"CAPITULO 18"

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La noche cayó sobre nosotros y la lluvia no cesó ni por equivocación. Me encontraba acomodando una improvisada cama para Lena en la sala porque aunque le insistí hasta el cansancio se rehusó a dormir conmigo. Corine y Emma habían ocupado las dos habitaciones para invitados, así que era su problema. La casa estaba llena de velas pues al ser tan grande y vieja, se necesitaba mucho para darle luz. Nuestros teléfonos estaban muertos, menos el de Daniel que se había propuesto no usarlo por si se necesitaba para algo.

Le di una ultima manta a Lena y una pijama, ya todos estaban a punto de dormir y esperar a que esto acabara. Probablemente la mañana siguiente sería mejor.

—¿Segura que no quieres dormir arriba?

Lena se terminó de poner la pijama y negó de nuevo. Se tiro cómodamente en los sillones acurrucándose como gusano con el cobertor.

—En serio, no quiero golpearte ni nada, duermo terrible, ya lo sabes.

Era cierto. Lena parecía una maldita lombriz en la cama, se movía para todos lados así que consideré dejar de insistir y dejarla aquí en la sala.

—¿Y qué ocurre con Peter? —preguntó Lena un tanto curiosa.

—No lo sé —respondí—, sólo dijo que quería hablar conmigo, pero no dijo nada.

—Se ve que a Daniel le cae super bien.

Lena y al parecer todos habían notado la horrible actitud de Daniel hacia Peter. Me preguntaba cómo reaccionaría si conociera a Robert y Cedric. Ademas, tenía qué averiguar qué rayos pasaba, por las miradas que Corine y Daniel se dieron, me dejaron más que claro que ellos ya lo sabían. Un punto en mi contra. Despejé eso y me propuse averiguarlo esa misma noche.

—Bueno, supongo que me iré a la cama —bostecé de manera exagerada y al parecer Lena se la creyó.

—De acuerdo descansa, mañana hablaremos.

Se dio la media vuelta y yo subí con mucho cuidado las escaleras. No quería otra pierna rota. De nuevo. Cerré la puerta de mi habitación y busque mi vieja camisa del equipo de fútbol. La única cosa que había sacado de las cajas que Selma me había dejado. Era de Nathan y con ella lo sentía un poquito más cerca.

¿Cuánto tiempo tendría que esperar para saber qué lo que Daniel y Corine estaban hablando?

¿Alex? —llamaron de afuera.

—Adelante.

Corine entró envuelta con una manta y una vela en la mano. Traté de ocultar mi sorpresa. Sólo esperaba que no trajera un cinturón, me estremecí al recordarlo.

—¿Qué pasa? —pregunté naturalmente.

—Quisiera hablar contigo un minuto, ¿podemos?

Tal vez podía darle el beneficio de la duda. Después de todo, en estos años pudo haber tenido un cambio de actitud. Dejar de ser esa mujer tan fria y calculadora. Daniel seguía enfadado con ella pues no se apareció ni por equivocación en el entierro, ni en todos estos años.

Al igual que Emma analizó mi habitación con la mirada tardando unos cuantos segundos en las fotos que había en mi pared. Tomó una que estaba en mi tocador. Era del cumpleaños número quince de Dëni, ambas estábamos de cabeza y la pirámide del Tajín estaba detrás de nosotros.

—Parece que tuvieron mucha diversión, ¿dónde es esto? —preguntó.

—Fuimos a México, Dëni tenía ganas de conocer sitios históricos y terminamos en Veracruz.

La dejó de nuevo en su lugar y se sentó en la cama. Se quedó callada y miraba a la nada. Vamos, creí que querías hablar.

—¿Cómo estás? —preguntó con voz baja.

—Se podría decir que bien, creo.

—Alexia, quería, bueno yo, realmente no sé qué decir ahora.

—Empieza por el principio —sugerí con tono divertido. 

Quizás eso rompería la tensión.

