*Capitulo 7*

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Janet nunca se había puesto a pensar lo que sentía estar en otra cama; a una corta edad, le hacía falta experimentar algunas emociones y sensaciones. La cama no podía ser tan cara, pero al menos otorgaba el beneficio de la comodidad. Era por esto que ella jamás daba vueltas, se sentía en las nubes.

Ellas dos se pusieron a hacer una pijamada usando algunas viejas sábanas de su mamá que se encontraban en los armarios. Pero al cabo de unos minutos, el sueño y el cansancio hacían mucho efecto.

- No creo que sea importante esforzarnos por nada. -le dijo Janet mientras golpeaba una almohada.

Se vio patética, al menos eso supuso Janet; en realidad, veía patéticas todas las cosas de niños, y aunque fuera una niña, eso no le importaba. Uno de los hermanos de Vania abrió la puerta ya que se encontraba abierta, él estaba descalzo.

Aparte de que sujetaba con todas sus fuerzas un oso de felpa, sus cejas eran tan enormes, aunque no parecía aparentar estar enojado o furioso. Se acercó a ellas dos para hablar.

- He visto que hicieron mucho ruido y pues, me llama la atención conversar con ustedes.

Vania pensó qué cosas tener que hablar con su propio hermano, y que a la vez sea agradable con Janet.

- Oh sí, él es mi hermano Augusto, es muy buena onda además de aparentar ser una persona un tanto habladora. -le contó a Janet.

El hermano de Vania no tenía un comportamiento extraño, al menos eso se hacía notar. Abrazaba con todas sus fuerzas un oso de felpa que poco a poco se iba arrugando de tanta presión. Como toda persona tímida, Janet no se acercó para saludarlo, ni siquiera un "hola", ya que no conocía nada de él hasta ahora.

Aunque le causaba incomodidad que Vania le insistiera en algo que claramente no quería, a regañadientes aceptó.

- Preguntaba si ustedes podían darme un espacio para poder quedarme.

Janet cruzó los brazos y luego vio que sus zapatos no estaban en el suelo. Ambas chicas hicieron un espacio para que él pudiera dormir, y antes de hacerlo observó las ventanas, ya que le daba miedo a las extrañas criaturas.

Por eso hablaba tanto, llenando de miedo a Vania, que tristemente se lo creía, mientras tanto, Janet solo se limitaba a escuchar las mentiras que se decían. La puerta sonó otra vez, era la mamá de Vania.

Ella estornudaba conforme se acercaba, vio a todos lados para no interrumpir a nadie, en esos momentos Janet fingió dormirse. De pronto se les acercó para preguntarles si aún se encontraban cómodas.

- No mamá, no tanto, creo que Augusto se ha quedado dormido.

- Ah sí, no te preocupes, él suele ser así. -le respondió su mamá. - Además, vigila que tu amiga se sienta bien.

En ese preciso instante, Janet anhelaba sacarle de las dudas y responderle que todo andaba bien, pero no pudo, ya que Vania respondió de inmediato. Y al fin estuvieron solas los siguientes 40 minutos. Pero existía un problema, su collar ya no estaba.

Lo buscó por la cama, aunque luego se le pasaron las ganas de buscar. Se acercó a Vania para explicarle un poco del libro de enseñanza que había tenido la oportunidad de encontrar.

- No sé si decir que es uno de mis grandes descubrimientos. -le dijo Janet. -Hey.

Ella golpeó a Vania por la espalda para explicarle lo que había leído, sin embargo, habría muchas dudas y menos entendimiento.

- Dime.

- Me siento un poco molesta, es que ha pasado el tiempo y aún no hemos hablado de lo que te dije al inicio. -le explicó Janet.

- Y yo tampoco te he explicado el problema que tiene mi hermano.

- ¿Cuál?.

- Es alguien muy hablador, incluso el doctor le dijo que tenía un trastorno.

Janet se sorprendió aunque luego cambió de tema.

- ¿Cuándo hablaremos del libro?.

- Puede ser mañana, ya que en la noche no me gusta pensar tanto, ni siquiera hacerle caso a mis amigos ja ja.

Ellas dos se durmieron por unos minutos. Se sentía como si la cama te atrapara para dormir, si tan solo el sonido del techo moviéndose no estuviera, aparte de que solía caer un poco de polvo, y para empeorar las cosas, caía justo en el rostro de Janet.

No sabía cómo estaría la casa sin ella, quizá divirtiéndose o pasándola bien, o con algunas preocupaciones. Así que se levantó de la cama para poder examinar un poco, siendo asustada rápidamente por Vania, quien la tomó de la espalda y la mandó directamente a la cama.

- Mi mamá nos va a ver. -le dijo Vania.

- Es que siento la necesidad de salir.

- No sé si ayudarte, las puertas están cerradas con candados, ya sabes. -le contó.

- Explícame por qué no puedo salir por la puerta de salida.

- A veces mi mamá vela mucho por nuestra seguridad, ya que cree que en las noches salen personas de mal vivir y cosas así.

- Yo necesito salir de aquí.

Vania ya sabía cómo actuar ante la petición de Janet, ella le pidió que la siguiera para mostrarle una salida un tanto buena pero arriesgada. Tenían que pasar por el cuarto de su mamá, y después aparecería una escalera de fierro, lo malo era que las paredes estaban muy altas.

- Esta es la salida, lo único malo es que tienes que pasar por el cuarto de mi mamá.

"No será difícil", pensó Janet mientras se rascaba la barbilla. Sin miedo aparentemente, pasó por el cuarto, aunque sus pies sintieron algo muy esponjoso que movía su cola y cuerpo.

Aparte de que le daba un poco de risa. De repente, cuando Janet siguió pisando el suelo, escuchó el sonido de un gato retorciéndose de dolor, este salió corriendo despavorido, provocando que la mamá de Vania saliera de inmediato para ver qué pasaba.

Por suerte, Janet se escondió en una pared, la oscuridad ayudaba demasiado.

- Creo que me acaba de ver. -se enojó Janet.

- No, no es eso, ya que se acaba de ir a dormir de nuevo, ahora ve porque ahí estará la escalera. -susurraba Vania.

- Umm, pienso que sí.

Janet salió al fin, aunque posteriormente se provocó un dolor en la pantorrilla. Le daba mucha cosa llevar la misma ropa todo el día, iba en contra de su hábito común.

Se escuchaba a lo lejos las canciones favoritas de Ignacio, lo que indicaba que la fiesta aún no terminaba; desde la ventana, Janet pudo ver a sus amigos tratando de bailar, a pesar de tener una enfermedad ósea en la pierna.

Mientras que su mamá no estaba del todo alegre, porque no se le veía bailando. De todas maneras, cuando ingresó Janet a la casa, fue recibida muy amablemente.

- Qué bien que has llegado. -se alegró su mamá, ahora ve y entra.

- Mmmm. -dudaba Janet de aquellas palabras. -¿Ya no estoy castigada?.

Su mamá se fue sin responder su pregunta.

El hermano de Janet ya había salido de bañarse. Luego, con una expresión alegre, agarraba una bolsa de basura que estaba llena; resulta que adentro había regalos para cada familiar.

- Es un regalo para que ustedes puedan recordarme, y que me recuerden. No se olviden de prepararme mi comida favorita para cuando llegue. -bromeó.

El regalo también le fue entregado a Janet.

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Data:

Punto pequeño

Capítulo 29

creativeLibrosJn

Publicado el: 29-02-2024

Punto pequeñoWhere stories live. Discover now