"CAPÍTULO 37"

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Llegamos al jardín privado de Katrina o lo que debió haber sido. El lugar estaba  totalmente marchito, no había ni una sola flor que tuviera un poco de vida; borrones de imágenes llegaron a mi memoria, rosas hermosas de todo tipo de colores, lirios, dalias y muchas flores reposaban en mis recuerdos, y esto, esto no concordaba para nada. Miré confundida todo a mi alrededor, el simple hecho de estar aqui era deprimente.

—Halina siempre hace lo posible por mantenerlo bien —dijo Katrina al ver mi cara de espanto—, pero mi actitud no ha ayudado mucho estos años.

No dije nada al respecto. Cualquiera que mirara a esta mujer no iba a encontrar ni una pizca de tristeza en su semblante. Su rostro era alegre y esos ojos azules tan hermosos estaban brillantes como el sol. Nada cuadraba.
Observé todo y decidí sentarme en el pasto seco. Ella me miró sin saber si hacer lo mismo o no.

—Vamos, siéntate —la animé—, después puedes cambiarte de vestido.

Di unas palmaditas al suelo y luego de parecer un poco insegura me sonrió. Se sentó a mi lado y tomó mis manos entre las suyas de nuevo. Besó cada una de ellas y pequeñas lágrimas se asomaron en sus ojos.

—Pasé casi diez años añorando verte de nuevo —dijo sollozando—, y aquí estás, no puedo creer que viví para presenciar  esto.

—Yo tampoco lo creía —ni en mis sueños más locos— pero aquí estamos.

Sonrió mientras acariciaba mi mejilla y me observó totalmente.

—Siempre supe que serías hermosa y mírate ahora, eres toda una mujer, no quiero ni pensar todo lo que te pasó en ese lugar.

¿Qué?

—Yo estuve muy bien en Terra todos estos años —aparté su mano de mi rostro—, las personas que me encontraron fueron muy buenas conmigo, demasiado.

Katrina frunció el ceño y una pequeña V se formo entre sus cejas, ¿qué era lo que ella sabía de Ravenville?, estaba casi segura de que el imbécil de Peter tenía algo que ver en todo esto.

—¿Segura? —preguntó.

—Por supuesto que sí —no tenía porqué mentir—, los Raven me han dado cariño y protección, fue lo suficiente para estar agradecida el resto de mi vida.

Bajó la mirada avergonzada. Arrancó unas cuantas ramitas y las lanzó lejos.
Pero lo mío podia hablarse después, quería saber el por qué del comentario de Lucinda.

—Y bien, ¿me dirás qué pasa con Lucinda?, es claro que no tienen una buena amistad teniendo en cuenta que te dijo "impura" —añadí sarcasticamente—, asi que, habla.

Katrina suspiró de manera dramática. Esto sería una buena historia.

—Fue un milagro que no me llamara de otra manera —rió—, Alexia, a pesar de los años que llevo con tu padre, veintisiete para ser exacta, no todos han terminado de aceptar nuestro matrimonio. Es difícil cuando un futuro rey decide casarse con una plebeya, hija de un ebrio y educada en uno de los lugares más horribles de todo Caudentry.

Espera, ¿qué? La miré confundida y traté de asimilar lo que acababa de decirme, mi madre era plebeya, ella no era de sangre "real". Pero no podia ser posible. Yo podía recordar, muchos súbditos la amaban, la seguían y respetaban pues para muchos era una reina maravillosa incluso mejor que Lucinda Tornander.

—Pero, ¿cómo? —pregunté finalmente.

Sonrió como si recordara algo muy triste, entrelazó sus manos y me miró directamente a los ojos.

