*Capítulo 2*

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Gritaban tanto que a la vez podría decirse que era demasiado, pero las cosas tomaron un sabor muy picante debido a que esta vez el grupo de chicas la empujó, todo esto fue visto por Janet, nadie más veía ese suceso por la diversión.

Janet no sabía qué hacer, las reglas en la escuela eran tan estrictas que si te metías en problemas, tus padres podían llevarte a la dirección y era muy molesto que se metieran contigo por defender a alguien. Aunque ella se contradecía, por un lado quería ayudarla y en el otro no.

Pero también pensó en su hermano y en las cosas que hacía para poder despertar el orgullo en sus padres, lo cual le hizo redefinir sus pensamientos. Janet quería limpiar su vida y no ser considerada una loca o fracasada, así que con las manos en puño decidió levantar a la chica que estaba siendo atacada.

Esto fue visto por las demás, quienes conocían a Janet aunque se sorprendieron mucho por el actuar de ella por una chica que nunca había conocido en su vida.

— Ay, Janet, pienso que estás loca por hacer esto, no es posible que te dediques a ayudar a alguien que no te incumbe. — dijeron.

— No es eso. — le respondió Janet mientras pensaba. — Es solo que se están metiendo con una persona que no tiene nada que ver, aparte pueden ir a molestar a otras chicas o incluso chicos si es que lo desean.

— Tú sabes que no queremos hacerlo, ¿no te da un mínimo de gracia verla así? con un peinado extremadamente raro.

La chica que fue defendida por Janet ya andaba desplazándose hacia su salón sin previo aviso.

— Puede darme gracia, pero no creo que eso sea motivo como para hacerle esas cosas. — volvió a hablar Janet.

Janet procedió a seguir a aquella chica, quería preguntarle algunas cosas de ella para así conocerla. Dentro de su corazón ansiaba tener una amiga en su vida, para despejar cosas como pensar en la atención de sus padres o mendigar cariño familiar.

Para la suerte de Janet, ella se estaba amarrando los zapatos, lo que fue un alivio puesto que no sabía qué hacer.

— Hola. — le saludó Janet.

— Ah, hola, creo que tú eres esa chica que me ha ayudado en frente de todas, es que me indigna que me traten así. — se molestó, aunque luego alzó su mano para tener un saludo.

Ellas dos se saludaron lentamente.

— Soy Janet, y creo que estoy perdida en mi mundo, en un mundo donde no sé qué hacer, pero no hablemos de mí, mejor hablemos de ti. — dijo Janet con las manos en los bolsillos de su casaca.

El piso del colegio estaba recién mojado, todo porque los encargados de limpieza vinieron tarde y no en la hora que acostumbraban venir. La chica que conoció Janet le hablaba cosas de ella, como sus secretos y sueños de la vida.

Así como su nombre, Vania. En su cabeza, jamás Janet pensó conocer a una chica con ese nombre, no es tan común, al igual que recibir palabras bonitas de sus padres.

— Buen nombre, Vania, creo que he escuchado tanto de ti pero algo se me ha quedado grabado. — dijo Janet que estaba recordando algunas palabras de Vania.

— ¿Como cuáles?. — le preguntó Vania.

— Pues, en primer lugar, tu edad. Eres un año mayor que yo y pienso que tienes unos dos años por delante.

— Hablas como si estuviera a punto de morir.

Mientras caminaba por el patio de fútbol, observaba que su mamá se encontraba por ahí, un poco desorientada, buscando ayuda por todos lados mientras sostenía su DNI y algunos papeles blancos. Ella abría su boca para poder preguntar a cualquier chico o chica.

Janet se quedó mirando, no sentía que pasaba algo, sino que de repente se trataba de un cambio de colegio, o algo diferente. Vania incluso la empujó porque no le hacía tanto caso como al principio.

— No es mi objetivo tratarte así de mal, solo que aún no te pude agradecer tu comportamiento. — confesó Vania con los dedos entrelazados.

— Esas palabras son más que suficientes para poder sentirme agradecida.

Al cabo de unos 30 minutos, ya en clase, Janet se levantó del asiento para poder secretamente buscar a su mamá, a pesar de que no supiera en qué lugar se encontraba, quizá en la oficina del director, un tipo bajito que te regañaba por cualquier cosa.

Solo una vez Janet lo vio, y fue en el cumpleaños de la maestra Cinthia, quien enseñaba hace unos años sobre cómo ser buenos ciudadanos peruanos. Lo que hacía falta en esos momentos era salirse como sea, no importaba que sea por las ventanas.

Un gran grupo de gente que eran sus compañeros se acercaron al profesor de matemáticas ya que todos terminaron la pequeña prueba que dejó. Mientras ellos discutían por la respuesta, de cuál era la correcta, Janet se salió del salón.

Trajo consigo un trozo de papel higiénico para que nadie sospechara.

Y de repente su mamá salió de la oficina del director, esta vez con una cartera. Janet se acercó para hablarle pero ella se mostró distante, sin embargo, con sus manos jalaba a su hija para llevarle a un pequeño rincón, adentro del baño.

Janet le hizo caso pero sus ojos suplicaban que se terminara el desprecio que sentía su mamá.

— A ver Janet, he visto tus notas que has logrado cosechar en la mitad del año escolar, y la verdad no son tan buenas. — se molestó su mamá.

— Ya te dije que no solo depende de mi inteligencia, acéptalo. — dijo Janet como queriendo hacer que su mamá viera la verdadera razón.

— Claro que sí, además que sin eso no serás capaz de desarrollar un examen, si sigues así Janet, puedes perder el último año en la escuela primaria.

Janet quiso hablar con el director, siempre teniendo la compañía de su mamá, pero este estaba tan ocupado que de un grito les pidió que se fueran. Esto le dio un gran dolor de corazón a Janet, que miraba el piso por el miedo, el miedo de ser un ser con una buena vida.

Su mamá le pidió que estudiara más, pero haciendo solo eso, Janet no se saciaba, además su estado de ánimo se desmoronaba porque andaba sola, sola en un duro camino como lo era el estudio.

No había nadie que le dijera "te amo" o "te quiero".

Ya en su casa, Janet observaba que al frente se veía a su hermano, el camión lleno de las cosas pertenecientes a su habitación (ya que ahora Ignacio viviría en Estados Unidos sin ninguna ayuda en cuanto al idioma, aparte que él manejaba muy bien los idiomas, ser políglota te adentraba a muchas ventajas).

Incluso su hermano se había comprado un gato pequeño, el cual lo llevaría a su nuevo hogar. Mientras esto pasaba, Janet se puso más aburrida, por lo que decidió preparar un postre.

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Punto pequeño

Capítulo 2

creativeLibrosJn

Publicado el: 26-02-2024

Punto pequeñoWhere stories live. Discover now