CAPÍTULO 45 CADENAS ROTAS

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Bruno no supo que decían esas cartas, pero si eran de su esposa, seguro les pedía a sus hijos hacer las paces con él, era lo más lógico, porque era lo que ella ansiaba, lamentaba no haber podido cumplir su deseo en vida, pero ahora estaría feliz de verlos.

Cuando más tarde los volvió a ver, supo que habían estado llorando, ni siquiera le permitieron hablar, los tres se abrazaron a él, los tres llorando y pidiendo perdón, Braulio desde su silla de ruedas, totalmente deshecho, y Fernando era el más conmovido y él qué se aferró a él como si no hubiera un mañana.

_ No lo merezco, pero perdóname por favor. - dijo destrozado. _ te juro con mi vida que jamás me volveré a poner en tu contra, voy a enderezar mi vida, voy a retomar mis estudios, pero solo te pido tiempo, dame tiempo para solucionar unos asuntos pendientes y te prometo que haré y estaré donde tú me digas.

_ No es lo que yo diga, es lo que tu quieras hacer con tu vida. - palmeó su espalda, sin dejar de abrazarlo. _ acepto darte tiempo, para que pienses y retomes tu vida, y no quiero que me pidan perdón, solo quiero que regresen a mí, que me llamen papá de nuevo, y que si necesitan algo acudan a mí, tengo tanto que darles. - los tres lo volvieron a abrazar.

Después de ese emotivo momento, los preparativos siguieron su curso, el momento había llegado. En tantos años de angustia y opresión, jamás pensó que sentiría de nuevo esa libertad, ese deseo de vivir, de soñar, de abrigar nuevas esperanzas, sin duda todas las cadenas que lo habían mantenido aprisionado todo este tiempo, estaban cayendo una a una y la última sería cuando se uniera a esa preciosa mujer que pronto haría su entrada triunfal y recorrería ese largo y angosto pasillo que la llevaría hasta él, su destino final.

Julia se posicionó para empezar su recorrido, desde ahí podía ver al que en unos minutos más se convertiría en su esposo, "su esposo" pensó, jamás creyó que eso sucedería de nuevo. Su vida triste y sombría había dado un giro de ciento ochenta grados, si todos aquellos que la conocieron la vieran ahora, seguramente nadie se lo creería, ella misma aún no se lo podía creer, si no fuera porque ahí estaban sus hijas, a su lado, dándole ánimo, quizás seguiría pensando que se trataba de un simple sueño, pero no lo era, miró hacia adelante, la música empezó a sonar, sus hijas se posicionaron detrás de ella, mientras que Santiago Moran la tomó del brazo con delicadeza y empezaron a avanzar.

Le parecía un sueño, miró al frente, donde la esperaba aquél hombre alto, atractivo, varonil, con aquél aire de autoridad, de mirada firme, que cuando la observó se derritió, sus ojos brillaron y una sonrisa asomó a su endurecido rostro.

No supo en qué momento llegó hasta él, hasta que sintió como tomaba con delicadeza su mano y escuchaba las palabras de Santiago a su lado.

_ Te la entrego para que la ames, la respetes y la cuides con tu vida. - su voz sonaba seria. Era una orden, y le enterneció que la apreciara y cuidara de ella de esa forma.

_ Así lo haré, que no te quepa duda. - escuchó la voz profunda y decidida de Bruno y su corazón brinco de emoción.

Julia no era consciente de nada a su alrededor, en esos momentos lo único real para ella, eran esos brazos que la rodeaban con infinita ternura y esos labios que la besaban con pasión, era su primer beso después de ser declarados marido y mujer, y ella se preguntaba, si un simple beso la transportaba a un mundo de sensaciones, y emociones, ¿qué sería estar entre los brazos de ese maravilloso hombre.

Volvió en sí, cuando la gente empezó a rodearlos para felicitarlos, no supo a cuanta gente recibió, pero para todos tuvo una sonrisa, y no era fingida, nunca en su vida había sentido tanta dicha, o quizás fuera diferente, porque su primer matrimonio también la había hecho feliz, y el nacimiento de sus hijas, sin embargo, ahora era todo tan diferente, con unas expectativas tan diferentes, pero igualmente sus esperanzas eran grandes y maravillosas y sabía que Bruno superaría todas esas expectativas, aún si el unir su vida a él, la llevaba por caminos difíciles y peligrosos, lo que viniera, lo enfrentaría con valor, él lo valía. Lo miró a lo lejos y sus miradas se encontraron, le sonrió y él le devolvió la sonrisa, las felicitaciones no acababan, pero ella se sentía feliz, porque todos los que se encontraban en el lugar, eran gente amiga, gente que lo quería y apreciaba, de corazón, con ella solo estaban sus hijas y Elizabeth, nadie de su familia había sido invitado, porque a nadie le había interesado nunca, pero eso ya no le quitaba el sueño. Lo tenía a él, a su esposo, y a sus hijas, y a los hijos de él, los tres la habían aceptado y lo habían hecho bien, y ella los apreciaba, ahora todos eran su familia, una gran familia.

_ Por fin juntos. - llego Bruno a su lado acalorado. _ escapemos un momento. - la llevó aparte.

La había conducido hacia el exterior, hacia un bello lugar un poco apartado del bullicio.

_ ¿Cómo te sientes? - acarició con ternura su rostro.

_ Un poco intimidada, con tanta gente.

_ Todos son gente especial para mí y para Santiago, ya los conocerás con más calma, te van a gustar.

_ Si tú los aprecias, yo también lo haré. - se acomodó entre sus brazos, que la rodearon posesivos.

_ Son más que amigos. - dijo melancólico. _ Son mi familia, nos ayudamos y nos apoyamos unos a otros, si algún día yo no estoy y necesitas ayuda, con toda la confianza del mundo puedes recurrir a cualquiera de ellos. No te defraudarán.

_ Lo tomaré en cuenta. - asintió.

_ De verdad espero que nunca los necesites. - depositó un ligero beso en sus labios.

_ No creo necesitarlo. - lo miró con amor. _ ya no tengo enemigos gracias a ti. - dijo refiriéndose a su rescate de las garras de su cuñado Pablo.

_ Yo no me confiaría. - la miró serio. _ ahora los míos también son tuyos.

_ Lo sé. - se abrazó a él. _ pero no me preocupan, porque sé que tú me defenderás. Contigo estoy a salvo.

_ Definitivamente te defenderé con mi vida de ser necesario. - la besó de nuevo. _ no te dejaré, te necesito conmigo, a mi lado, aunque suene egoísta.

_ No lo eres, además, yo quiero estar a tu lado, no importa lo que eso implique.

_ Te amo. - la tomó entre sus brazos. _ gracias por llegar a mi vida, por romper estas cadenas que por tanto tiempo me han aprisionado.

_ Tú rompiste las mías primero y me diste libertad, libertad que quiero compartir contigo.

_ Ambos aprenderemos juntos a vivir esta libertad. - dijo y se fundieron en un prolongado, tierno y apasionado beso, que hoy por hoy sellaba sus destinos.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now