CAPÍTULO 8 EN CASA

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Bruno miró a su alrededor, un escalofrío recorrió su cuerpo, hacia tanto que no entraba a ese lugar, pero era como si nunca se hubiese marchado. Todo seguía igual, todo en su sitio, era como si ella aún estuviera ahí, pero no lo estaba y ese orden en la casa tampoco se debía a ella, era obra de María, la mujer que les había servido por años y la que había estado hasta el último día que su esposa estuvo en esa casa. Ahora se encargaba de mantenerla limpia y abastecida, como si alguien siguiera viviendo en el lugar.

_ Quiero que la mantenga limpia y funcional. - le había dicho a María, la última vez en la que estuvo ahí. - ella lo había visto con lástima y sabía lo que estaba pensando, que sus hijos no volverían, por mucho que él lo deseara, o por mucho que él hiciera para que la casa estuviera bien, por si ellos querían ocuparla. Incluso le había dado órdenes de mantener la alacena y el refrigerador abastecido, con todo lo que los chicos pudieran necesitar, aun sabiendo que quizás nunca volverían y era por eso, que le había pedido otro favor. _ quiero que cada semana o cada quince días, como le parezca mejor, venga haga el aseo de la casa, la ventile, se lleve todo lo que no se usó y mantenga la alacena llena.

No le importaba que ella se llevara lo que no se usaba cada vez que reponía todo, de hecho, se lo había pedido, no era justo que la comida se desperdiciara, ella sabría si lo usaba para beneficio propio o lo repartía por ahí.

Miró de nuevo, la casa era grande y espaciosa, cada uno de sus hijos tenía su habitación, más la de él y su esposa, y dos más para las visitas, sin pensarlo se dirigió hacia una de ellas.

_ Ven. - dijo a Julia. _ te mostraré cuál será tu recámara, mientras estás, aquí.

Ella lo siguió sin vacilar. Observaba con discreción el lugar. Era bonito y agradable, se veía limpio, se preguntó si la casa estaría sola, no se veía a nadie, ni se escuchaba nada, tampoco había desorden, daba la impresión de que estaba sola.

_ ¿Es tu casa? - preguntó. _ ¿aquí vives?

_ Sí, es mi casa, y viví aquí por algún tiempo. - se veía y se escuchaba melancólico. Ella no quiso preguntar más.

_ Mi habitación está del otro lado. - señaló. _ si necesitas algo no dudes en llamar. Ya es tarde y lo mejor es que descansemos. Cada habitación tiene su baño, ahí debe de haber lo necesario, como ropa de dormir, hay varias tallas de hombre y de mujer, porque es una de las habitaciones para invitados, así que espero que algo te quede, mañana iremos de compras para que te hagas de lo que necesites, y no te entretengo más. - le sonrió con cansancio, eran pasadas las diez de la noche y estaba seguro de que ella estaba tan cansada como él.

_ Te agradezco tanto lo que has hecho por mí. - lo miró con agradecimiento. _ si no me hubieras sacado de aquél lugar, quizás ya estaría muerta en estos momentos.

_ No pienses más en el pasado. - se acercó a ella. _ te espera una nueva vida. Nunca volverás a ver a tu cuñado, no volverás a vivir en el temor.

Ella se estremeció ante su cercanía. Sus palabras le daban tanta esperanza, no podía creer que de verdad era libre, que de verdad nunca más estaría bajo el yugo de aquel perverso hombre, ni bajo los caprichos de su hermana y sobrinos y que, si quería, ni siquiera a ellos los volvería a ver. No pudo contener aquella lágrima que asomó a sus ojos.

Él la limpió de inmediato, rozando su mejilla con sus poderosas manos.

_ Nadie volverá a lastimarte. - dijo ante su mirada de desconcierto. _ te lo prometo. - la rodeó en un fuerte abrazo.

Ella no fue capaz de apartarse, lo sintió tan sincero, tan cercano, tan protector, era lo que había estado necesitando y anhelando por tantos años, el sentirse segura, el saber que había alguien en quien apoyarse, alguien en quien confiar, alguien que diera la cara por ella, alguien que quitara el peso que siempre llevaba encima. Pensó que era algo imposible, pero ahí estaba, era él, y aunque fuera solo por ese momento y por esta ocasión, pero lo aceptaba. Porque se sentía tan bien, tan reconfortante, y sabía que no lo volvería a tener, pronto dejaría esa casa, se reuniría con sus hijas y esto quedaría atrás y aunque las sensaciones que en este momento la inundaban eran indescriptibles, no tenían nada de romántico, al menos no por parte de él, él tenía su esposa, sus hijos, se notaba que los quería. Para él era solo su instinto protector, nada más, y ella lo entendía.

_ Será mejor que descanses. - se apartó. _ yo también lo haré. - dijo ella.

El no dijo nada, solo se quedó mirándola, no sabía que pensaba, solo la miraba como si quisiera decir mil cosas, pero no las decía. Por fin se despidió.

_ Mañana será un nuevo día. - dijo. _ descansa. - dio la media vuelta y salió cerrando la puerta.

No tenía idea de lo que sus palabras significaban para ella. Mañana sería un nuevo día, un nuevo comienzo, una nueva vida, una nueva oportunidad de subsistir, de empezar, sí, de empezar a vivir, de ser libre, de decidir por sí misma que quería hacer y qué no. Viviría de nuevo.

Las lágrimas asomaron de nuevo, recordó los sucesos de los últimos días, su travesía, la gente que la ayudó a ella y a sus hijas, las dificultades que sortearon para estar donde estaba ahora, los peligros que Bruno y esos dos hombres que con él estaban habían pasado por ella, el cómo lograron salir de la sierra, de territorio enemigo y llegar a una pequeña pista de aterrizaje, de donde lograron salir para luego poder llegar a la ciudad.

_ Espero que no sea la última vez que nos veamos. - le había dicho Julián, cuando se despidieron.

_ Lo mismo digo. - agregó Luis. _ pero espero que sea en condiciones menos peligrosas.

_ Así será. - intervino Bruno. _ yo me encargaré de que antes de que llegue a su destino final, nos reunamos para despedirla.

_ Espero que así sea. - había dicho ella. _ mientras tanto me gustaría darles un abrazo y agradecerles por ser tan valientes y arriesgarse por mí.

_ Para mí fue un placer. - se había acercado Julián y luego Luis, dándole cada uno un fuerte abrazo, luego se habían marchado, suponía que cada uno con su familia o a dónde sea que vivieran. Bruno le había dicho que mientras menos supiera de ellos, era mejor, así que ella no había preguntado gran cosa y solo los había visto partir.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें