CAPÍTULO 39 QUIZÁS ALGÚN DÍA

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Braulio se recuperaba con rapidez, los médicos y el personal del hospital no daban crédito, no entendían como aquél joven que había llegado moribundo, en solo unas cuantas semanas se recuperaba con satisfacción. Para la mayoría, que no creía en los milagros, se daban cuenta de que estaban ante uno, a quien no le sorprendía era a Justin, él, junto con sus amigos de la sierra había visto varios y sabía que provenían de lo alto.

_ Si sigues así. - le dijo. _ muy pronto estarás de nuevo en tu casa. Por supuesto tendrás que guardar reposo y seguir todas las indicaciones de tu terapeuta. Aún te queda un camino largo por recorrer. - le sonrió. _ pero vas por muy buen camino.

_ Sé que le debo la vida y se lo agradezco. - dijo con sinceridad.

_ No fui yo, eres un milagro, y si a alguien debes agradecer el que estés vivo, es a tu padre, si él no te hubiese rescatado, si él no hubiese corrido contigo al hospital, en lugar de esperar la ayuda, de verdad que no la hubieses contado, y no estuviéramos aquí, discutiéndolo, él es el verdadero héroe.

_ Lo sé. - dijo con pesar. Todos esos días había tenido tiempo suficiente para meditar y pensar en todo lo que había sucedido, no solo ahora, si no desde el abandono de su padre, pasando por lo sucedido recientemente. Recordaba sus palabras y él amor con las que se las decía cuando él creía que no lo escuchaba, y lamentaba no haber tenido la capacidad, en ese entonces de responder, porque desde que despertó, su padre no se había vuelto a acercar a él, al menos no mientras estaba despierto. Sabía que tampoco había estado con Fernando, ambos lo habían comentado, junto con Lily y sabían que los estaba evadiendo, lo paradójico del asunto es que ellos ansiaban hablar con él, ambos deseaban agradecerle el haberles salvado la vida y ahora y con vergüenza, anhelaban hablar sobre el pasado, aclarar y escuchar su punto de vista, punto de vista que nunca habían querido escuchar, sabían que se habían equivocado y que había tanto detrás de su vida, de la muerte de su madre, de su abandono, querían escucharlo de él, su versión y no la de sus abuelos, ya habían escuchado por demasiado tiempo lo que ellos tenían que decir, y lamentaban tanto no haberlo escuchado desde el principio. _ quisiera que estuviera aquí. - dijo por fin volviendo de sus pensamientos.

_ Él siempre está aquí - dijo Justin, ustedes no lo ven, pero no deja de estar al tanto de su salud y de su evolución, además de los gastos que todo esto genera, y no te lo digo para hacerte sentir mal o culpable. - aclaró. _ Es porque siempre ha estado a la sombra de ustedes y ya es tiempo de que sepan lo que hace por sus hijos.

_ Como sabe que ha estado al pendiente de nosotros? - lo miró intrigado, y lo del hospital, ¿no se supone que mis abuelos corren con los gastos?

_ Sé todo esto, porque soy su amigo y es él quien ha pagado la cuenta del hospital y por si te lo estás preguntando, fue él, quien pagó el rescate, no tus abuelos, créeme tienen un gran padre.

El no dijo nada, ¿cuantas cosas había, que no sabía de sus abuelos, y de su padre? su corazón se dolió, sus recuerdos de la niñez eran de un padre tierno y amoroso, que los adoraba, le fue muy difícil aceptar la imagen que sus abuelos les pintaron de él, sin embargo, el parteaguas fue lo sucedido con su hermano Felipe, fue duro darse cuenta de que su padre era miembro de un grupo delictivo y que debido a eso había perdido a su hermano y prácticamente también a su madre, al menos eso fue lo que dijeron sus abuelos, que su enfermedad y muerte había sido a causa de todo lo que tuvo que vivir por culpa de él, y en la mente de una niña y dos adolescentes, el darse cuenta de que no conocían verdadera mente a su padre y que este los había mantenido engañados en cuanto a quien era y qué hacía, no les fue difícil creer a sus abuelos, ahora se daba cuenta de que no habían sido justos, de que nunca le dieron la oportunidad de defenderse, de dar sus razones de porqué estaba en esa situación.

