CAPÍTULO 33 VISITAS INDESEADAS

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Bruno permanecía de pie a la entrada de la sala dónde sus hijos se recuperaban.

Había momentos en los que se sentía dividido, sus sentimientos eran encontrados, porque deseaba estar al lado de ellos todo el tiempo, pero también quería estarlo con Julia, y le era imposible, la idea de tenerlos a todos en la misma sala le había cruzado por la mente, pero la había desechado de inmediato, sus hijos no la querían y no creía que la aceptaran, por eso no la expondría a que le dijeran una grosería o le hicieran alguna mala cara.

Agradecía que en esos momentos el personal médico estuviera con ella, lo que le daba un tiempo con sus hijos, aunque ella siempre lo alentaba a estar al lado de ellos, lo cual agradecía y lo hacía amarla y respetarla aún más.

Sus pensamientos estaban perdidos en tantas cosas y en tantos asuntos, que no se dio cuenta de que alguien ajeno al personal médico se acercaba, hasta que sus hombres que hacían vigilancia por el largo pasillo, se pusieron en alerta.

Él también lo hizo, como lo hacía siempre que estaba ante ellos, y no es que les temiera, ni siquiera que los respetara, porque no lo merecían, se debía a que eran los padres de su esposa y los abuelos de sus hijos y nunca había querido ponerlos a ellos en una posición en la que tuvieran que escoger entre unos y otros.

Tampoco ahora lo haría, pero en esta ocasión no los dejaría salirse con la suya, no se movería de su lugar, si querían estar ahí, tendrían que soportarlo a él, y si no que se fueran.

*****
Alejandro y Magdalena se aventuraron a entrar a aquél lujoso hospital, ¿que si estaban preocupados? Sí, por poco y pierden a sus nietos, lo bueno era que ya todo se había solucionado, Lily y Rosa no les habían dado más detalles, más que ambos habían sido secuestrados, pero ya habían sido liberados y se encontraban en ese hospital en recuperación. Seguramente las autoridades habían hecho su trabajo.

Ahora entendían que ese montón de llamadas de Fernando habían sido reales y que no mentía cuando les había dicho que necesitaba el dinero de su herencia, aun así no se lo hubieran dado, pero era un alivio que todo hubiera salido bien y que ya estuviera en libertad, lo que no imaginaban era que Braulio también hubiese estado con él, porque Braulio no era del tipo de estarse metiendo en problemas, su carácter era más tranquilo que el de Fernando y más centrado, él sabía lo que quería e iba tras ello, en cambio Fernando estaba perdido en su mundo de resentimientos, y no tenía idea de lo que realmente quería, yendo de aquí para allá, prácticamente se había convertido en una carga para ellos, en cambio Lily era una chica tranquila, con una madurez enorme y muy centrada en lo que quería. Era por eso que le habían permitido marcharse de su lado, además de que les había dado la oportunidad perfecta de por fin arrebatarle la casa que había sido de su hija, a ese despreciable hombre con el que se había casado en contra de sus deseos.

Caminaban despreocupadamente por el largo pasillo, cuando miraron horrorizados la escena, a él, de pie en la entrada de la habitación, y varios hombres apostados a ambos lados y más allá, ¿qué hacia ahí? ¿y cómo se atrevía a llevar a esa gente a donde estaban sus hijos? ¿que no tenía vergüenza? Claro que no, era y siempre sería un patán.

_ ¿Qué haces aquí? - alzó la voz Alejandro cuando estuvieron a su lado.

Los hombres de Bruno intentaron detenerlos, pero él les indicó que los dejaran, sin embargo, se pusieron en alerta.

_ Estoy cuidando de mis hijos. - contestó sin inmutarse.

_ No son tuyos, ¿recuerdas que renunciaste a ellos? - intervino Magdalena.

_ Me alejé porque no me quedaba de otra, pero jamás renuncié y ustedes lo saben.

_ Pero ellos no y no lo sabrán y si intentas convencerlos de lo contrario jamás te creerán. - contestó la mujer.

_ No estoy aquí para pelear. - dijo él. _ solo quiero que estén bien y sus gritos no harán que mejoren, así que les pido que actúen con respeto.

