*Capítulo 28*

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Su mamá iría a trabajar temprano, así que no sería necesario volverle a pedirle permiso. Janet ansiaba trabajar con los chicos del periódico, para poder ganar un poco de dinero, por lo que se dirigió a la tienda de aquel adulto mayor, en primer lugar saludando.

Y ahí estaba, explicándole a cada chico y chica qué es lo que harían. Janet llegó última, ya que todos estaban yendo en casa.

Saludó a Cristina, que había traído unas viejas zapatillas negras, las cuales eran para correr. 

—¿Qué haces aquí? Pensé que jamás volverías a venir —dijo Cristina.

—Solo necesito estar un rato con ustedes, para pasar un poco el tiempo —le explicó Janet con una cara amargada.

—Claro que sí, antes de eso necesito saber si tienes tareas, o no.

—¿Al parecer está mal que una chica haga las tareas en el colegio? Es que yo soy así, y lo suelo hacer tan rápido porque lo sé en mi mente.

—Wow, si ese es tu caso entonces prefiero aceptarlo, bueno, empezamos a hacer este trabajo muy fuerte —convencía Cristina.

Quedaron todos tan casados, que fueron al mismo tiempo dichosos, ya que el señor les dio a todos una malteada con hielos, para que pudieran refrescarse, además de que todos estaban sudados en gran manera. Janet probó un poco y cuando lo hizo, no paró de seguir bebiendo.

Se fue con Cristina a su casa, ya que ella le entregaría una caja de bombones de chocolates, puesto a que su familia trabajaba en repostería.

—Quédate adentro de la basura, y ahí te llamó para que vengas y recibas la caja de bombones.

—Pero es algo muy asqueroso—repuso Janet, con mucho asco de por medio.

—No importa tanto, además no hay tanta basura, solo bolsas, platico y eso; hasta el basurero es más grande que tu tamaño.

Janet le hizo caso y se colocó adentro del basurero, esperando a que Cristina saliera. Cuando estaba a dentro de una cosa tan horrorosa, sentía que el tiempo avanzaba demasiado lento, y eso no era capaz de comprenderlo ella.

Los padres de Cristina creían que aquellos bombones de chocolate se los daría a unos niños, que en algunas ocasiones tocaban la puerta para pedir comida. La amiga de Janet les mintió a ellos.

Hasta que por fin, después de tanto tiempo en la basura, pudo salir. 

—Es una caja que nunca has visto, y es porque es la empresa de mis padres, que suelen hacer este tipo de cajas, con su logotipo y esas cosas, así que siente que es un privilegio.

—La verdad muchísimas gracias, espero poder recibir de buena manera este gran regalo —contestó Janet.

—Eh sí, así mismo quiero que le digas a algunos de tus familiares, que mis padres están vendiendo postres.

—Lo haré.

Janet se fue, solamente para irse a la tienda de libros, porque a eso de las 6 de la tarde solía ser más calmado, y porque las personas que venían eran gente de su edad, que no hacía tanto ruido; cosa misma que pasaba con los niños.

Austin estaba más atrás, leyendo el mismo libro que necesitaba leer Janet. En esta ocasión, ella no lo miró tanto, con el único fin de no ser tan llamativa, sino que fuera él.

Y sucedió así, ya que el chico se levantó para poder hablarle de algo.

—¡Ya! No creas que soy un tonto que no sabe, sé que buscas el libro, pero antes... —se mostró Austin con mucho carácter.

—Dime.

—Quiero contarte de que estoy sufriendo tanto.

—Ay, por favor, eso no me va a definir en ser una buena persona.

Austin acercó la cabeza para mirarla más de cerca.

—Tú me habías informado que tenías un hermano mayor, que siempre te cuesta superarlo, ¿no es así? —dijo.

—¿Y como lo sabías? Chico espía, bueno para nada —se enojó Janet.

—Entonces, si quieres superarlo, intenta escucharme.

Ella le tendió una silla para que se sentara Austin, a pesar de que este ya la tuviera. Los dedos del chico le temblaban, incluso sus dos piernas estaban tan inquietas, sin la necesidad de estar quietas, calmadas.

De pronto Janet le pidió para poder hablar (si es que él lo necesitaba).

—Me ha dejado mi novia, y solo eso, ando y ando buscando en el libro una enseñanza que pueda ayudarme, ¡pero rayos! La gente dice que los libros te ayudan, y a mí en las situaciones específicas que tengo no me ayuda nada, ¡nada! —renegó Austin.

Eso le hizo pensar bastante a Janet, que después de escuchar eso, no le dirigió la palabra al chico, mas se fue de la tienda con una actitud meramente vacía, como si algo le faltara.

Janet se puso a reflexionar si solo conseguiría ayuda en libros, si aquello le podría ayudar del todo. Cuando trataba de defender su postura, al instante se le ocurría una idea en contra y el argumento se destruía. Janet estaba a favor y en contra (de que con solo un libro vería la ayuda).

Aunque luego pensó: ¿Su mamá se había enamorado de su padre con solo libros? En realidad, Janet tenía la respuesta, solo que a veces se contradecía, pues su situación era diferente, que los demás.

Como Austin...

El sonido de la ventana interrumpió la reflexión, y acto seguido se rompió, provocando muchos fragmentos en la sala. Lo que pasaba era que un chico la había roto con una piedra pequeña en sus manos.

Ella se enojó bastante, tanto así que fue directo a encararle y hablarle de lo sucedido.

—¿Por qué vienes a hacer eso en mi propia casa? ¿Ah? —se molestó Janet.

Antes de ella pudiera tocarle el pecho para empujarle, él se defendió en voz baja.

—Escúchame, posiblemente no me reconozcas tanto, y sí, lo entiendo perfectamente, pero soy él que estuvo en la ceremonia de tu tía —alegó.

Janet empezó a recordarse, y tenía razón; ni bien pasó eso, se retractó de su comportamiento y le estrechó la mano para saludarle de buena forma, además de decirle "perdón".

—Quería decirte que a muchos les ha gustado, y voy a estar en un pequeño trabajo, a pesar de que aún sea un menor de edad —añadió—. Igual, es un colegio privado que enseña a hombres de mi misma edad. Voy a estudiar gratis gracias a una empresa.

—¡Qué bueno que estés en ese plan! Me suena muy agradable que al fin tengas una mente muy clara.

Su mamá apreció como si nada, aunque no se detuvo a verlos, sino que sacó sus llaves para entrar. Janet ya tenía que irse, por lo que se despidió de él, intentando no malograr su actitud.

Lo que ahora le hartaba a Janet, era competir con su mente, o tener la más sencilla respuesta ante sus preguntas.








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Punto pequeño

Capítulo 28

creativeLibrosJn

Publicado el: 15-03-2024

Punto pequeñoWhere stories live. Discover now