*Capítulo 23*

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Un paso en falso había provocado que la amiga de Janet se cayera, formando así una herida en su pierna. Sus amigos no estaban enfocados a Vania, sino a como salir de ahí.

Janet sabía que tarde o temprano Vania sufriría una enorme herida en su pierna, aunque la sangre seguía saliendo y para la mala suerte de ella, nadie tenía papel higiénico para entregarle. Ya era la tarde, y todos los de la escuela se fueron, solo quedaban ellos.

—Debemos de irnos, además ¡mira tu pierna! Mal ha quedado —le regañó Janet—. Vámonos de aquí.

Sin embargo, los chicos a fuerzas trataban de no dejar ir a Vania, sino que se quedara junto a ellos. Al ver a Janet que no pudo hacer nada más, avanzó hacia la salida para poder irse, aunque, de todas maneras, la volvería a ver a su amiga.

Aquellos chicos solían ser un poco influenciadores, incapaces de someterse a las reglas; prácticamente no pensaban en las consecuencias, solamente en lo divertido, y eso Janet no lo aceptó aparte de que uno de esos chicos había quedado en problemas alcohólicos, tanto así que lo tuvieron que expulsar del colegio; era por eso ella tenía miedo de que Vania se pudiera juntar con ese tipo de personas.

Alguien tocó su espalda y luego la frotó, por unos minutos pensó que era alguien que conocía, o por así decirlo una chica, y no, eso no fue.

—Aún me sigue doliendo la pierna y créeme que es muy doloroso, vamos a mi casa para sacar un papel higiénico y limpiarme —se lamentó Vania tocándose la frente.

—Te he dicho que dejes de relacionarte con esas personas, parecen como gente inmadura, y eso mismo te va a llevar al son de tu propia muerte —se enojó Janet

—No seas tan molesta, Janet, pues todos sabemos que aún son niños.

—Corrección, yo estoy en el último año y la verdad ya no trato de hacer esas cosas.

—Pero... antes sí las hacías e igualmente no te juzgaba.

—Ahora es diferente, me refiero a "antes".

Una mujer con un niño en su espalda, les empezó a hablar, bajo ninguna circunstancia soltaba a su bebé, para así no provocar una caída. Tenía el rostro demasiado quemado y el cabello totalmente desordenado.

Ella quería un apoyo siendo niñeras, y que cuidarán a sus hijos, como su mamá iba a ir a recoger algunos útiles que daba el colegio público (o también alimentos del estado).

—¿Tú que crees Janet? ¿Aceptamos?—se lo preguntó Vania.

Janet le pidió a Vania susurrar, para así hablar en silencio y no ser escuchados por la señora. 

—No tengo la respuesta para todo, pero hay que aceptar, ya que de todas maneras no estamos ocupadas.

—Pensé que estarías ocupada haciendo las tareas.

—Si es por una buena causa, no perderemos el tiempo.

Ella las dirigió a una casa que parecía ser un departamento, las paredes cubiertas de moho y el piso llevaban años sin ser limpiados, provocando que sea el "baño" de los perros y gatos. Un sujeto, que iba sin polo, se acercó a la ventana para botar un jarrón de vidrio transparente, que bueno que no le cayó a Janet.

Ambas tenían miedo, y mucho más porque un perro vigilaba la entrada, por ende la señora no vino por aquella parte del departamento, sino por otra.

Tenían que cruzar un baño un tanto sucio, donde había un montón de basura, donde el olor era muy maloliente. Ellas tuvieron que caminar sin mirar a ningún lado, porque tenían ganas de vomitar.

Y al fin estaban, en el último piso en el cual había una especie de cuarto, donde se encontraba la cocina, el baño y un cuarto pequeño. Janet juraba que el tamaño de su propio cuarto era más grande que este.

—Chicas, aquí les dejo un poco del biberón, y algunos pañales en los que deben de cambiarles, ¿Oyeron?—comenzó a hablar aquella señora.

—Claro, señora, pero ¿hay alguna información de los tiempos para cambiar los pañales?—preguntó Janet.

—No lo sé, a veces suelen hacerse a esta hora, y otras unas horas después.

La señora iba a tardar 5 horas en llegar, puesto a que, para llegar a la escuela, tenía que tomar unos 5 carros. Janet le tuvo un poco de pena.

Y todo comenzó, la señora había cerrado la puerta con llave, lo que indicaba que no podían salir hasta que ella viniera. Janet revisó cada parte de la casa, y así vería qué podía hacer. Un camarote en el que estaban los 5 hijos de la señora; todos, absolutamente todos, eran de 1 o 2 años. 

Tan solo uno tenía la edad de 4 años, lo que daba a entender que estaba en la escuela inicial.

—¿Ustedes quienes son?—preguntó aquel niño pequeño.

—Somos una especie de niñeras, ¿quieres qué te pongamos tu caricatura favorita? ¿O así nomas está bien? 

—¡Sí! Háganlo que con gusto lo voy a ver.

Janet prendió la televisión, aunque, no hubo ningún canal que estuviera funcionando, el único que sí lo hacía era el de noticias y puras noticias. Tanto se imaginaba ella, queriendo hacer sus tareas mientras cuidaba de los niños.

Aunque, en ese momento nunca llegó traer sus cuadernos...

Mientras las dos chicas dormían en el suelo con una manta improvisada, iban hablando de ser malas y de la herida de Vania.

—¿Te sigue doliendo mucho? ¿O ya paró la herida en tu pierna?—preguntó Janet.

—No, sigue doliéndome, pero esta vez con menos intensidad, no como antes— se molestó.

—Voy a tratar de hablarte mientras me encuentre en mis clases del sábado, si o si necesito aprobar y poder salir con buenas notas.

—Vamos a extrañarte, aunque es un camino diferente, cosa misma que yo no quisiera pasar.

—Algún día voy a volver a la tienda de libros, solo cuando consiga de nuevo ese libro que Austin se lo llevó.

El grito de un bebé sonó, lo cual indicaba que necesitaba el biberón, así que Janet se acercó para darle de beber.

Y ahora otra vez se escuchó el llano de otro bebé, que suplicaba cariño y que alguien le hiciera reír. En esta oportunidad le tocó su turno a Vania, que ya estaba muy cansada.

Hasta que llegó la señora, que toda su frente estaba muy sudada.

—¿Ya atendieron a mis niños? Supongo que están bien.

—¡Sí, señora! Todo está más que bien, aunque, pensé que nos daría algo a... —dijo Vania sin completar sus palabras.

Resultaba que Janet la había cortado, para que no pudiera mencionar el tema económico.

—No se preocupe, señora, nosotras nos vamos a ir, ¡solas!—confesó.

—Entonces espero que se cuiden chicas, porque la próxima vez podrían ayudarme.







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Data:

Punto pequeño

Capítulo 23

creativeLibrosJn

Publicado el: 12-03-2024

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