—Yo vivía en una de las aldeas del sur del reino de los Hathaway —explicó—, con mis padres y mis dos hermanos mayores, Saul y Roger, nuestro padre era algo como un comerciante y mis hermanos estaban en el ejercito, Roger con los Hathaway y Saul con los Terrancer. Mi madre y yo nos la pasábamos en la casa, tu abuela era una magnífica curadora y aprendí de ella. Una noche lluviosa tocaron a nuestra puerta, era un soldado mayor, Roger y Saul habían muerto en batalla. Tenían diecinueve y veintiún años respectivamente. Mi padre maldijo a todos por la pérdida de sus joyas más valiosas y mi madre no lo toleró. Esa misma noche tuvo un infarto —su voz se quebró levemente—, murió dos días después.

Me quedé muda por aquella revelación. Primeramente por enterarme de que habíamos tenido más familia, abuelos y tíos, no solo se trataba de la abuela Katherine o del abuelo Baltazar. Y segundo, debió ser algo terrible perder a casi toda su familia de golpe. No podía imaginar una situación peor para ella.

—¿Y entonces? —pregunté para que continuara.

—Mi padre cayó en una depresión terrible, y se quedó con lo que él consideraba menos útil, yo. Tenía apenas trece años y tuve que encargarme de mi casa, de mi padre y de tratar de seguir con las curaciones, pero para mi padre eso jamas fue suficiente. A pesar de ser un muy buen comerciante y de que nos iba muy bien gracias a su negocio, él siempre ambicionó de más, era muy interesado y jamás se conformaba, fue cuando conoció a mi peor pesadilla, Sasha Barron.

Sus ojos a pesar de estar fijos en mi lucían totalmente perdidos. Parecía que más lágrimas querían salir, pero nada. Estaba sumida de lleno en sus recuerdos, unos muy dolorosos.

—¿Y quién era ella? —pregunté cautelosa.

—La dueña de un burdel —mierda—, un burdel a donde incluso el rey Baltazar Vasilith acudía en ciertas noches.

—¿Quieres decir que...? —ni siquiera pude terminar la frase, no me atreví.

—La dueña de ese lugar era amante de mi padre, desde antes que mi madre muriera, o al menos eso me dijeron las mujeres que trabajaban ahí. Al ver que no conseguía un buen partido, mi padre decidió sacarlo por si mismo y me llevó a ese lugar.

Limpió las lágrimas con la delicada tela del vestido y su maquillaje apenas notorio comenzó a correrse.

—Debo darle un punto a esa mujer, pues se negó a darme esas labores, pues era demasiado jóven y no muchos se interesaban.

—¿Entonces qué hacías? —pregunté ansiosa.

Calma tu curiosidad Alexia.

—Al principio labores de limpieza, las cuales odiaba pero luego, fue magia lo que tuve que hacer —no parecíamuy feliz recordando eso—. A pesar de que sólo mis hermanos estuvieron en batalla, antes de partir me enseñaron varias cosas y mi madre otro poco. Tu tío Roger me ayudó a ser una excelente portadora de la tierra. Con ayuda de otras mujeres aprendí a "bailar" y a mezclar los trucos, era un espectáculo muy entretenido. En fin, al cumplir los quince años, ya me había acostumbrado a ese lugar, a ese ambiente y a estar ahí, rodeada de esos hombres y de esas mujeres quienes al final se volvieron mi familia, tu abuelo obtuvo su beneficio y lo pagó caro.

—¿Qué le pasó?

—Lo mataron —respondió fríamente—, se metió con otro ebrio idiota igual que él y le dieron una puñalada en el pecho.

—¿Y por qué no te fuiste?, estoy segura de que tuviste la oportunidad.

—No pude —se lamentó—, aunque Sasha era amante de mi padre, ella le dio una muy buena cantidad por mí, y yo tuve que pagarla para que no me matara, entonces me quedé ahí.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Tal vez algo bueno aparecería en la historia por fin. Era lo más seguro.

—Una noche, arreglaron la gran casa de una manera magnifica, las mejores sábanas, las mejores bebidas, en fin, lo mejor de lo mejor, y te preguntarás por qué, bueno pues el rey Baltazar vendría esa noche y no lo haría solo, el futuro gobernante lo acompañaría, su hijo, Adrián.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Where stories live. Discover now