CAPÍTULO 3 DENSA OSCURIDAD

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Julia miraba hacia la nada a través de aquella ventana, la noche era oscura y aún si en realidad sus ojos vieran algo no verían nada, porque afuera las tinieblas eran densas y pesadas.

_ Encontré una cabaña cerca de aquí. - había dicho Julián cuando regreso de su excursión, horas atrás. - está sucia y descuidada, pero es mejor que cualquier refugio que pudiésemos levantar, parece ser que tiene años de abandono, nos servirá al menos por esta noche.

Ella no había puesto objeción, y había aceptado, con su ayuda llegaron, tenía un que otro mueble destartalado, era una sola habitación, con una mesa mal hecha, de madera, varios troncos que hacían de sillas o bancos y una cama de madera, en donde estaban apiladas varias colchonetas, un hule grueso las cubría y por fortuna las había protegido de la densa capa de polvo que cubría todo cuanto se encontraba ahí.

Ella de inmediato empezó a limpiar como pudo y con lo que pudo, mientras Julián salía en busca de leña para la pequeña estufa de metal que se hallaba en el lugar.

_ Pronto lloverá. - fue lo primero que dijo cuando entró de regreso. _ necesito traer toda la leña que me sea posible antes de que se desate alguna tormenta.

Ella lo miró dejar su preciada carga, luego encendió el fuego y salió de nuevo.

Ahora esperaba con ansias el regreso de su cuarto viaje, mirando hacia fuera, sin ver nada, excepto cuando las luces de los relámpagos hacían su aparición iluminando todo a su paso y anunciando la llegada de tan temida tormenta, y no es que ninguno de los dos le temiera a las tormentas, temían que eso hiciera imposible que Bruno y Luis los localizaran, aunque si eran realistas las probabilidades de que ellos estuvieran bien se disipaban cada vez más, con cada segundo que pasaba.

Unos minutos más tarde, la lluvia por fin había llegado, empezaba a arreciar y Julián no regresaba, en esta ocasión se estaba tardando demasiado.

Nerviosa se puso junto a la precaria puerta y la abrió, escudriñando la densa oscuridad, aprovechando la brillante luz emitida por cada relámpago que surcaba el cielo.

No había señales de vida, ¿sería que se había quedado sola? la angustia la invadió, pero no podía dejarse vencer, aún si estaba sola buscaría salir de ahí, no claudicaría tan fácilmente, no lo haría por sus hijas y por los que la habían ayudado, siempre intentaria seguir adelante, ya sea sola o acompañada.

Iba a cerrar la puerta, cuando un estruendo la estremeció, un rayo había caído cerca, tanto que los vidrios de la ventana retumbaron y chispas salieron de la estufa de metal que le brindaba calor. Asustada y por instinto, dio un paso hacia el interior, luego intento cerrar la puerta, fue entonces que los vio, las figuras de tres hombres recortadas por la luz de los relámpagos que siguieron, teniendo como fondo aquella impenetrable oscuridad.

*****
Fernando miró a su alrededor, el ruido era ensordecedor, la verdad desearía estar en otra parte, pero miró a sus amigos, ellos eran su familia, en especial Salvador, que era por quién estaba en ese lugar, Salvador había estado con él en las buenas y en las malas, lo había conocido años atrás, cuando estaba en uno de sus peores momento, cuando la muerte de su hermano mayor le parecía ser tan reciente, cuando de un día para otro se habían visto obligados a mudarse de su pueblo a otro lugar, dejando todo lo conocido hasta entonces, y luego a otro hasta llegar a la gran ciudad, todo a causa de su padre, el hombre que decía amar a su familia, pero siendo el causante de su tragedia, quien, aún después de que un grupo de criminales, con los cuales trabajaba los secuestrara en su propia casa, amenazara con matar a toda la familia y a él mismo y que de verdad dieran muerte a su hermano, aún después de todo eso, su padre había seguido con su vida, había logrado liberarse de ese grupo, para ir a caer en otro, al cual aún pertenecía y al cuál había elegido antes que a ellos. Lo odiaba tanto como una vez lo amó, su padre era todo para él, no solo para él, también para su madre y sus dos hermanos menores, pero todos habían sido defraudados, ahora no tenían contacto, ni lo tendrían. No quería verlo nunca más en su vida.

_ ¡Anímate amigo! - se acercó Salvador, entregándole una bebida. _ ¡ven que quiero presentarte a alguien! - lo jaló por entre la muchedumbre.

Ambos se dirigieron hacia la zona VIP, David otro de los amigos de Salvador y su grupo ya los esperaban, eran varios hombres y mujeres que bebían y se divertían en un privado, más alla estaba otro grupo, Salvador lo llevó hasta allá.

_ Así que tú eres Fernando. - lo miró uno de los chicos presentes, después de que Salvador los hubiese presentado. Le pareció extraño, porque todos se veían varios años mayores que ellos, sin embargo, para la amistad no hay edad, se dijo. _ mi amigo me ha hablado mucho de ti. - dijo pasando su brazo por sobre sus hombros, como si fueran los grandes amigos, él no dudó y de inmediato se integró al ambiente festivo. Miró a su amigo, quien lo observaba a unos pasos de él, de forma enigmática, no le dio importancia, quizás esperaba a ver su reacción ante sus camaradas, por fin le sonrió y él se quedó tranquilo, confiaba plenamente en él.

No pudo evitar traer a memoria a su padre, si él no se hubiera unido a ese grupo de criminales, su hermano estaría vivo, su familia estuviera junta y quizás en lugar de estar ahí, en medio de desconocidos, estuviera en su casa, rodeado de su familia, simplemente charlando como lo habían hecho tantas veces.

Se maldijo por extrañar esos tiempos, sabía que jamás volverían y se alegraba de no tener que verle la cara a su padre, jamás lo perdonaría. Ya no formaba parte de su vida, ni de su mundo, estaba fuera y esperaba que fuera por siempre.

_ ¡Tomate otra! - Salvador le extendió otra copa, aun sabiendo que no bebía, al menos no tanto y solo en ocasiones especiales, pero esta era una ocasión especial, ¿o no?

_ ¡Gracias! - dijo, tomó la copa y la bebió por completo.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now