*Capítulo 36*

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Parecía que Cristina andaba mal, con los ojos lagrimeando y sufriendo por dentro, pero no lo mostró de una manera entendible. Mientras tanto, Janet le puso la mano en el hombro, para que pudiera mirarla de una vez por todo; sin embargo, no podía hablar más, ya que su mamá la miraba, eso por no decir que su hermano llegaría en breve.

—Estoy muy mal, ya que mi familia ha perdido la casa, donde solían hacer postres y cosas relacionadas con eso —explicaba Cristina—. Pero no quiero mostrarte mi sufrimiento, solo aparentarlo. Después de todo, el corazón se puede entender sin hablar.

—¡Qué! En serio no puedo creer lo que me estés contando, o sea, ¿y tu familia en qué va a ponerse a trabajar?

—Quizá en otra labor, como esa gente que se recursea en las calles o cosas así.

Cristina tenía los ojos tristes, pensando y pensando...

—No puedo hablarte mucho más, lo que pasa es que me iré a otro país y volveré en un mes —le contó Janet—. Pero volveremos a hablarnos, inclusive lo haremos cuando esté en Estados Unidos.

—Preocúpate por ti, mientras yo me preocupo por este dolor que me está pasando, es que es un tema mío que yo no quiero ponerme a aceptar.

—Tienes mi ayuda.

Su hermano Ignacio apareció, vestido como un profesor joven, que recién empezaba su carrera en la educación, lo bueno de todo era que su hermano no la molestó en la conversación.

De pronto y casi sin darse cuenta, Janet terminó la conversación y retornó a su casa, intentando explicarle lo que pasó a Ignacio, aunque no le contó nada secreto, ni fue tan explícita.

—Ella es tu amiga y no me meto en los temas de tu amistad —le dijo Ignacio—. Mamá se va a sentir muy alegre cuando vea que he vuelto, incluso va a pedirme un poco de dinero, ja ja.

—¿Cómo va a ser el lugar? ¿Es decir, habrá gente de mi edad o cosas así? —le habló Janet de forma muy fuerte.

—¡Solo te puedo decir que va a ser muy increíble! Más no te puedo decir...

Su mamá les abrió la puerta, y posteriormente se alegró, teniendo una sensación como de entusiasmo, aunque Janet comenzó a ponerse triste, sin saber la razón.

El hermano de Janet no se quedó a desayunar, sino que de forma rápida se quiso despedir de su mamá, ya que tenía que llegar de inmediato al aeropuerto (con Janet).

Con todo esto, ella salió de su casa y se sentó en una vereda. De repente, su hermano ya estaba ahí.

—Vámonos, que ya es hora de que todo llegue a empezar.

—¿Empezar qué?

—A explicarte algunas cosas, las cuales nunca llegué a hablar contigo, por eso me lamento haber sido un mal hermano.

Esas palabras le dieron a Janet en su corazón, no sabía ni como ponerse.

—No te preocupes, además mamá te va a apoyar siempre, aunque eso duela...

—¿Por qué va a tener que doler? ¿A qué te refieres Janet?

Janet se quedó callada, y solo se puso a mirar como los autos avanzaban.

Había un calor inimaginable, el cual te daba la necesidad de tener un ventilador, de agarrarlo con tus manos y nunca soltarlo, eso sin contar que la parte del auto está a también caliente.

A Janet le dio un poco de nerviosismo, y más cuando se empezó a aparecerse un señor con una cara más o menos enojada, como si llegara después de matar a alguien a apuñaladas, o simplemente alguien con un rotundo mal día.

Ella sentía la respiración de Ignacio, sus susurros mientras quería explicar cosas en su mente. 

—Estoy con ansias de que me digas...

—Tienes que esperarte Janet, por algo no te estoy llevando al país en el que yo radico, ¿no crees? —le contestó Ignacio, sonriendo con sus ojos—. Va a haber mucha comida, solo que esos tormentos se la acaban todo.

—¿Tormentos? —dijo Janet sin nada de entendimiento.

—Yo les digo de esa manera, en realidad son los hijos de una amiga, muy glotones por así decirlo—. Aunque, después de todo, siempre va a estar su madre, diciéndoles que no se coman todo lo que hay en la mesa.

—Oye Ignacio...

—Dime.

—Me he preguntado: ¿es en serio cruel y a la vez improbable ser una persona con un buen trabajo y estudios completos? En mi caso, aún no sé si eso me pase —le contó Janet.

—No te preocupes Janet, que aún no llega tu momento. El mío afortunadamente vino y tuve la oportunidad de recogerlo, solo que como todo hombre siempre están esos tontos problemas, que me ocasionaron perder unos cuantos kilogramos de mi peso, y eso, ¡eso sí que molesta! —le respondió Ignacio.

—Ya sé, pero responde bien mi pregunta.

Ignacio se mató de risa, y luego comenzó a usar los gestos.

—No es improbable, si haces las cosas bien entonces todo te saldrá bien —dijo Ignacio.

—Entonces, ¿por qué veo gente que es lo opuesto a ti? Es una tontería que un profesor te diga que tenemos las mismas capacidades, ¡es obvio que algunos son más inteligentes que otros! —se enojó Janet.

—Ellos tienen la razón, mientras que tú no. Todos tenemos las mismas capacidades, solo que no sabemos como explotarlas.

—Otros las explotan con mayor rapidez.

No volvieron a hablarse nada, hasta que estuvieron en el avión, donde su hermano se dejó vencer y le contó algunas cosas.

—Vas a estar como en un colegio, solo que todo el tiempo, también me voy a dedicar a que tú aprendas y no te quedes como una vaga.

El tiempo que Janet esperó para ir al departamento fue muy estresante, primero, atrás había una pareja de avanzada edad que hacía mucho ruido al dormir; para que las cosas se empeoraran más, a su costado andaba una chica arreglando sé el cabello con su secadora, la cual emitía un sonido muy grave y fuerte.

Mientras tanto, en la parte delantera se encontraba una persona totalmente barbuda, con matices de ser un "metalero". Aquel personaje cantaba muy fuerte, con una voz tan grave, que hasta los vendedores de fruta se hartaban.

Luego de pasar todos los tormentos, Janet estuvo en otra tierra...

Por primera vez en su vida conocía un nuevo lugar, totalmente diferente y al que nunca fue. Su hermano le pedía que se sujetara a él, ya que irían en bicicleta. Por alguna extraña explicación, solían dejar bicicletas públicas en distintas partes, a fin de que los ciclistas las puedan usar.

Y cuando terminaran de conducir, las guardaran en otras parte (no en cualquier zona), aunque, estar al lado de Ignacio y verlo conduciendo la llenaba de miedo, pues no quería chocarse con un auto, o incluso un tráiler (aunque no hubiera).









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Data:

Punto pequeño

Capítulo 36

creativeLibrosJn

Publicado el: 22-03-2024

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