CAPÍTULO 4 PASADO

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Julia se alegró tanto de ver a esos tres hombres dirigirse hacia la cabaña. Era Julián, junto con Bruno y Luis.

Los tres estaban empapados, la lluvia se había vuelto torrencial.

Su mirada se posó en Bruno, estaba pálido y su andar no era el acostumbrado, lo notó serio y apagado, luego miró su ropa, aunque escurría, notó que había sangre, quiso creer que era de alguno de sus atacantes, pero su gesto de dolor al moverse le indicó que no era así.

_ ¿Está herido? - se acercó alarmada.

_ Estaré bien. - contestó buscando donde sentarse.

_ Será mejor que nos quitemos la ropa mojada, para evitar enfermarnos. - sugirió Julián. Luego revisaré esa herida.

_ No podemos andar en ropa interior delante de una dama. - dijo Luis apenado.

_Prometo no verlos más de la cuenta. - sonrió ella. _ me taparé los ojos. - dijo ya en tono serio.

_ Me temo que no sea suficiente - dijo Julián.

_ En ese caso quizás sirvan estas mantas. - se las alcanzó Julia, que ya estaba buscando que pudiera servir para tal ocasión

_ No será ni cómodo ni agradable. - sonrió Bruno. _ pero de eso a nada, prefiero esto.

Los chicos se apartaron cada uno a un rincón, mientras Bruno luchaba por desabrochar su camisa.

_ Si me permite puedo ayudarlo. - se ofreció ella con timidez, al ver cómo se le dificultaba.

_ Está bien. - aceptó, pero con una condición. _ no me gusta que me hable de usted, me hace sentir más viejo de lo que ya soy.

_ De acuerdo. - sonrió. _ quizás yo me sienta menos vieja de lo que soy.

Ambos sonrieron.

Bruno quería gritar del dolor, pero no lo haría, no delante de ella. La tenía tan cerca que su delicado aroma empezó a inundar sus sentidos, era exquisito, tan exquisito como ella, se reprochó por tener esos pensamientos, hacia tanto tiempo que no experimentaba algo similar, siempre había amado a una sola mujer, su esposa, y nunca pensó que hubiese alguien más que lo hiciese sentir vivo de nuevo.

Apartó con rapidez esos pensamientos y se concentró en lo que estaba haciendo, la herida dolía demasiado, un sudor frío recorrió su cuerpo, sabía que la fiebre había empezado a hacerse presente, aún antes de que los sorprendiera la lluvia, pero lo superaría, había salido de otras peores además, ahora tenía la ventaja de que un médico estuviera entre ellos, seguramente traería algún antibiótico en su mochila, aquella que habían recuperado de la camioneta donde se transportaban, de no ser así, estaba seguro de que saldría de esta, solo necesitaba tiempo y reposo y el que estuviera lloviendo como lo hacía, era una ventaja para él, porque era seguro que nadie transitaría por esos lugares y les daba un respiro el saber que ningún enemigo irrumpiría su estancia en ese lugar.

La noche no fue buena para ninguno, Bruno, que fue quien ocupó la cama y no por decisión propia, si no por imposición de los demás, estuvo delirando todo el tiempo, Julián determinó, que no solo se trataba de la herida si no del resfriado que le siguió después de que la lluvia los atrapara. El caso es que había estado mal, ya era de mañana y ellos no podían moverse de ahí, lo que si podían hacer era mantenerse alertas y vigilantes ante el peligro de un nuevo ataque, aunque el tiempo seguía lluvioso, y mientras permaneciera así las posibilidades de un ataque se reducían considerablemente.

*****
Bruno se removía en su cama, no sabía si era de día o de noche, solo sabía que su conciencia iba y venía como en una bruma, trayendo recuerdos que hubiese querido olvidar.

_ No puedes pedirme eso, yo te amo. - le había dicho a su esposa cuando ella le pidió que se marchara.

_ Yo también te amo, pero no puedo con esto, no soporto más esta situación, no puedo ver cómo mis hijos te odian, no quiero verlos enfrentados con su propio padre. - lo miró suplicante. _ ¡por favor!, yo sé que me amas y el que no estés aquí no quiere decir lo contrario.

_ No soportaría estar alejado de ti. - dijo con el corazón destrozado, no para siempre.

_ Es lo mejor. - las lágrimas surcaban sus mejillas. No es fácil para mí y sé que para ti tampoco, pero es lo mejor, mi dolor de no verte es más soportable que el dolor de ver a mis hijos enfrentados a ti, el ver la falta de respeto, el pensar que en un momento de ira de ellos o de desesperación tuya, cualquiera de ustedes cometa una tontería y se lastimen unos a otros, créeme, esa sería mi muerte, no podría escoger entre ninguno, no me pongas en esa situación, te lo ruego. Conozco a mis hijos y no van a cambiar de opinión con respecto a ti, no al menos de que suceda un milagro.

_ Los milagros existen. - la tomó de las manos en un último intento desesperado.

_ Ya no creo en los milagros. - dijo con desesperanza y él sintió que le daba el tiro de gracia. No podía rebatirla, simplemente se había rendido y no cambiaría de parecer, lo sabía, la conocía y él se resistía a dejarla, porque sabía que en esas condiciones su final estaba cerca, sabía que lo amaba, pero ya no quería luchar, se estaba dando por vencida y él se sentía tan, pero tan culpable.

_ Quiero estar contigo. - la abrazó con desesperación. _ quiero cuidarte, quiero sostener tu mano cuando me necesites, quiero que no tengas miedo.

_ Es egoísta de mi parte. - dijo ella. _ pero quiero estar sola, quiero paz, quiero tranquilidad y contigo y los chicos no la tengo, ni la tendré, tú lo sabes.

Y lo sabía, sabía que sus hijos lo odiaban, sobre todo Fernando y Braulio, en cuanto a Lily, ella era muy reservada y se cuidaba de que sus hermanos no la vieran acercarse a él, aun así, cuando podía se acercaba.

_ por favor no los odies. - pidió. _ algún día entenderán, y cuando lo hagan estoy segura de que te pedirán perdón, por favor no los rechaces. - extendió su mano y tocó su mejilla. Sintió su mano suave acariciar su duro rostro y se perdió en aquella mirada que le decía que pasara lo que pasara ella lo amaba.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA حيث تعيش القصص. اكتشف الآن