*Capítulo 5*

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Su mamá de Janet le contaba detalle trás detalle a su marido lo mal que se había comportado su misma hija, incluso le mostró la pequeña servilleta donde salía escrito unas palabras, por todo el dolor y  sufrimiento, Janet no quería observar que cara pondría su padre.

Cuando había algo que no le gustaba, lo ignoraba, de esa forma era como si despreciase algo. El techo sonaba mucho ya que siempre algunos pequeños animales se metían arriba, lo peor era en la noche donde hacían ruidos como si estuvieras en peleas.

Hoy tocaba hacerse la celebración para Ignacio, y después de eso él se marcharía directamente para Estados Unidos, pero aquella fiesta se la perdería Janet, a causa de otro castigo por su mamá. Ella había tocado su puerta para informarle eso, aunque en vez de enojarse, estuvo normal, con la mirada al frente.

Janet estaba aburrida, necesitaba ayuda pero no cualquier ayuda, algo que fuera directo y no consejos que usarán metáforas, por lo que fue a buscar cada página electrónica donde aparecieran libros así, buscando y  buscando encontró uno el cual fue muy llamativo para ella.

No solo por colores de la portada, sino porque al ver Janet una pequeña parte del libro; el contenido fue algo emocionante, primero el autor explicaba una pequeña experiencia de su vida frente a cada problema, luego en base a ello daba la enseñanza.

Janet quedó sorprendida debido a que en algunas partes se mostraba los mismos problemas que el del autor. Pero hasta aquí llegaba pues el libro era de paga y Janet aunque tuviera dinero, no tenía una tarjeta como si fue en el caso de su mamá.

Ella buscó de nuevo, esta vez con el título y el autor, sin embargo ninguno se mostraba igual ni siquiera los otros libros explicaban lo mismo que el que vio Janet. Creía que en la tienda de libros  podría haber estado, existían pequeñas desventajas pues si no lo encontraba iba a ser como una especie de perdida de tiempo.

Además sus padres no eran buenos amigos para Janet, es decir, no le dejarían salir por el castigo. Como el techo de la casa estaba como el de un material más o menos frágil, Janet decidió romperlo pero sus mismas manos no le dejaban.

Ella caminó por cada lado, hasta que se acordó que en unos de sus cajones tenía una navaja o algo que se parecía, siempre lo llevaba para poder hacerles la punta a sus lápices y colores. Sin pensarlo más, Janet empezó a cortar un hueco mientras se subía a su armario.

La altura está vez estaba del lado de Janet y no el de su hermano...

Hasta que lo logró, demoraba un montón tener que encajar tu mismo cuerpo en aquel hueco, a pesar de ello su peso le ayudó y no se quedó atrapada. Ahora faltaba tirarse en el techo, lo cual significaba sacarte una gran herida y que posteriormente te daría una gran costra.

Su bicicleta vieja ya no estaba, así que Janet tuvo que caminar lo más rápido posible. Ella evadía los autos  que se metían al otro camino para así vencer al tiempo.

Janet iba a la tienda de libros desde hace dos años, después de que la profesora de esos tiempos la mandara directamente a leer, como Janet era tan antilectora fue un gran desafío pero también existían las cosas buenas y más porque la chica encargada de la tienda parecía que le daba apoyo.

Le dejaba llevarse cada libro si quería aunque en un tiempo ya definido. Por desgracia, desde lejos no pudo ver a la misma chica sino a un adulto de 23 años, este se ponía un traje como muy elegante, tenía el rostro como el de un tipo amargado pero alegre y nervioso.

— Hey — le saludó Janet. — ¿Y la chica encargada de la tienda? ¿Donde está?.

El adulto decidió revisar aquel tarjetilla donde se informaba por qué era el remplazo.

— Hola sí, es porque aveces muchas personas suelen romper las hojas de los libros, además de que en ciertas ocasiones se llevan los libros para siempre, como mayormente son niños no podemos denunciar eso. — explicó el encargado

— Es que quería leer un libro.

— Ahora para hacer eso debes de comprar un libro, porque de lo contrario necesitaría decirte que te marcharas.

— Vamos, solo una vez, es que en serio requiero de ese libro.

El adulto aceptó aunque antes de hacer eso, repuso que la acompañaría para poder vigilar que no se llevara ningún libro aparte también para revisar que las hojas andaran en un buen estado. Janet revisó en cada estante el libro, primeramente se dirigió en la sala de libros morados (ya que de ese color era la portada).

En cada estante de libros solía haber un pequeño papel forrado donde salía el nombre del libro, solamente para personas que no veían el mismo título.

Habían más libros morados que amarillos, le alegró mucho a Janet al ser ese su color favorito. Una sorpresa vino a su vida pues había visto que en el estante decía el mismo nombre del libro, pero no había nada.

Janet entró a una depresión muy grande, mientras ella sufría, aquel adulto se revisaba las uñas para ver si estaban cortadas.

— Si no encuentras el libro creo que tendrás que marcharte.

Un paro cardíaco fue el que estuvo a punto de darle a Janet, porque alguien había roto el vaso de café, este fue un chico que casualmente tenía el libro que estaba buscando ella.

No desperdició la oportunidad, así que se acercó a él para pedirle aquel libro, el chico no la veía tanto ya que más andaba ocupado en limpiar la mesa.

— Hey, no sé cómo te vayas a llamar...

— Austin. — contestó el chico.

— Eso mismo, mira necesito el libro del cual estás leyendo. — le dijo Janet en pocas palabras.

— Pues, te lo daría pero no creo que una chica como tú tenga problemas, ¿ya viste mi cara? parece que tengo muchos problemas y sí, sí es verdad.

— No me importa tu vida, solo quiero obtener el libro... Austin. — insistió Janet.

Le daba pena tener que decir su nombre.

— Aun no he comprado el libro pero si gustas podemos leerlo juntos, antes de que me vaya en unos 30 minutos.

Esa fue su unica opción, y que si no aceptaba tendría que irse. A causa de esto, Janet aceptó sin nada que decir.

— Esta bien.

Él le explicaba uno de los problemas que él tuvo, donde se apareció la mala suerte de ser expulsado de la escuela por una injusticia, ya que cuando el profesor recogía los exámenes ya echos, le tocó el turno a Austin, al ver su nota, el chico arrugó el papel por todo el enojo.

Y eso le costó una expulsión de por vida.

— Lo increíble de aquel autor es que, sí ese problema no le pasó a él, decide contar experiencias de otras personas que conoció.

— Yo tengo problemas con... — dijo Janet aunque luego se arrepintió de completar las palabras.










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Data:

Punto pequeño

Capítulo 5

creativeLibrosJn

Publicado el: 28-02-2024

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