CAPÍTULO 42 PERDÓN

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Después de hablar con Justin, Bruno manejó desde el hospital, él corazón le latía con fuerza, había llegado la hora de enfrentar a todos sus demonios, era una locura estar como el gato y el ratón pensando e imaginando cosas, lo mejor era hablar claro y preciso, si sus hijos no querían nada con él, lo entendía y no se impondría, pero de ninguna manera dejaría que sus abuelos se siguieran metiendo en sus vidas, sería claro con ellos, si lo que necesitaban era apoyo financiero, él se los daría, si lo que querían era un trabajo se los proporcionaría, si estudiar, los apoyaría, si de amor se trataba, él tenía de sobra para todos, lo único que necesitaba era que lo aceptaran, en cuanto a sus abuelos, haría lo que fuera necesario por alejarlos de sus garras, aunque perdiera para siempre la única oportunidad de redención que tenía para con sus hijos, ellos tenían que saber la naturaleza de sus codiciosos abuelos.

Cuando llegó, ellos ya estaban ahí, sin anunciarse entró al departamento que parecía aún más pequeño con tanta gente.

_ ¿Qué hace este hombre aquí? - gritó exaltada Magdalena, al verlo.

Él se detuvo en seco, todos lo estaban mirando, unos con sorpresa, y otros con coraje y reproche.

_ Lo mismo me pregunto yo. - les sostuvo la mirada. ¿qué hacen aquí?

_ Nos llevamos a nuestros nietos. - se adelantó Alejandro. _ ¿acaso no te han dicho que se van con nosotros? - lo miró retador. Había burla en sus ojos.

_ No me lo han dicho, porque no se van. - lo enfrentó. _ o ustedes ya les dijeron que los quieren solo para seguir obteniendo el dinero que mes con mes les deposito en la cuenta creada especialmente para tal motivo, desde el día que se fueron y que ustedes administran desde entonces?

_ No sé de qué nos estás hablando. - se puso a la defensiva Magdalena. _ a nuestros nietos siempre los hemos sostenido mi esposo y yo y claro, con un poco de ayuda de la herencia que su madre les dejó.

_ ¿Acaso tienen pruebas de la tan mencionada herencia? - interrogó, no era ajeno a las expresiones de sorpresa de sus tres hijos, ninguno esperaba su visita y menos que se pusiera al tú por tú con sus abuelos, cuando siempre les había parecido que les temía y que se doblegaba ante ellos.

_ A ti no tenemos que darte explicaciones, ni demostrarte nada. - intervino Alejandro. _ lo que mi hija haya dejado para sus hijos no es de tu incumbencia.

_ Lo es, porque son mis hijos, porque ella era mi esposa y porque todo lo que ella tenía, se lo daba yo, por lo tanto, sé y estoy seguro de que no tenía ninguna herencia que dejar, porque si no recuerdo mal, ustedes la desheredaron y cortaron toda ayuda cuando se casó conmigo, así que no contaba con nada que yo no le hubiese dado.

_ No le van a creer al hombre que los abandonó, que dejó a su madre aun sabiendo que se estaba muriendo. - habló con desesperación Magdalena, viendo los rostros de sus tres nietos perplejos. Él los abandonó, ahora miente para confundirlos. No pueden creerle.

_ Supongo que ustedes tienen pruebas de lo que dicen. - habló por primera vez Fernando. _ y supongo que mi padre tiene pruebas de lo que dice.

_ Las tengo. - contestó Bruno totalmente fuera de sí. - Fernando había aceptado después de tantos años que era su padre, lo había dicho, había dicho "mi padre" después de haberlo negado por tanto tiempo. La esperanza surgió a pasos agigantados, no sabía cómo iba a terminar esto, pero lo daría todo por sus hijos. _ mis cuentas están a su disposición para que las revisen cuando quieran y se den cuenta de que todo eso que sus abuelos gastaban en ustedes ni provenía de ellos ni de ninguna otra fuente.

_ No necesitamos revisar ninguna cuenta. - habló Braulio. Yo creo en tu palabra.

_ ¿Estás loco? - exclamó Magdalena. _ ¿Cómo puedes creerle a un hombre como ese, es un delincuente, un mercenario, de dónde iba a tener para mantenerlos de la forma en la que nosotros lo hicimos?

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now