CAPITULO 7 A UN PASO DE SU DESTINO.

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Me apena tanto haber hecho lo que hice. - dijo Julia acercándose a Bruno que miraba hacia el exterior por la única ventana disponible. Sus hombres vigilaban desde fuera. Hacía rato que él se había puesto de pie, al parecer había amanecido mucho mejor. Ella se levantó momentos después, había despertado con el movimiento de él, pero no se había movido por vergüenza, ¿cómo es que había ido a parar a su lado? Lo recordó de inmediato, era porque él tenía pesadillas y quiso apoyarlo, pero ¿quedarse dormida a su lado? y lo peor, ¿tomando su mano? De verdad que se sentía avergonzada, ¿qué pensaría ahora de ella? No sabía porque le importaba tanto su opinión, después de todo, en cuanto la dejara en su destino, cualquiera que fuera, no lo volvería a ver, lo que la entristeció, pero esa era la realidad.

_ No debería apenarte el darle consuelo a los demás. - dijo él sin mirarla. _ sé que eso hiciste anoche y las anteriores, por desgracia yo no la he pasado bien, y por lo que veo tu tampoco.

_ Ustedes están aquí por mí. - dijo agradeciendo que él lo tomara de esa forma. _ es lo menos que puedo hacer.

_ Y se te agradece. - levantó la vista para encontrarse con esa mirada desvalida que lo cautivaba. Deseaba poder hacer todo lo que estuviera a su alcance para darle una vida digna, sin miedos ni zozobras, pero estaba soñando, Santiago siempre le decía que tenía un instinto protector, y quizás lo tuviera, lo triste era que a quien debió de haber protegido no lo había hecho, no porque no quisiera, sino porque no lo habían dejado. La miró una vez mas, tan hermosa, tan fragil. _ por cierto. - dijo buscando su mirada. _ hoy nos marchamos de aquí, para que te prepares.

_ No creo que tenga mucho que preparar. - sonrió. Y el mundo se iluminó para él, era bella, muy bella y su personalidad, aunque se veía sumisa, no lo era, más bien había estado asustada toda su vida, y lo que había vivido la había hecho fuerte, estaba seguro de ello. Era de las personas que no se doblegaban con facilidad.

*****
Era de noche, aun cuando habían construido un buen refugio, el frío era intenso, tanto que Bruno pudo escuchar como los dientes de ella castañeaban, él y sus compañeros también lo sentían pero no como ella, ellos estaban entrenados y acostumbrados a eso, Julia no.

A lo lejos se distinguían las luces de un pueblo, pero no podían encender una fogata porque no podían llamar la atención, necesitaban esperar hasta la mañana para acercarse y no caer en manos de delincuentes, lo sabía, el riesgo era mucho, pero tenían que intentarlo, su única salida, si caían en manos de algún grupo criminal, era decir que estaban perdidos, después de un asalto. No era la primera vez, ni sería la última, durante su travesía, que se hicieran pasar como esposos y los chicos sus hijos, y les había funcionado.

_ Ven. - dijo. _ quizás no pueda quitarte el frío, pero te cubriré un poco, la acomodo junto a él, abrazándola. Ella no se resistió, ya los había visto casi desnudos, habían pasado varios días y noches conviviendo, se sentía como una familia y ella les había tomado cariño y confianza. _ ya no estamos lejos de conseguir salir de aquí. - dijo, entraremos al pueblo por provisiones y nos iremos rápido antes de llamar mucho la atención. Aún estamos en territorio enemigo, pero pronto estaremos en terreno neutral. Estando ahí podemos movernos con más libertad, quizás consigamos un medio de transporte que nos lleve a la pista de aterrizaje más cercana y de ahí, de regreso a casa.

_ Se escucha bien. - se oyó la voz de Luis. _ me encantaría que fuera así de sencillo.

_ ¿Y por qué no? - intervino Julián desde las sombras. Estamos a una nada de terminar esta odisea, nunca había estado en medio de una balacera y aquí estoy, al igual que ustedes. Comparado con eso, es nada lo que nos espera.

_ Dejen de filosofar y duerman para que mañana estén al cien. - río Bruno. _ gracias a Dios la hemos librado hasta aquí y espero que así sigamos.

_ Buenas noches. - dijo Julia, envuelta por los fuertes brazos de Bruno. Jamás se imaginó que algún día se encontraría en los brazos de otro hombre que no fuera su esposo, la verdad es que nunca se planteó el buscar un nuevo compañero, no lo quería, tenía que velar por sus hijas, lo demás era secundario, pero eso secundario se estaba manifestando ahora, o quizás su cuerpo y sus sentimientos reaccionaban así por las muchas circunstancias por las que estaba pasando, era todo un shock, el estar viviendo una vida vacía y monótona, llena de terror, y de pronto estar del otro lado, libre, pero sin sus hijas, sin un hogar, sin saber que, o donde estaría mañana, era aterrador, pero a la vez reconfortante, aterrador porque iba a ciegas, confiando plenamente en un desconocido sin saber a qué iba y reconfortante, porque contra todo pronóstico, se sentía bien, se sentía a gusto, protegida, se sentía a salvo, sentía que no estaba sola y no luchaba sola como lo había hecho todos estos años.

_ Gracias. - dijo casi en un susurro.

_ ¿Porqué?

_ Por devolverme la vida. - contestó.

Él apretó su abrazo. La entendía, él lo había experimentado. Esos días en que su vida por más que le diera vueltas, no tenía sentido, pero no podía dejar de luchar, porque otros dependían de él y sin él, muchos se derrumbarían, aun cuando el mismo se estuviera derrumbando.

_ De verdad. - dijo ella. _ me estás devolviendo la vida.

_ Lo aceptaré cuando te deje en tu destino.

_ Me dejaras y te irás - habló con un dejo de tristeza

_ No veo que otra cosa puedo hacer.

_ ¿Quizás quedarte? - aún antes de que las palabras salieran de su boca ya estaba arrepentida. No sabía ni porque estaba haciendo esa tonta pregunta, pero ya la había dicho.

_ Quizás. - dijo con pesadumbre. Mi vida no es fácil y no soy hombre de un solo lugar.

_ Eres muy contradictorio. - dijo ella, le hubiera gustado decir eso mirándolo a los ojos, pero a parte de que le daba la espalda, era de noche y la penumbra no era suficiente. Por lo que lo había tratado, sabía que era fuerte, decidido, valiente, incluso duro, pero había cierta vulnerabilidad en él. Tenía un lado débil y aunque no sabía cuál era, sabía que lo había.

_ ¿Podrías ser más específica? - cuestionó.

_ A simple vista pareciese que nada te doblega, pero hay algo en tu corazón, algo que no te deja ser feliz.

_ Hago lo que quiero, vivo como quiero. - se puso a la defensiva. _ ¿porque no habría de ser feliz?

_ Puedes negarlo cuanto quieras, pero la realidad es, que no lo eres, no plenamente.

_ La verdad es que quisiera negarlo, pero no puedo, tienes razón, mi felicidad está tan distante. Solo diré que es por mi familia.

Ella no dijo más, el claramente no quería hablar, pero le dolía el corazón, más al saber que sufría por su familia. La familia lo era todo.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now