Ahora entendía cuan herrados habían estado y también entendía que necesitaban hablarlo, necesitaba verlo y más que para exigirle explicaciones, era para darle las gracias y pedirle perdón, se lo debían, aunque sabía que eso no borraría todos esos años de separación, de odio, de angustia para unos y otros, si era sincero todos habían sufrido, pero aún estaban a tiempo de redirigir sus vidas de perdonar lo que tuviera que perdonarse, olvidar lo que necesitaba ser olvidado y demostrarse él amor que por tanto tiempo había estado encerrado, pugnando por salir y que ni él ni sus hermanos se habían permitido dejar salir.

Quería creer que aún no era demasiado tarde, aunque la actitud de su padre le hacía pensar lo contrario, el hecho de que hubiera estado al principio, pero ya no, le decía que no quería verlos y sabía que no era porque no los quisiera, eso había quedado por demás demostrado, pero quizás se había cansado de esperar una respuesta de ellos, que creía nunca llegaría y se estaba dando por vencido dejándolos en paz, como ellos siempre le habían pedido.

_ Quiero que cuando lo vea. - dijo al médico. _ por favor le diga que agradezco todo lo que ha hecho por nosotros, especialmente por mí, que sé que le debo la vida, que lo he extrañado mucho. - su voz se quebró. _ y que lo amo, que me arrepiento de mi actitud hacia él y de todo el tiempo que perdí, por mi estupidez, que lo lamento tanto. - no pudo continuar.

_ Se lo diré. - sintió la mano del médico sobre su hombro en señal de apoyo. _ aunque estoy seguro de que él lo sabe, siempre lo ha esperado de ustedes, solo no es capaz de asimilarlo todavía. Hay que darle tiempo.

El no pudo decirle nada más, solo asintió y él salió.

*****
Fernando miraba a su hermano, la culpa no lo dejaba tranquilo, observaba su expresión de dolor mientras su terapeuta lo presionaba para dar más de sí, su cuerpo había sido muy lastimado y necesitaba ayuda para recuperarse, ambos sabían que lo lograría, pero el proceso sería largo y difícil, se los habían dicho, pero él era un luchador, su vida lo decía, había llegado lejos en su trabajo, aunque ahora las cosas no le iban bien, sus jefes habían prescindido de sus servicios, no entendían razones y no necesitaban a una persona disññcapacitada.

Fernando estaba seguro de que su hermano estaría muy molesto con él, pero no fue así

_ Deja de culparte. - había dicho cuando por fin despertó y pudo hablar con él y pedirle perdón. _ lo importante es que estamos vivos, y lo vamos a superar, lo único que te pido es que ya tomes las riendas de tu vida y dejes de actuar como un mártir, para todos ha sido difícil, pero no es el fin.

_ Gracias. - había sido lo único que había podido decir abrazando a su hermano con cuidado de no lastimarlo más. _ te juro que las cosas van a cambiar, sé que fui un completo idiota, no medí las consecuencias, pero todo va a cambiar, te lo prometo.

_ Me alegra que estén bien. - ambos se habían sorprendido al escuchar la voz de su hermana, no sabían en que momento había llegado, ni cuánto había escuchado de su conversación, pero la invitaron a unirse a ellos, sabían que nuevos lazos los unían, ya habían estado por algún tiempo separados, cada uno viendo por sí mismo, era hora de volver a la unidad, como su madre hubiese querido.

Los tres se fundieron en un fuerte abrazo, mientras una figura solitaria miraba desde la entrada, anhelando formar parte de ese abrazo. "Quizás algún día, o quizás nunca", se dijo, pero jamás perdería la esperanza. Los miró por última vez y se alejó, antes de que ellos pudieran darse cuenta de su presencia, y tampoco pudo escuchar como Braulio hacía partícipes a sus hermanos, de aquello que había descubierto de sus abuelos y de su padre, por boca de su médico, tiempo atrás.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora