CAPÍTULO 23 PIDIENDO AYUDA

474 135 21
                                    

Fernando tomó el teléfono que Iván le entregó. Un cúmulo de sensaciones lo inundaron, temor, incertidumbre, angustia, ¿qué pasaría si su padre se negaba? Sabía que esa era su última oportunidad, después de él no había nadie a quien recurrir y sabía que lo único que les esperaba tanto a él, como a su hermano y a esa mujer, era la muerte, ya no temía por él, era por ellos. No quería fallarles una vez más. Recordó a su madre.

_ Hijo. - le había dicho en una de las muchas ocasiones en las que frustrado daba rienda suelta a su enojo contra su padre y se quejaba con ella. _ hay ocasiones en las que uno no puede decidir.

_ Eso es una tontería. - había respondido furioso. _ uno siempre puede decidir. Tan sencillo como aceptar o no aceptar, como decir Si o decir No. Es tu decisión, no la de otro.

Ahora sabía cuanta verdad había en las palabras de ella, porque había hecho ya tantas cosas que no quería, para evitar otras que tampoco quería, como la primer decisión que tomó, para ahora llegar a estar en esta posición, y fue aceptar la amistad de David y su grupo y luego la de Iván, solo por ser amigos de Salvador, aun cuando desde el primer momento sintió que no eran personas de fiar, y luego cuando aceptó probar las drogas, ante la amenaza de que le provocaría una sobredosis a su amigo, que ya estaba casi inconsciente por el mismo consumo, en esa ocasión pensó que estaba bien, había sido por una buena causa, pero luego vino la otra ocasión, cuando lo obligaron a vender en su escuela, una vez más bajo la amenaza de incriminar a Salvador, porque como a él, lo habían enviado a vender, ahora sabía que su amigo siempre lo había hecho y él nunca se había dado cuenta, pero en ese entonces le dijeron que lo entregarían a las autoridades y pasaría muchos años en prisión, porque lo dejarían solo, si él no accedía, así que de nuevo, por él lo hizo, lo peor de todo fue cuando casi lo asesina, y lo hubiera hecho de no ser porque falló, así que ahora entendía y comprendía las palabras de su madre, él siempre pensó que su padre había traído la desgracia a su familia por el simple hecho de haber dicho Sí al crimen organizado, no sabía por qué lo había hecho, pero ahora entendía que quizás había tenido sus razones, razones de gran peso, porque siempre lo había escuchado decir que amaba a su familia, que los amaba a ellos, a pesar de su rechazo y no le creyó.

Ahora estaba marcando su número, consciente de que quizás no aceptaría ayudarlo, ya que él acababa de rechazarlo hacia apenas unos días atrás.

Cuando sonó la segunda vez, escuchó la voz de su padre, se sorprendió cundo preguntó ¿hijo? ¿cómo sabía que ese era su número? Y si sabía que era él quien le marcaba, ¿no era más lógico que ignorara su llamada,  después de sus desplantes?, sí, si lo era, pero había contestado con angustia, como si supiera que estaba en peligro.

_ ¡Papá... te necesito... necesito mucho dinero! ¡Por favor... tú no me falles... alguien te marcará!

_ ¡Todo estará bien! - había alcanzado a escuchar antes de que Iván le arrebatara el teléfono y terminara la llamada. _ ¡iré por ti! - fue lo último que escuchó y su corazón se quebrantó aún más, él era la última persona en la que podía confiar, y no hubiera hecho la llamada, si su familia no estuviera al borde de la muerte, y había sido el único en aceptar ayudarlo y no solo eso, le prometió qué iría por él, pelearía por él, que lo rechazaba a cada paso que daba para intentar reconciliarse.

No tuvo tiempo de llorar, de inmediato lo arrastraron junto a su hermano

_ Así que el padre desobligado es el que viene al rescate. - se burló Iván. - aventándolo sin consideración. _ atenlo de nuevo. - ordenó. _ veremos que sorpresita nos trae tu padre, si de verdad está dispuesto a pagar por ustedes o solo es un idiota que intentará rescatarlos. Sea lo que sea no saldrán de aquí. - rio burlón. _ ni tú, ni tu hermano, ni tu tía, ni él, si es que de verdad se atreve a venir y por supuesto tu hermana tampoco, con la diferencia de que a ella la tendré algún tiempo conmigo y dependiendo de cómo se porte, sabré que tanto tiempo más la dejaré vivir. Por lo pronto esperaremos hasta mañana, le daré tiempo a tu padre para que su angustia sea mayor y acepte lo que sea que le pidamos. Ahora aprovechen su tiempo juntos, porque más tarde mi gente los visitará de nuevo. Ni crean que los dejarán tranquilos. - rio malévolamente. Con eso les estaba diciendo que le esperaba otra golpiza a su hermano, pero ahora, lo estaban incluyendo a él también. _ y a ella nos la llevamos. - dijo refiriéndose a Julia. Ya veré que hago con ella.

Diciendo esto todos se marcharon dejándolos solos. Aunque sabía que no lo estaban, había gente afuera cuidando de ellos.

*****
Bruno no tuvo descanso no sabía cuánto era lo que esa gente estaba pidiendo por su hijo, sin embargo, sí algo tenía de sobra era dinero y en esos momentos estaba trabajando para contar con bastante efectivo, el que fuera necesario, más valía tener de sobra a que le faltara, y si le faltaba, conseguiría más, sabía que al final lo recuperaría y si no lo hacía, no le importaba, valía más la vida de cualquiera de sus hijos que todo lo que pudiera perder.

*****
Santiago Morán miró a su alrededor, su corazón latía con fuerza, aunque era algo que había hecho infinidad de veces, siempre existía el riesgo de que algo saliera mal, y más  ahora, porque aunque a su lado en esta ocasión estuviera Aureliano Montero, no era su gran amigo fiel, Bruno Acosta, con quien siempre hacia este tipo de trabajos y quien sabía y tenía claro cuales eran sus movimientos y sus intenciones, aún si no se los expresara verbalmente.

Era de madrugada, la habitación permanecía en penumbras, miró hacia la cama matrimonial. Dos respiraciones acompasadas le indicaron que todo estaba bien, de la bolsa de su chaqueta sacó un pequeño dispositivo, rodeo la cama con sigilo y después de verificar quien era quien, se acercó a la mujer y accionó su pequeña arma química. La mujer no tuvo tiempo de reaccionar, siguió quieta en su lugar, como si nada hubiese interrumpido su tranquilo sueño.

Aureliano cuidaba sus espaldas desde la puerta de la recámara.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now