—Sé que fui terrible, y no supe apoyar la familia que Daniel quería construir, pero ahora, realmente quiero disculparme —su voz comenzaba a quebrarse—. Me comporté mal, muy mal contigo y Dëni, pero estaba asustada, por todo lo que pasó. Y sé que no es una excusa para haber dejado a mi niña y olvidarla por completo. Fui, soy una estúpida y una egoísta, pero creí que ella estaba mejor sin mí.

—¿Qué te hizo pensar eso? —pregunté molesta.

Dëni la necesitó cada minuto, cada instante. Es decir, era su madre. Era más que obvio que ella la necesitaba.

—Charlotte me lo decía, incluso antes de que Daniel se casara de nuevo, además, todos me decían que Janine era perfecta y que ustedes la amaban, ¿qué papel podía jugar yo?

—El de su madre. Ella te amaba a pesar de todo. Jamás le importó que te largaras, Dëni siempre espero verte entrar por esa puerta.

Me di cuenta de que mi tono de voz iba aumentando. Debía calmarme o papá podía venir a ver qué rayos pasaba. Me levanté de la cama y fui hacia la puerta. Me recargué de ella y respiré profundamente. Crucé los brazos y casi me mordí la lengua para ya no hablar. Sólo así evitaría decirle a Corine todo lo que pensaba de ella. Que era una mala madre. Una perra y una oportunista. Una hipócrita por presentarse aquí. Y en fin, la lista era interminable pero ya no quería seguirla.

—Sé que me odias —dijo como si me leyera la mente—, lo veo en tus ojos, pero está bien. Lo entiendo. Sólo que ahora con su muerte sentí la necesidad de venir aquí, y pedirle perdón por todo, aunque ella ya no me escuche. Y estás tú, Daniel está preocupado y Janine, Emma, la chica que es tu amiga y me atrevería a decir que yo también.

—¡Qué tengo que hacer para que se den cuenta de que no voy a matarme!

—Yo me preocupo por otra cosa, y tiene que ver con el chico que vi esta tarde, puedo apostar mi vida a que Daniel lo sabe ya y no ha querido decirte nada. Y cuando te lo diga entenderás por qué me fui.

¿Peter? Entonces ya lo sabían. Esto no era bueno. Y tenía que encargarme de ello lo antes posible.

—¿De qué hablas?

—Después de que Daniel te trajera aquí, pasaron unos cuantos meses para que yo notara algo raro y Dëni también lo sabía —sonaba muy mortificada—. Una noche cuando tu cuarto aun era en la parte baja de la casa fui a ver cómo estabas, la ventana estaba abierta y creí que había cerrado todo, fui y la cerré, entonces te escuché hablar. Repetías el nombre de "Peter", y señalabas a todos lados. Miré de nuevo a la ventana y ahí estaba, un chico observando la habitación y a ti.

Cuando dijo esto mi cuerpo se puso totalmente frío. Ella sabía ciertas cosas y quería saber en que parte entraba Dëni.

—Fui por Daniel, pero cuando bajamos ya no había nadie —siguió—. Él estaba seguro de que habían sido visiones mías, hasta que él también lo vio, y Dëni le dijo que ella lo conocía y que era un chico amable que jugaba con ella. Comencé a ponerme nerviosa por todo, temía por mi hija y su seguridad pero Daniel no me creyó. Comencé a hartarme de que él te diera el lado a ti y tomé mis cosas y me fui. Sé que puede parecer patético pero el miedo me invadía. Veía a ese chico en todos lados, y no estaba loca ni nada, a cualquier lado nos seguía, en especial si tú estabas con nosotros. Entonces me fui.

—¿Estas segura?

—Por eso te pregunté en la tarde, porque estoy segura de que es él. 

El ruido de un cristal desvío la conversación.

—¿Oíste eso? —Corine se levantó y tomó un bate que tenía a lado de mi cama.

¡Alex!

Lena.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora