CAPÍTULO 22 LA TÍA

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Lo que Fernando y su hermano habían vivido ese día en que su amigo había muerto, se sucedió durante los siguientes dos días. Siempre era lo mismo, llegaba Iván con un grupo de sus hombres, ponían su teléfono en sus manos y realizaba las llamadas, llamadas qué nunca obtenían respuesta, lo siguiente era que delante de él y durante algunos minutos golpeaban a su hermano, para aventarlo a un lado suyo, y asegurándolo a él de manos y pies, con unas esposas y cadenas que sobresalían de la pared.

Durante ese tiempo se dio cuenta de que, lo que habían dicho de su hermana y su tía era mentira, porque no habían llevado a ninguna de las dos, sin embargo, al tercer día, cuando abrieron la puerta de golpe, como lo hacían cada vez que entraban, se llevó una gran sorpresa.

_ Hoy tu hermano tiene suerte. - dijo entrando con prepotencia. _ y tú, quiero ver que haces con esos idiotas de tus abuelos, porque, o tengo resultados ahora mismo o tu tía se muere, delante de ti, así como tu amiguito Salvador.

Diciendo eso mandó traerla.

_ Tu hermana es lista. Se nos ha escapado, pero la atraparemos, te lo aseguro. - yo siempre me salgo con la mía y tú tienes que pagar todas estas molestias que me estoy tomando por ti. - dijo antes de que sus hombres regresaran.

Sabía que no podría hacer nada, como no había podido hacer nada hasta ahora, ¿cómo? Si sus abuelos eran los únicos que podían resolver su problema y no querían escucharlo. Desesperado miró hacia él piso, no quería ver a su tía, ¿cómo decirle que lo que sea que le hicieran o que ya le habían hecho, era por su culpa?

_ ¿No saludas a tu tía? - lo tomó Iván del cabello obligándolo a levantar la cabeza, al notar cómo evitaba verla. La burla se reflejaba en sus ojos.

El la miró, y su sorpresa fue mayúscula, no era su tía, era aquella mujer que había estado con su padre, sintió vergüenza delante de ella, pena, remordimiento, y sobre todo culpa, porque se veían golpes en su cara y brazos, no la había pasado bien, y una vez más todo era por él, No la conocía, pero no le deseaba lo que estaba pasando y menos lo que seguía, sin embargo, no pudo dejar de sentir alivio, porque no fuera ni su tía, ni su hermana las que estuvieran en su lugar.

_ ¿De verdad no vas a saludar a tu tía? - lo sacó la voz de Iván de sus pensamientos.

Él se quedó callado, no sabía que hacer, si admitía que era su tía y no una desconocida, estaba dictando su sentencia de muerte, y si decía que no era quien ellos creían, entonces se irían de nuevo con todo, contra su hermano y seguirían en su empeño de buscarlas a ellas.

_ ¿Estás bien sobrino? - escuchó con incredulidad la voz de la mujer. En ese momento todas sus emociones explotaron, no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, con dificultad pudo contener las lágrimas, ella sabía a lo que se exponía aceptando que era quien no era, y aun así lo había hecho, ni siquiera había esperado a que él le diera el tiro de gracia, porque sin duda también sabía lo que le esperaba tan solo por ser su tía. Con esa acción le estaba quitando la responsabilidad y el sentimiento de culpa, ella sabía que odiándola como la odiaba, él se escudaría en su aceptación para desligarse de las consecuencias hacia ella. Lo que ella no sabía era que su percepción de las cosas ya no era la misma y que ya no la odiaba como había creído hacerlo y que ahora daría lo que fuera por librarla tanto a ella como a su hermano de esa horda de matones.

_ Empiecen. - escuchó la voz de Iván. No tuvo tiempo de nada para cuando ella ya se había llevado varios golpes de esa gente.

_ ¡No le hagas más daño! - gritó con desesperación a Iván. _ ¡resolveré esto! - lo miró sonreír y tomándose todo el tiempo del mundo se volvió hacia sus hombres, esperó todavía un tiempo más y luego dio la orden de parar.

Él estaba furioso, esa maldita gente se regocijaba haciendo sufrir a los demás, eran uno dementes. Ella no tenía que haber pasado por esto, y él no tenía a nadie a quien recurrir, sin embargo, tenía a la última persona en su vida a la cual hubiera pedido ayuda, y aún si la pedía, no estaba seguro de que tuviera con qué hacerlo y de tener lo que ellos pedían, todavía faltaba ver, si él le creía y quería ayudarlo, según sus abuelos era un egoísta miserable, incapaz de hacer nada por sus hijos. ¡Ahora estaba dudando que en realidad así fuera su padre, y sin embargo, recurriría a él, no por salvarse a si mismo, si no por sus hermanos y por la mujer que valientemente estaba dando la cara por él.

_ Llamaré a mi padre. - dijo sin vacilar.

Iván se sintió satisfecho, lo que fuera que obtuvieran de esos idiotas estaba bien, había tenido muchas expectativas de esto, porque Salvador había asegurado que era gente con mucho dinero, sin embargo, después de darle muerte, había indagado un poco y resultó que lo de los abuelos ricos era una mentira, porque aunque él era un empresario reconocido, desde hacía tiempo su negocio tenía problemas financieros, y lo de la herencia, más bien apuntaba a que si de verdad la tenían, probablemente no les quedara mucho, así que ahora se servirían del padre para obtener aunque fuera algo, y se conformaría con eso poco que pudiera darles, porque por comentarios del propio Salvador, ese hombre no quería a su familia, había abandonado a sus hijos y se había desentendido de ellos, pero si lograba sacarle algo, eso sería mejor que nada, así que una vez más puso el teléfono en manos de ese perdedor al que nadie quería.

*****
Julia estaba asustada, no entendía por qué la tenían secuestrada, sabía que la habían confundido con Rosa, pero no sabía la razón, hasta que la llevaron a esa enorme bodega, no estaba del todo vacía, pero la llevaron hacia un lugar aparte, y ahí estaba él, el hijo de Bruno, miró asustada y asqueada su entorno, era toda una escena de horror, y luego estaba ese olor nauseabundo, que la obligó a detenerse y vomitar, además de Fernando, miró a otro joven, estaba atado de pies y manos sentado en el piso, recargado en la pared, con los ojos vendados, su ropa Lucía desgarrada y ensangrentada, su cabello revuelto y con visibles huellas de violencia por todo el cuerpo, no supo quién era hasta que ese tal Iván, menciono que era hermano de Fernando. Su corazón se contrajo de dolor, era el otro hijo de Bruno, sintió pena por los dos chicos y dio gracias de que fuera ella quien estuviera ahí, y no Lily, seguramente de tenerla a ella, le fuera peor aún, que a su hermano Braulio. Bruno se moriría de dolor. Ella misma lo haría, si las secuestradas fueran sus hijas y también daba gracias de que estuvieran tan lejos en esos momentos.

Los golpes que recibió, los recibió con valentía, como lo había hecho el día anterior, cuando la llevaron a un cuarto oscuro y mal oliente, en donde la tuvieron toda la noche, y aunque no pudo dormir, agradeció que no la molestaran más, hasta esa mañana, en la que la atacaron de nuevo, por fortuna, le habían hecho caso a Fernando, cuando les pidió que pararan, ahora solo faltaba esperar.

Escuchó qué llamaría a Bruno, ella no quería, pero si él no los ayudaba, no había otra forma de que esos chicos salieran con vida de ahí, y sabía que él lo haría.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now