CAPÍTULO 5 CALOR DE HOGAR

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Una vez más su mente confusa le jugaba sucio porque de pronto todo su entorno cambió de nuevo, supo dónde se encontraba y con quién, no eran las manos de su esposa, las que lo tocaban, eran las de Julia, que colocaba con cuidado un trapo húmedo sobre su frente en un intento más por bajar su fiebre.
Recordó su sueño, ¿o sería una alucinación?, pensó con tristeza que los años habían pasado, su esposa ya no se encontraba con él y sus hijos, aún lo odiaban.

Jamás le habían perdonado la muerte de su hermano mayor a manos del crimen organizado, todo a causa de que él era miembro de uno de esos grupos, y como un acto de venganza de su antiguo jefe había dado la orden de darle muerte no solo a su hijo, sino a toda su familia, en esa ocasión Santiago Morán intervino salvándolos, pero para su hijo ya era demasiado tarde.

Después de todo eso, las cosas parecían ir bien, Santiago no solo los rescató, les dio un lugar donde vivir, alejado de la vida que él llevaba, les facilitó todo para que estudiaran y tuvieran una vida mejor, pero él, no podía desligarse de lo que era, estaba con su familia siempre que podía, pero sus hijos mientras más crecían, más se cuestionaban todo lo acontecido y terminaron culpandololo, por lo que había sido y a quien había servido y por causa de lo cual su hermano ya no estaba y su madre vivía en una eterna tristeza. No sabían que ella estaba enferma y atribuían su deterioro a la angustia de lo que había sucedido tiempo atrás, Aún ahora estaba seguro de que lo seguían culpando.

_ Te sientes mejor. - lo primero que escuchó al abrir los ojos, fue la voz tranquilizadora de esa mujer. Su mirada era de alivio, no tardó en ver la figura de Julián inclinado hacia él.

_ Por fin despiertas. - dijo también aliviado.

_ Luis. ¿Dónde está? - interrogó al no verlo.

_ Está haciendo guardia. - señaló hacia la puerta, apenas hoy dejó de llover.

_ ¿Apenas hoy? ¿cuánto tiempo llevo así? - se señaló.

_ Este es el tercer día. Contestó Julián.

Miró a su alrededor, Julián estaba vestido, su ropa estaba seca, lo último que recordaba era que Julia lo estaba ayudando a quitarse la camisa mojada y que sus hombres le quitaban el pantalón y lo recostaban en la cama en contra de su voluntad, lo demás eran brumas, pesadas cortinas de humo que se habían instalado en su cabeza, sin embargo, en esta ocasión las ventanas se estaban abriendo, porque recordaba sus sueños y lo hacían sentirse abrumado.

Decidió que permanecerían un día más en el lugar, era probable que ya no los persiguieran, por las inclemencias del tiempo y por estar en el bosque solos. Sin ayuda, cualquiera pensaría que ya habían perdido la vida, él también lo pensaría si estuviera en el lugar de sus atacantes.

Esa noche, que debería ser de descanso, no lo fue,
Lo último que quería era recordar, sin embargo, los recuerdos estaban tan nítidos en su mente, que se colaban sin permiso en sus pensamientos.

Quizás el tener a Julia entre ellos, tuviera algo que ver. Siempre estaba rodeado de hombres, dirigiéndolos y ordenando lo que tenían que hacer, con ella se veía de nuevo transportado a un hogar, o al menos a algo que se le pareciera y le agradaba, pero entonces sentía que traicionaba a su esposa y se sentía mal.

_ Te espera alguien en casa? - había preguntado ella con inocencia, sin saber cuánto sus palabras lo afectaban.

_ Tengo tres hijos. - contestó, pero no me necesitan, ya son adultos.

_ Un hijo, no importa la edad que tenga, siempre necesita de sus padres.

_ Los míos no. - dijo serio. _ al menos a mí no, ellos necesitan a su madre.

_ Veo que no te llevas bien con ellos. - tocó su mano en señal de apoyo, pero fue suficiente para que su cuerpo reaccionara, la miró a los ojos y lo asustó lo que vio. Ella retiró su mano de inmediato y bajó la mirada con pena, ¿sentiría lo mismo que él? Esa conexión inexplicable, esa sensación de estar ante alguien especial, ante el ser indicado para uno. NO, se dijo, su corazón no estaba libre y nunca lo estaría. ¿por qué demonios estaba sintiendo esto? No podía enamorarse como un jovencito, no a su edad, ¿qué tonterías estaba pensando?

Se sintió abrumado, ella de verdad le caía bien, era una mujer seria, respetuosa, valiente, en ese momento se levantó y se alejó, lo que hablaba de su madurez, quería pedirle que no se retirara, pero él mismo quería tenerla lejos, para no sentir lo que estaba sintiendo. Era una locura.

_ Lamento haberme metido en tu vida. - dijo desde su lugar, después de todo era un solo cuarto y no había para dónde hacerse.

_ Ven. - dijo indicándole que se sentara al borde de la cama. Él ya estaba sentado. _ duele mucho, pero eso no quita que sea la realidad. Mis hijos no están conmigo, se quedaron con su madre cuando nos separamos, justo ahora viven con sus abuelos los padres de ella, Lily mi hija es la única que no me guarda rencor, o al menos lucha por no demostrármelo, pero da igual, no puedo acercarme a ella.

_ Eso no debería de pasar. - dijo sería. _ me refiero... a qué ... si los padres tienen problemas... los hijos no deberían tener que tomar partido.

_ Lo mío es diferente. - su mirada se perdió en los recuerdos. Fue ella la que tomó la decisión y yo no pude hacer nada, pero mis hijos ya no eran míos, ella tenía razón en hacer lo que hizo, aún así, no deja de doler. Ellos no me quieren, aunque yo siga amándolos con locura y eso nadie me lo puede quitar.

_ No estás solo. - dijo ella, iba a poner su mano sobre la de él, pero se arrepintió. _ yo también sé lo que es perder al ser que más se ama en la vida, y el estar separado de tus hijos, aunque reconozco que en mi caso no es igual, yo tengo esperanzas de encontrarme pronto con mis hijas y ciertamente no me odian, aunque no entienden del todo, por qué tuvieron que pasar situaciones tan difíciles, por decisiones que yo tomé.

_ Ser padres es difícil. - sonrió él. _ muy difícil.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now