_ Tú no mereces nuestro respeto. - gritó ella. _ lárgate y llévate a esos delincuentes. - señaló a sus hombres.

_ ¿Pueden calmarse? - pidió. - sus gritos solo van a alterar a mis hijos.

_ Tu presencia aquí es lo que los va a alterar. - ignoró ella su petición. _ y ya no son tus hijos. - lo miró con furia.

Bruno iba a contestar cuando su hija, seguida de su tía, salieron.

_ ¿Qué sucede? ¿por qué gritan? - dijo molesta ignorando a sus abuelos recién llegados, solo les dirigió una mirada de reproche.

_ Estamos llegando ¿y ni siquiera nos saludas? - le recriminó su abuelo.

_ Veo que este hombre ya te empezó a influenciar. - le recriminó su abuela mirándolo con coraje.

_ Nadie ha hecho nada. - dijo con calma. _ solo quiero que se den cuenta de que esto es un hospital y que mis hermanos están ahí dentro y no necesitan oír cómo se pelean, necesitan estar tranquilos y no alterados.

_ No te preocupes cariño. - dijo su padre. _ estaré abajo, pero ellos se quedan. - miró a sus hombres. _ cualquier cosa me avisan. - dijo antes de alejarse por el pasillo, había decidido no ceder ante ellos, pero una vez más, podía más el amor a sus hijos y el deseo de que estuvieran bien, a sus propios deseos y sentimientos, sin embargo, ahora no lo sentía como una derrota, bastaba con que al menos su hija, lo aceptara y no lo cuestionara, para él era mucho.

Bajó al comedor del hospital, necesitaba tomar algo y luego subiría al cuarto de Julia, con suerte ya estuviera sola. Los hombres que tenía apostados afuera de su puerta le avisarían cuando lo estuviera y aún no había noticias suyas.

Por suerte, aunque se encontraba en el mismo piso, no era la misma área, él lo había pedido así, y aunque se le complicaba más, era preferible, por ningún motivo deseaba un enfrentamiento entre ella y cualquiera de sus hijos, aunque con Lily no había ningún problema, con gusto veía que ambas se llevaban más que bien y sobre todo el agradecimiento qué Lily tenía hacia ella, por haber tomado su lugar y haber antepuesto la seguridad de ellas antes que la suya.

Eso lo llenaba de alegría, aunque lamentaba lo que le había sucedido a Julia, a pesar de eso, ella parecía no lamentarlo. Incluso cuando Santiago había estado ahí de vuelta, y ya sabiendo de su relación y sus planes, ella se mantuvo firme, cuando él le advirtió qué no sería fácil y que su vida daría un giro de 360 grados, y así como habría cosas buenas, también le tocaría enfrentar muchos peligros como el de ahora.

Una vez que se cercioró de que ella estaba consciente de lo que le esperaba a su lado, le había brindado todo su apoyo, incluso mandó traer a sus hijas, Raquel y Fernanda, quienes en esos momentos esperaban con paciencia afuera del cuarto, a que el personal médico terminara su trabajo con ella.

Bruno se sentía desesperado, ya había pasado más de media hora, y aún no recibía noticias de sus hombres de que los abuelos de sus hijos se hubiesen retirado, sabía que podían quedarse toda la tarde si querían, pero sentía que algo no andaba bien, sin embargo, su gente se lo hubiera comunicado.

Miró hacia el interior de la habitación, Julia descansaba rodeada de sus hijas, en realidad no lo necesitaban, ni aquí, ni con sus hijos, ya le había informado que saldría un momento y se encaminaba por él pasillo, cuando su celular empezó a sonar, apenas había tomado la llamada, cundo miró a Lily, que se dirigía con prisa hacia él, su rostro estaba descompuesto y sus ojos cristalizados. Alcanzó a escuchar lo que su gente decía antes de que ella llegara a su lado y se echara a sus brazos envuelta en llanto.

NOTA:
Si llegaste hasta aquí y no te aparece el capítulo 34, prueba metiendote a la lista de capítulos y ahí te aparecerá con todos los demás, si no, intenta quitando la historia y volviéndola a poner, espero que te funcione.
Bendecido día.❤️❤️❤️

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now