*Capítulo 15*

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No, todo estaba más peor que lo imaginado. Las personas de las casas ya habían apagado sus luces, mientras que Janet solo se orientaba con la televisión prendida que su padre había dejado. Ya en su cabeza, Janet creaba situaciones falsas que estarían por suceder ahora mismo.

A su atrás le seguía Cristina (a pesar de no haberla seguido desde el inicio). Cuando ellas dos se pusieron a conversar, se apareció a lo lejos el rostro de su mamá, ella señalaba con los dedos hacia Janet. 

—M… Me tengo que ir porque ya es muy tarde y mis padres van a pensar que soy una extraña, así que voy a estar bien.

—Cuídate —le respondió Cristina.

Más que estar furiosa, su mamá atinaba también a golpear cada parte de la casa, las paredes, algunos cristales que se encontraban en la mesa, las cucharas. En miles de problemas rondaba Janet, aunque con un poquito de dinero.

Su padre seguía sentado en el sofá, andaba en un traje elegante aunque de oficio, luego observó cómo él se acercaba para hablarle. En primer lugar, le entregó un dulce abrazo, y luego, no se pudo agachar.

—Janet, sé que estás viviendo los peores días en tu vida, yo a veces quisiera no vivir tan mortificado por los problemas con la economía, pero...es necesario cambiarte de colegio —sacó su padre al fin las palabras.

Esto no le agradó tanto a su madre, que se acercó a él para encararlo y decirle que nunca acordaron hacer eso (cambiar de colegio a Janet). Janet se quedó en la cocina, tratando de ver si aparecía una jarra de agua hervida. Estaba muy tensa, con el corazón triste porque sus padres volvieron a pelear.

En esta oportunidad fue por la decisión de su padre, que deseaba insensatamente que Janet se cambiara de colegio; no obstante, su mamá se oponía completamente. Y de esa manera inició una larga discusión, por suerte todo estuvo calmado, a diferencia de otras peleas.

El hermano de Janet le mandaba a cada rato fotos, donde salía al lado de quien parecía ser el decano; eso indicaba que se encontraba estudiando en un colegio en Estados Unidos. Le pareció tan increíble a Janet, su cabeza y cómo sabía pensar. Suponía a cada instante que Ignacio nunca tomaba malas decisiones.

Su vida volvió a caer en depresión. Cada cosa que tenía necesidad de hacer, la hacía a duras penas, sin la voluntad. Casualmente en su colegio habría una actuación, en la que muchos estudiantes del mismo colegio primaria de Janet, saldrían para mostrar un poco de sus habilidades.

La profesora le quiso dar un puesto en el elenco de teatro, siendo totalmente rechazado por Janet, que no se mostraba cómoda en actuar, primero por la vista de todos y porque la actuación la consideraba un tanto inmadura, donde la gente hacía movimientos porque sí.

Esto no pasó con su amiga, Vania, quien tendría el oficio menos estresante. En su otro salón se habían quedado en hacer la escena de una caricatura; ella sostendría, junto con otras chicas de su edad, la escenografía.

Y el día llegó. Janet, un tanto ansiosa por lo que vaya a pasar más adelante, se quedó adentro de la zona de teatro, viendo como todos los que actuarían se cambiaban, en ciertas ocasiones practicaban el guion.

Una maestra que nunca la enseñó se acercó para pedirle la silla, Janet con todo gusto se la entregó. Quedaba como una tonta, a diferencia de todos que al menos tenían algo que hacer.

Ni siquiera en su salón había gente, quizá si te quedabas por media hora lograrías ver a uno o dos estudiantes, que siempre eran la pareja del salón, la más conocida. Vania se acercó por atrás para hablarle la hora en la que saldría a actuar.

—Espero no te demores tanto —le informó Vania—. Porque me pondré muy furiosa de que no estés.

—Descuida, que estaré libre todo este día, más bien quería pedirte un escondite, porque no me apetece mirar gente —renegó Janet.

—No se me ocurre ningún lugar para que puedas esconderte. En el baño no puedes, ya que ahí están todas las chicas cambiándose, ni mucho menos en el baño de chicos, porque todos se cambian y luego te molestarán por estar ahí, pensarán incluso que eres una rarita. 

Ella, tratando de esconderse en uno de los casilleros viejos, pertenecientes a un almacén de fotos del colegio, sintió los pasos del director. Janet fue rápida y cerró  el casillero. Su mente pensaba en cómo salirse de ahí.

Veía  gente pasando, sin verla aún. Nunca se dio cuenta, pero Janet se topó con unas cuantas fotos abajo; eran de la graduación del director y de Ignacio.

El sonido del micrófono sonó, debido a que el director hablaba, explicando algunas cosas y puntos para poder realizarse de lo mejor la actuación, aparte de que era la celebración del día del campesino.

De repente vio cómo pasaba Vania. Janet, gritando su nombre, le pidió que la sacase del casillero. Al principio su amiga no le hizo caso, pues no sentía su voz. Quizás, si Janet no gritaba lo suficiente, jamás hubiera salido de ahí.

—Me has traumado lo suficiente, y en serio, la próxima vez vamos a acordar ponernos un apodo, un apodo que solo nosotros sepamos —dijo Vania.

—Tú decide si hacer eso, me avisas cuando quieras.

Pero sus manos de Vania la detuvieron, ella la miraba para pedirle algo.

—Quiero que me veas, porque luego va a pasar algo super cool

—No lo sé, Vania, puedo acompañarte, pero será por un corto tiempo; además, necesito limpiar.

—Creo que eres muy indecisa y egocéntrica.

Janet no sabía que esos adjetivos podían interpretar su identidad, por dentro pensó en reflexionar y sacarle el significado a aquellas palabras, no quería hacer enojar a Vania. Luego de haber limpiado todas las mesas y el salón, se olvidó de sus pensamientos.

Sin pensarlo más, se dirigió a la entrada del patio, en el que se harían todas las presentaciones. Todo empezó con los primeros salones del colegio, niños del primer grado o segundo.

Aparte de Vania, no se recordaba otra persona del colegio que conocía, nada de nada. De pronto vio a sus padres, tratando de buscar su salón. Janet no quería voltear a verlos, pero por desgracia la vieron.

—Ya sé dónde estás, Janet —le habló su mamá—. Debes estar con tu grupo o elenco, yo qué sé, pero tienes que estar junto a ellos.

—Mamá, ya te dije que eso no me importa, además me da un pánico actuar junto a ellos.

—Si al menos deseas superar a tu hermano, empieza haciendo las cosas demasiado obvias —se molestó su mamá.

—No sé a qué te refieres con "cosas obvias".

Su mamá la mandó al baño para hablar de forma privada.




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Punto pequeño

Capítulo 15

creativeLibrosJn

Publicado el: 06-03-2024

Punto pequeñoWhere stories live. Discover now