*Capítulo 26*

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Antes de que Janet pudiera abrir la puerta, observó que su mamá agarraba el maquillaje para ponérselo a ella. Resultaba que también quería verla maquillada.

—¡Mamá! No quiero nada, así que no te preocupes de nada —se molestó Janet.

—No hija, a mí no me vas a decir que es lo que tengo que hacer, de todas maneras soy tu mamá.

Sus mejillas parecían muy rojas, al menos no le había pintado su cabello. Luego de esto, ellas se fueron en un taxi para que les pudiera llevar muy rápido, aunque a Janet le incomodaba el olor de la gasolina, pues se sentía raro y adormecía su cerebro.

Al cabo de unos 30 minutos, habían llegado a una especie de local, que era uno artificial (Janet no recordaba aquel nombre).

Su mamá ocupó las primeras sillas, debido a que era un familiar directo. Todos los invitados la veían a su mamá como alguien diferente, muy hermosa y muy suave. De pronto ella le hizo un gesto a Janet para que viniera y se sentara más cerca.

—Mamá, esto suena muy incómodo, es decir, parece que no ha venido tanta gente como lo he pensado.

—Así es hija, a veces dicen para venir a tal hora, y luego lo terminan haciéndolo después de 2 horas.

De repente, su tía con su esposo salieron juntos, con el mismo traje al que fueron esa vez que se casaron. Janet podía notar que el vestido era diferente, un poco más antiguo que los modernos. La suerte le cayó mal a Janet, que su tía la llamó para que pudiera dar unas palabras a todos los presentes.

Sin embargo, ella no quería, ya que no tenía las palabras para hacerlo, pero por el peso de las caras de la gente, y porque así se lo demandaban, lo hizo. Tomándose unos cuantos segundos, decidió acercarse un poco más, y observar a todos.

—Sí, la verdad es una fecha lo bastante especial, por lo que me agrada que algunos de ustedes estén prestos a venir, y así compartir ese increíble acontecimiento —improvisó Janet.

Aunque, el esposo de su tía le susurraba para pedirle que siguiera hablando, Janet otra vez volvió a hacerle caso y continuo con las palabras.

—Estoy muy agradecida de haber formado parte de esta increíble familia, la misma en la que están mis "tíos".

Janet no pudo sentirse más asqueada diciendo la palabra "tíos", palabra que jamás en su vida pudo pronunciar, las veces que lo hacía era cuando ellos la visitaban.

—Espero que todos los presentes estén disfrutando de su estadía en este local, y me parece buena idea que celebremos lo que le ha pasado a ellos, como una pareja feliz...

Aunque, la tía de Janet decidió sacarle el micrófono de las manos para hacer como si nada hubiera pasado, se puso a hablar y explicar un poco de cómo fue el matrimonio. Mientras tanto, Janet no podía contenerse, estaba tan avergonzada que vino a la cocina (porque el local conectaba con la casa de sus tíos).

Topándose con muchas personas que se ponían a preparar la comida para los invitados, aunque, ya todo andaba hecho, lo único que faltaba era los bocaditos y empaquetar la comida.

—Ya que te encuentras aquí, ayúdanos a poder alistar toda la comida —le dijo una señora con un poco de enojo.

Janet le prestó atención, así que fue a buscar por cada parte si estaban los platos descartables o algo por ese estilo. De pronto, observó que había una puerta de triplay, que cubría una habitación, como si fuera una especie de puerta.

Ella con un poco de curiosidad la abrió, dándose cuenta de que se encontraba un niño escondido, llorando desconsoladamente, sin nada que lo atienda.

—¿Qué estás haciendo acá? ¿No deberías estar con tus padres o algún otro familiar?

—Por desgracia no puedo, es por unos temas personas que tengo.

Janet agarró una silla de la cocina (sin que nadie se pudiera dar cuenta) y se sentó para mirar más cerca al chico.

—¿Qué ha pasado? Cuéntame que acá estoy para poder prestarte atención.

—Son temas que quiero mencionar, pero no me siento apto, lo único que diré es que por ese tema me estoy escondiendo.

—Sé un poco más específico, que no te entiendo nada.

El niño se había resentido después de escuchar esas palabras. Bajó su cabeza para abajo, para poder poner sus manos y así evitar que las lágrimas cayeran en su propio pantalón.

—Es algo sencillo de explicarse, cada día les explico a mis padres de una enfermedad, o algún trastorno que tengo —añadió el niño—. Por eso mismo es que me quedo solo, porque mis padres ni siquiera pueden atender mi dolor.

—¿Cuál es ese trastorno? —preguntó Janet con un poco de inquietud.

—No siento el sentido del gusto, ni siquiera del olfato, aunque existe otra cosa que va en contra de lo que tengo, y es que quiero ser cocinero.

—Debe sonar muy triste poder vivir eso; sin embargo, déjame decirte que igual puedes ayudarnos.

—¿Ayudarles en qué? No estoy capacitado para saber si la comida está bien hecha.

—No quiero sonar muy cursi, pero no es necesario, si sabes que lo estás haciendo bien, date por seguro que todo será bien.

Ella le pidió al niño acercarse a la cocina, para que algunas de las cocineras pudieran hablarle y pedirle que cocinara algo. Sin embargo, no había nada más que hacer, la comida y la sopa estaba lista.

Salvo de que algo más faltaba, un pequeño bocadito que acompañaría el inicio de la ceremonia. El niño quería preparar un postre que le habían enseñado en su tierra.

Mientras él lo preparaba, veía a los invitados un tanto aburridos, por lo que se acercó al frente, o más o menos donde todos los invitados la podían ver. Rápidamente, Janet abrió su boca para contarles a todos un poco de su vida, no las más felices y alegres, sino las más chistosas, porque en el fondo sabía que a todos les iba a gustar.

Su mamá no estuvo de acuerdo con lo que hacía; por ende se levantó de la mesa para dirigirse a su hija y hablarle del ridículo que hacía.

—Hey Janet, no es tu celebración ni mucho menos para que cuentes cosas privadas.

—Son cosas un tanto chistosas, mamá, así que no creo que lo lleguen a tomar a pecho.

—Claro que sí lo harán, ahora quédate conmigo en la mesa para que podamos sentarnos juntas.

Janet ya no tuvo más opción, ni siquiera de contradecir las palabras de su mamá. Luego de esto, ellas se fueron, no sin antes recibir un poco del postre, que el chico había preparado.






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Punto pequeño

Capítulo 26

creativeLibrosJn

Publicado el: 13-03-2024

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