CAPÍTULO 13 UNA OPORTUNIDAD

562 140 19
                                    

Los días se estaban sucediendo con rapidez, a dos semanas de lo sucedido con los hijos de Bruno y de que él le diera aquél dulce y desesperado beso, habían pasado varias cosas, su interacción se había vuelto más ligera, de más confianza, ya no existían aquellos silencios incómodos, por el contrario, todo empezaba a fluir como si se conocieran de toda la vida, ella empezó a añorar los momentos en los que él no estaba y a sentir su ausencia.

_ ¿Cuál será mi destino final? - interrogó uno de esos días, temerosa de lo que dijera, porque la verdad era que se sentiría muy decepcionada si la alejara de él, no que la llevara a su hogar, no podía aspirar a tanto, pero al menos estar en un punto en el que no perdieran el contacto, ni su amistad.

_ Eso aún no está definido. - le explicó. _ solo estoy esperando ordenes de Santiago, en cuanto él y Elizabeth regresen a su rancho, sabré exactamente qué hacer, por lo pronto estaremos aquí. A menos de que prefieras estar en otra parte. - le dedicó una sonrisa.

_ Si no quisiera estar aquí, ¿me llevarías a donde yo quiera? - lo miró como si de verdad deseara estar en otro lugar.

_ ¿No deseas estar aquí? - su sonrisa se desvaneció.

_ Solo preguntaba. - sonrió quitándole importancia y miró como el suspiraba aliviado. Por supuesto él no se dio cuenta de cuan transparente estaba siendo, pero ella sí, y la había enternecido.

En cuanto a ellos, no había habido otro tipo de acercamiento, más que sonrisas, leves toques por parte de él, acomodando un mechón de cabello desordenado, una delicada caricia en su rostro, un roce de sus manos, o un simple abrazo, eran pequeñas cosas que la llenaban de alegría y sobre todo de esperanza, una esperanza que creía muerta, no pensó que podría volver a vivir, a soñar, y él lo estaba logrando en ella. Por supuesto no todo era color de rosa, él tenía sus asuntos y salía constantemente, y aunque sus salidas eran cortas, esas ausencias se alargaban casa vez más. Esta última era la más larga, porque desde hacía tres días, no había vuelto, y aunque había hablado con ella y le había comunicado qué no sabía si su regreso seria rápido, no lograba tener paz. Lo extrañaba y le preocupaba su seguridad.

_ Tengo cosas que hacer que no puedo dejar para después. - le había dicho el día anterior a su partida, espero llegar para la cena, pero si no lo hago, no te preocupes, estaré bien, y tú también, este lugar es muy seguro, solo te pido que no salgas, si necesitas algo, puedes pedir en recepción qué te lo consigan, ellos ya tienen órdenes, así que no te preocupes. Todo está saliendo bien y quizás mañana podámos dejar este lugar, por eso tengo que dejar todos mis asuntos pendientes resueltos. El viaje que nos espera será largo, así que descansa bien. - había acariciado su rostro con delicadeza, luego había rozado sus labios con los suyos, para terminar con un tierno y apasionado beso, beso que despertó todos sus sentidos. Se sentía como una colegiala, que quería más, pero no podía pedírselo, no era correcto, pensó en sus hijas, no era posible que ella estuviera haciendo esto, ¿que dirían ellas? ¿qué pensarían de esto? ¿la criticarían?, quizás se enojaran con ella. - había intentado separarse, pero él la tenía sujeta con firmeza, sin lastimarla.

_ No me digas que esto no está bien. - la miró una vez que se separaron. _ tú estás libre, yo también, no sé qué rayos me pasa contigo, pero no quiero dejarte ir, no sé cómo explicarlo, pero me siento como un adolescente cuando estoy a tu lado, siento que puedo vivir de nuevo, siento que aún hay esperanza para mí, y creo que lo mismo te sucede, lo siento, es como si fuésemos el uno para el otro, aun cuando ya tuvimos una vida, aun cuando nuestros hijos ya están grandes. Creo que es tiempo de pensar en ti, y en mí. - acarició de nuevo su rostro.

_ Todo es tan nuevo para mí, y tan precipitado, pero no quiero perderlo. - se había dejado rodear por sus fuertes y protectores brazos. Hacía tanto tiempo que no sentía esa sensación de protección, de poder descansar en alguien, de poder abandonarse, sabiendo que no tenia de que preocuparse.

_ Si tú quieres no lo perderás. - deposito un beso sobre su cabeza. _ dame y date una oportunidad.

_ ¿Y nuestros hijos? ¿que dirán?

_ Todos son mayores, ellos harán sus vidas y nosotros nos quedaremos, no tenemos por qué estar solos, ya no quiero estar solo. - pasó su mano por detrás de su cuello, acariciando su nuca con suavidad. _ No, después de conocerte. - la miró con intensidad. _ démonos una oportunidad. - pidió. _ dime que sí.

_ Sí. - había contestado como autómata, lo que le estaba haciendo sentir, no la dejaba pensar con lucidez y menos cuando bajó su cabeza, llegó hasta sus labios y por segunda ocación la besó, primero con ternura, con delicadeza y luego con pasión, quizás con amor, eso quiso creer.

_ No quiero marcharme, pero tengo que hacerlo. - dijo separándose con pesar. _ pero cuando vuelva hablaremos de esto. Para mí no es un juego, es algo serio y creo que para ti también.

Ella había asentido y él le había dado un último beso antes de salir por esa puerta.

Ahora, cuando pensaba en todo lo ocurrido, se sentía feliz, pero había un pequeño problema, él había asegurado que regresando se marcharían y ella cuando ordenó sus pocas pertenencias, se dio cuenta de un terrible error. La carpeta donde guardaba todos sus documentos importantes y los de sus hijas, no estaba, los había dejado en la casa de Bruno aquél día que salieron apresurados, ella no recordó que los había sacado de su bolso y ahora se daba cuenta de que se habían quedado. Necesitaba recuperarlos y tenerlos para cuando él regresara.

Pensó que no sería difícil, tomaría un auto de alquiler, iría y regresaría con rapidez, después de todo sabía la dirección, así que no sería ningún problema.

Cuando salió del edificio para tomar el auto que amablemente el mismo personal del hotel habían solicitado para ella, un hombre la interceptó.

_ Lo siento, pero no puede salir. - se interpuso entre ella y la puerta de salida.

_ ¿Por qué no? - lo miró sorprendida. ¿quién es usted?

_ Son ordenes de mi jefe, Bruno. - contestó serio.

_ Sí, me pidió que no saliera, pero es un asunto importante, no tardaré, solo recogeré algo y regreso. - suplicó.

_ Lo siento, tengo órdenes.

_ No soy una prisionera. - lo enfrentó. _ tengo que ir, es algo importante. El auto me espera.

El miró hacia afuera, incluso el chófer había bajado de la unidad, impaciente.

Él tomó su teléfono, e intentó hacer una llamada.

_ Está bien. - cedió cuando nadie contestó. _ pero iré con usted.

Ella no protestó, no tenía porqué, no ocultaba nada, solo era una salida rápida y no causaría problemas. Con suerte estaría de vuelta y estaría ahí para cuando él regresara.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now