Capítulo 35

193 38 42
                                    

Koga limpia mis heridas en silencio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Koga limpia mis heridas en silencio. Hoy fue de esos días en donde Abi no se conformó con golpear mi rostro, intentó hacerlo con mi vientre, pero al final solo lastimó mis piernas y manos. Mi rostro muestra moretones de los momentos en donde ella parece no reconocerme y siempre busca la manera de matarme. Sin embargo, algo positivo de esos días es que Koga se siente tan abrumado que hace lo que le pido, me permite luego de limpiar mis heridas, salir de la casa con él y caminar no por los alrededores, sino más lejos.

En silencio lo hacemos, ya estoy buscando mi ruta de escape, el vehículo que tienen escondido a unos cinco minutos de la casa permanece oculto para que no lo note, pero si lo hice, solo que no se los hice saber.

Me duele todo el cuerpo porque los constantes golpes de Abi me tienen débil, además de que la comida que me dan no siento que es suficiente, solo pido que eso no me dé ningún problema con mis bebés.

De las caminatas con Koga he notado algunas cosas. La primera es que al menos son veinte minutos a pie para encontrar algo que no sean altos árboles, lo segundo es que no hay nada luego de los árboles, lo tercero, he ido recolectando lo que serán mis armas sin que él se diera cuenta. Clavos, pequeños vidrios, un encendedor, todo lo que pueda darme una oportunidad de lastimarlos. Todo lo estoy ahorrando bajo mi cama cuando me quedo sola. Mi vientre está creciendo cada día más, tanto que mis pies se hinchan con más facilidad que antes y que la espalda baja me está matando del dolor, el dormir es un calvario porque no encuentro una posición correcta, pero es lo que hay.

Cuando nos alejamos lo suficiente de la casa Koga suspira y se pone frente a mí, sus ojos miran los moretones que adornan mi rostro. Él toma mis manos y observa como las esposas han dejado hematomas horribles de distintos colores, porque a veces me las quitan y luego las vuelven a poner.

—Lamento no ser de mejor protección, pero encontraremos la manera de huir de ella, ¿sabes que no dejaré que te siga lastimando?—creo que la pregunta va para él mismo, porque yo sé que mientras Abi esté viva, él no hará nada.

Koga parece temerle a Abi. Más que un cómplice el tipo es un imbécil que hace lo que ella quiere o lo próximo que hará Abi será matarlo, es por eso que no menciono nada, solo lo observo en silencio, antes de forzar a mis ojos a soltar las lágrimas, cuando la primera cae él se tensa.

—Tengo miedo—es todo lo que digo—no deberías tocarme así o ella te matará—susurro, aunque quisiera verlo muerto, todavía no es el momento. Poque Koga me será de ayuda más adelante, también ahora donde me da la oportunidad de estudiar mi alrededor.

Él niega y acaricia mi rostro con suavidad, lo dejo hacerlo y trato de no tensarme cuando él se agacha y deja un beso sobre mis labios antes de apartarse, me provoca náuseas, pero finjo y le sonrío, él me sonríe devuelta y me abraza.

Cuento en mi cabeza las razones por las que no debo apartarlo aguantando las ganas de vomitar por dejarlo tocarme de esta manera, por dejar besar los labios que son solo de mi esposo, pero, aunque quiera hacer otra cosa, esta es la manera en la que puedo sobrevivir y lograr escapar, mientras ellos confíen en mí, todo será más fácil.

Travieso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora