avanzaba su tía, por lo cual, asustada, se echó a la cama y se tapó con muchas mantas. Su tía abrió la puerta y empezó a caminar por cada parte de la habitación, y observar por dónde provenía el ruido.

Nada se revelaba, así que preguntó a Janet, quien fingía dormir.

—¿Sí? Tía —habló Janet atentamente.

—He escuchado un mal ruido, el cual me hizo alertarme de repente, ¿has sido tú? No es porque te quiera juzgar, solo estoy suponiendo.

—No, no, no he sido yo; además, ¿crees que una persona podría hacer el sonido de alguien rechinando? Es prácticamente imposible.

—Perdóname que me despierte por estas tontas cosas, es que estoy alerta a todo lo que suela pasar, en parte porque también tengo un hijo, al que tengo que cuidar.

—¡Sí! Comprendo claramente, aunque ya tengo que dormir, pues mañana tengo que volver a mi casa para ponerme a estudiar.

—Voy a darte un poco de dinero.

Janet movió su cabeza, intentando pensar que esas palabras no eran para ella.

—¿Me lo dices a mí? —decía Janet sin entender nada de nada.

—Pues sí, ¿cuántas personas se encuentran ahora en esta habitación? Me estoy refiriendo a ti, Janet.

—¡No me puedo creer que una persona me dé dinero! ¿Es necesario?

Su tía le entregó unos dos billetes de 20 soles, para que los pudiera usar en todo lo que quedaba del año escolar. Janet sabía que no sería así, por lo que en primer lugar decidió devolver el dinero, ya que recordaba de pronto las enseñanzas de su mamá, en que no era necesario ser una interesada (al menos no en el dinero).

Esto provocó el enojo de su tía, haciendo que a fuerzas jalase la mano de Janet para agarrar el dinero.

—Es para ti, ¿o acaso quieres que se lo dé a personas que están ahí, sin rumbo ni nada? —preguntó.

—Puedes dárselos...

Janet no tuvo nada más que aceptar, simplemente por pura hospitalidad...

El siguiente día, Janet tenía un gran dolor en el pecho y también en su espalda, pero con todo el dolor ella se levantó.

Regresando directamente a su casa, vio que todo marchaba bien, la ropa ordenada y el piso totalmente limpio; en realidad, eso era común cuando Janet no andaba en la casa. 

—¡Janet! Ya está listo toda la comida que vas a llevar ahí, aunque creo que Ignacio ya te la va a dar, ¿no? —le dijo su mamá.

—Ah, sí, mamá, perdona que no te esté escuchando tanto, es solo que ando un poco desconcertada —explicó Janet.

—Calma, además no te preocupes por las clases, ¡que en un mes vas a volver, y lo mejor es que no vas a desaprobar de año! 

—Pero igual voy a perder mis notas, algo que estaba tratando de solucionar.

—Tendrás clases virtuales.

—Somos una familia de clase media mamá, pero creo que esto parece abusar, ¿no crees? 

—Ya he hablado con el director y algunas otras autoridades, además me gustaría que llegaras a ser como tu hermano.

Janet se traumó por dentro, pues nunca escuchó esas palabras de su boca, hasta ahora. Era algo nuevo, algo indescriptible, superior que ver a unos cerdos volando. Janet se quedó callada y sacó la ropa que llevaría al viaje.

De lo poco que tenía, sacó todo, incluso las prendas que solían tener muchos huecos (por las mordidas de las ratas pequeñas).

Ignacio vendría a la casa para poder llevar a Janet, ya que su mamá no comprendía tanto esos temas de las ubicaciones (salvo las más fundamentales). 

—Janet, saca la comida que sobró de ayer y dale a unos perros de la calle, que están cerca de la casa.

Janet la obedeció, y puso toda la comida de ayer en 5 bolsas negras, ya que su mamá no la dejaría usar envases, o platos. Cuando salió de su casa, vio a Cristina, apoyada en el poste de luz, viéndola con una mirada tan fuerte.

Ella le hizo un gesto, para que pudiera venir y explicarle de algo.








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Punto pequeño

Capítulo 35

creativeLibrosJn

Publicado el: 22-03-2024

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