CAPÍTULO 40 NO ESTAREMOS SOLOS

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Julia miró a su alrededor, la casa era grande y espaciosa, sumamente elegante, no podía dar crédito, los pequeños jardines a su alrededor, era más de lo que podía esperar tratándose de la ciudad, y era más de lo que podía soñar, comparado con el terreno y la pequeña casa en la que siempre vivió, aun cuando se encontrara en el campo.

_ Espero que te guste. - le había dicho cuando la llevó después de ser dada de alta del hospital. _ solo recuerda que es temporal, no nos quedaremos aquí, pero el tiempo que estemos. - había tomado su rostro entre sus dos manos con delicadeza. - quiero que seas feliz y que lo disfrutes. - luego había besado sus labios con toda la ternura del mundo.

¿Y como no ser feliz? ¿y como no disfrutarlo?, ahora veía a sus hijas en el jardín desde la ventana, las dos sonreían, sus rostros resplandecían, sus risas llegaban hasta ella.

Las lágrimas rodaron por sus mejillas, hacía apenas unos meses jamás se hubiera imaginado estar viviendo una escena semejante.

Habían sido años y años viviendo en el temor, en medio de la zozobra, angustiada no por ella, si no por sus hijas, por el futuro gris que les esperaba y sin posibilidad de salir, al menos no con vida de aquél lugar. ¿cómo no estar agradecida con aquellos ángeles que Dios le había enviado? En especial con aquel hombre que, arriesgando su vida, no solo la había sacado, si no que se la estaba cambiando.

Desde el día anterior lo había notado tenso y angustiado.

_ ¿Sucede algo? - había interrogado.

_ Están por dar de alta a Braulio. - dijo sin rodeos. _ creo que ha llegado la hora de enfrentarme a ellos.

_ No tiene que ser un enfrentamiento. - tomó su mano. _ todos son adultos y tienen mucho que decirse, de verdad no creo que sigan con la misma actitud de antes. - lo abrazó.

_ Me lo repito todos los días. - apoyo su barbilla sobre su cabeza. _ ¿y si nada ha cambiado? - se separó para mirarla a los ojos. _ ¿si ellos me vuelven a rechazar?

_ Si lo hicieran, no son dignos de ti. - lo abrazó de nuevo. _ un padre excepcional como tú, no lo tendrán jamás, ellos se lo perderían.

_ Ese es el problema. - dijo abatido. _ que no quiero luchar más, si me rechazan, será la última vez, porque pienso dejarlos por la paz, aunque duela tanto.

_ No lo harán. - dijo contra su pecho, su cuerpo emanaba calor, protección, hubiese deseado permanecer ahí por la eternidad y decirle cuanto lo amaba y lo necesitaba, pero no era el momento. _ ellos han madurado, ahora han visto, te han tenido, saben, porque lo acaban de vivir, cuanto los amas y creo que, si no es que lo saben ya, al menos intuyen lo que sus abuelos son en realidad.

_ Es lo que tanto he deseado, que mis hijos me permitan ser parte de sus, vidas y que me perdonen.

_ No hay nada que perdonar. - acarició su rostro. _ Eres tú, quien tiene que perdonarlos a ellos.

_ Sin importar el motivo por el que lo hice, la realidad es que los abandoné, y lo peor, los deje en manos de gente que no cuidó de ellos como debiera.

_ No te culpes, en su momento pensaste que estabas, haciendo lo mejor, a veces los padres nos equivocamos, y mucho, pero nunca lo hacemos con la intención de lastimarlos, creemos que es por su bien y no siempre resulta así, porque no somos dioses, ni adivinos. Tú siempre has hecho lo que has creído mejor y ellos tendrían que agradecértelo, como Lily, también creció lejos de ti y no te culpa, por el contrario, te ama tanto.

_ Gracias, tus palabras siempre me transmiten esa paz que tanto necesito. Te amo. - había apretado su abrazo. Venga lo que venga ahora se siente tan diferente, porque no estaré solo. Gracias por compartir tu vida conmigo. - la había mirado con una expresión que hizo que su interior se removiera, era agradecimiento, ternura, amor, necesidad, su corazón se conmovió al darse cuenta de que ese hombre grandote, fuerte, feroz, decidido y muy valiente, la necesitaba a ella.

No protestó cuando con ternura acarició su rostro y luego la besó como si no hubiera un mañana.

Ella se permitió soñar, su vida tenía un nuevo sentido, aún si sus hijas hacían la suya, ella ya no estaría sola. Se acomodó entre los brazos de aquél gran hombre y se dejó querer. Cualquiera que los viera, miraría una gran contradicción. Aquél hombre grande, hosco, rudo, todo fuerza y poder, y ella una mujer débil, sumisa, delicada, sin embargo, eran el perfecto complemento uno del otro, porque, aunque ella hubiese sido sumisa por tanto tiempo, él le daba fuerza y valor y él con su carácter fuerte, podía tratarla con toda la ternura del mundo.

Ambos se fundieron en un nuevo abrazo y en un nuevo beso, cargados de sentimientos y emociones, cargados de fe, esperanza y amor.

*****
Bruno había salido el día anterior, lleno de energía, de esperanza y mucho amor, del lado de Julia, su fe en que todo saldría bien al día siguiente se había renovado, sus planes inmediatos era llevar a sus hijos a la casa que habían compartido con su madre, era su casa, y no se las quitaría, el departamento en el que habían estado viviendo Fernando y Lily junto con su tía Rosa, después de escapar de su hermana, era pequeño y solo les servía para ducharse y descansar cuando no estaban en el hospital, así que de ninguna manera podrían quedarse ahí, a menos de que Braulio decidiera usarlo, mientras tuviera que asistir a sus terapias de rehabilitación, sin embargo, forzosamente alguien más tendría que quedarse con él porque aún no se valía por sí mismo. Todavía tenía un largo camino que recorrer.

Claro que él estaba dispuesto a pagar y proveer todo lo que fuera necesario para su recuperación, incluido transporte y chófer para que lo llevaran al hospital, cuantas veces fuera necesario, ese no era ningún problema para él, pero todo eso lo tenía que hablar con ellos y el momento había llegado, y por supuesto también estaba la posibilidad de que quisieran irse a vivir con él y con Julia, ellos lo habían hablado y ella estaba encantada de recibirlos si accedían, y aunque entendía que si estaban a punto de iniciar una vida juntos, ambos necesitarían su espacio, también entendía que esta era su oportunidad de hacer las paces con ellos y que tenía que aprovechar cualquier oportunidad que se le presentara, incluido, el tener que sacrificar su privacidad, al menos por lo pronto, luego la recompensaría, de eso podía estar segura y más cuando cooperaba activamente para que su relación con sus hijos se restableciera.

*****
Magdalena y Alejandro sonrieron aliviados, por fin se llevarían de regreso a uno de sus nietos, a estas alturas no importaba cual fuera, con uno que tuvieran aseguraban el que Bruno siguiera enviando dinero, y ya lo tenían, ahora solo era cuestión de lograr llevarlo a casa.

ROMPIENDO MIS CADENAS/ No.1️⃣5️⃣ Serie: HOMBRES DE LA SIERRA حيث تعيش القصص. اكتشف الآن