Capítulo 53: No quiero cambiar

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El ascensor se detuvo en lo que ambos suponían un muy, muy alto piso puesto que tan solo su recorrido les había llevado más de cinco minutos. Lo más incómodo era que aquel espacio era extremadamente pequeño para albergar dos maletas llenas, a Donghae y Eunhyuk pegados de los costados y al botones, con trabajos una cuarta persona pasaría entre ellos.

El chico era un típico ingles no muy interesante, de baja estatura y un cuerpo normal por lo que ninguno de los dos tomaba bastante atención; solo en aquellas ocasiones en las que les miraba de forma extraña, como estudiándolos completamente y sacando sus conclusiones, era como si esperara que se abrazaran o se tomaran de la manos, eso los puso incomodos y hasta un poco nerviosos.

Cuando las rejas se abrieron le escucharon musitar en ingles que por obviedad no lograron descifrar o entender, pero por la sonrisa y como negó con la cabeza no suponían que fuera algo muy bueno, ¿o sí? : -Now the handsomest, they are gays and married. Strange world. (Ahora los más guapos, son gays y casados. Extraño mundo.)

Donghae fue el primero en salir después del botones encontrándose con un pasillo extenso pero con solo tres puertas rusticas. Eunhyuk también se preguntó porque era de ese modo, los demás hoteles en un solo piso tenían casi 10 habitaciones corridas. El chico los guio en silencio hasta la última entrada he introdujo un código de tres dígitos; el joven dejo las maletas en el pasillo de entrada sin inducirse en la habitación.

Eunhyuk y Donghae hicieron una corta reverencia y entraron cerrado la puerta a sus espaldas.

-Woaw- suspiro Hyuk quedándose estático apenas llego al centro.

-Es pequeño- le siguió Donghae igual o peor de boquiabierto –¡Oh la cama es enorme! es... muy, muy...

-¿Ro-romántica?

-Bueno, yo lo llamaría apasionada...

La habitación no era precisamente enorme como pudieron haberlo pensado, pero distinguida con el gran candelabro del techo; las paredes cafés/crema, la pequeña ventana con largas cortinas de distintos tonos de café; un sofá individual color vino con una mesilla de cristal; una mesa de caoba y encima un espejo cuadrado colgando de la pared; tanto alado de la cama como de la mesa se encontraba una lámpara de luz tenue amarillenta que iluminaba los pequeños espacios.

La cama quinsay con cojines que seguro eran de piel y terciopelo, las sabanas suaves a la vista aun sin ser tocadas y la colcha tan bien tendida que daba la impresión de ser un pecado moverla; lo que causaba curiosidad era el color que tenían todas estas, de un escarlata opaco y decorado con figurillas de espirales y rosas, mientras que en la mesa de noche se encontraba un florero con las mismas rosas rojas y de orillas atractivamente negras, sin contar la que reposaba en medio recargada en la fila de cojines.

-¿No hay la posibilidad de que, no sé, se hayan equivocado?

-Pienso lo mismo- respondió Donghae comenzando a buscar el papel con el número de su reservación. Apenas lo encontró salió de la habitación con él en la mano y cerró la puerta, si era su habitación apenas ingresara el número como código se volvería a abrir ¿No?

-863- repitió mientras los ingresaba y como esperaba, después de un click la puerta le abrió paso. –Es nuestra.

-Demonios ¿¡Y porque parece de una luna de miel!? Deberíamos hablar con el manager.

-No podemos, ¿recuerdas? Esta con el director- recordó Hae poniendo sus manos en jarras tratando de pensar. –La cama se ve bien, mañana podrán resolverlo por hoy... estoy muerto.

Eunhyuk lo sopeso unos instantes más pero cuando escucho el rebote de resortes y volteo a su espalda encontró a Donghae acostado bocabajo con los brazos extendidos igual que las piernas. Sonrió para sí y olvidando lo que pensaba antes, se lanzó encima del pelinegro quedando espalda contra espalda.

A veces eres realmente molestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora