"CAPÍTULO 41"

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—¡Mira lo que has hecho idiota! —le grité.

Corrí hacia ellas pero la mirada de Lena me decía que ya no había nada qué hacer.

—Todo es cuestión de saber con quién estás Alexia —Lucinda dijo a unos pasos de distancia, se veía completamente fuera de sí—, recuerda niña, tú sabes lo que sigue.

Tomó un cuchillo y lo pasó por su garganta, su cuerpo cayó al suelo inerte. Lena abrió los ojos como platos al ver como la sangre salía de manera escandalosa del cuello de su madre.

Un peso menos.

—Lena —la llamó Halina.

Era momenro de poner la atención en ella ahora. Que estúpida, ¿por qué demonios intervino?

—Todo estará bien Halina, resiste —Lena acarició su cabello pero su voz sonó quebrada.

Aquí nada iba a estar bien. Eso no era normal para Caudentry.

—Me alegra haberte visto al menos por unas horas, hermanita —tomó mi mano entre las suyas. Maldición las tenía heladas—, y sé que harás lo correcto, todo estará bien.

El brillo de sus ojos, el cual era casi idéntico al de nuestra madre, me dejó muy en claro hasta qué punto Halina sabía las cosas.

—Lo haré —besé su mano fria—, te lo prometo, lo voy a intentar.

Peter se paró detrás de mí y sólo porque Halina no había cerrado los ojos por completo, contuve las ganas inmensas que tenía de lanzarme contra él y darle todo lo que se merecía.

—Te perdono Pete —esbozó una pequeña sonrisa y entonces cerró los ojos.

—¡Eres un bastardo! —Lena se lanzó contra Peter y ambos cayeron al suelo.

Se golpeaban de una manera muy loca pero no sabía realmente quién estaba lastimando a quién. Y me consideraba lo suficientemente lista o cobarde como para no intervenir.

—¡Sigues pensando que seguiré en la sombra, pues no Lena, este es mi momento!

La golpeó de nuevo, esta vez en el estómago y luego en la cabeza hasta que Lena cayó al suelo inconsciente. Miré a Peter aterrada. Si se lo proponía, podía matarme en ese preciso momento. Pero no lo hizo, muy en el fondo no era capaz de hacerme daño.
Comenzó a apagar todo el fuego y quedamos en absoluto silencio bajó la noche lluviosa.

—Es mi turno —no sabía sí se dirigía a mí al decir esto.

Parecía un maldito demente.
Comencé a escuchar los golpes de los caballos en el suelo. Ellos se acercaban. No me aparté de Halina, no me atrevía a dejarla, la lluvia mojaba su rostro angelical, parecía que estaba dormida solamente. Gritos y más gritos inundaron el espacio, sólo que yo no prestaba atención a ninguno de ellos. Unas manos comenzaron a apartarme del cuerpo de Halina, pero me rehusé a quitarme de ahí.

—Sueltala —dijo una voz grave—, Alexia, tienes que dejarla ir.

—No, déjanos, largo!

—Vamos Alexia, por favor.
Los ojos de Adrián me observaron con pena, tenía el cabello empapado y le caía en la frente. ¿Por favor?, él jamás decía esas palabras. Sin pensarlo dos veces siquiera, solté el frío cuerpo de mi hermana, y me cobijé en los brazos de mi padre. No pude evitar que las lágrimas rodaran, mezclándose con las gotas de lluvia que caían sobre nosotros. Tenía esa sensación de nuevo. Una hermana más que se iba por culpa mía. No había podido ayudarla y estaba muerta, al igual que Dëni. Cuando sentí los brazos de Adrián, sujetandome con fuerza, me sentí relajada, protegida.

—Tranquila, tranquila —me acunó en su regazo mientras lloraba—, oye, mirame, tenemos que ir a casa.

Prepararon todo y de la nada apareció una carreta. Amarraron las manos y pies de Lena para poder subirla ahí, y a Robert junto a ella. Por increíble que pareciera tambien el cuerpo de Lucinda fue puesto en esa carreta a lado de su hija. Adrián no lo miro ni una segunda vez. Pero aún le dolía. Peter se inclinó para ayudarnos pero antes de que pudiera tocarle un pelo a Halina lo empujé lejos de ahí.

—¡No te atrevas, aléjate de ella!

—Alexia cálmate —Adrián me tomó de la mano pero me solté de él.

—¡Él la mató, por su culpa mi hermana está muerta!

Adrián me miró confundido y luego a Peter, éste bajó la vista y no dijo nada. Fue suficiente.

—Padre yo... —comenzó a decir.

—Llevénselo —ordenó—, ¡llevénselo!

Dos guardias aparecieron detrás de Peter y lo amarraron también, él no se resistió siquiera.

—Vamos —Adrián hizo que subiera al mismo caballo donde él iba.

Terminaron de preparar todo y emprendimos la marcha. Por mi cabeza pasaban miles de preguntas e ideas. Dios mio, ¿cómo reaccionaría Katrina?
¿Qué pasaría con Lena y Peter?, Adrián estaba muy serio pero sabía que estaba sufriendo, sus ojos no podían mentirme. Avanzamos durante un buen rato. Me recargué del pecho de Adrián y pareció no molestarle. Cerré los ojos por un momento. Quería que esto solo fuera un mal sueño.

...

No es justo padre, ¿por qué sólo Pete y Alexia?

Halina estaba de muy mal humor y papá trataba de no reirse de su pequeño ángel.

Ellos deben entrenar, son cosas de mayores —papá cargó a Halina y le dió un beso en la mejilla—. Cuando seas grande será tu turno.

La dejó en el suelo y se cruzó de brazos.

Alexia aún es pequeña —no la haríamos cambiar de opinión.

Tranquila Halina —Peter acarició su cabeza—. Cuando llegue el momento yo tambien te enseñaré.

Y yo también —le sonreí.

Sí Halina —padre le dio un último vistazo—. Tus hermanos mayores te protegeran, toda la vida.

Peter y yo salimos corriendo para alcanzar a papá mientras Halina se quedaba observándonos desde la puerta.

...

El ruido de unas campanas hizo que me despertara. Estábamos de regreso en el palacio pero ¿y ese escándalo? La gente comenzó a correr de un lado para otro sin importar la lluvia, la señal de esas campanas no significaba nada bueno. En la gran puerta alcancé a ver una sombra a través de las gotas de lluvia.

—Baja Alexia —la voz de Adrián me trajo de vuelta al mundo.

Me miraba con la mano extendida para ayudarme a bajar del caballo.

—¿Adrián? —la voz de Katrina lo llamó desde la puerta—, ¿están bien?

Él me miró y luego a Cedric que junto con otros más bajaban el cuerpo de Halina.

—¿Que pasó? —preguntó la reina y fue hacia nosotros de inmediato.

Observó como se llevaban a Peter, pero  éste ni siquiera la miró.

—No, no, ¡no! —sus gritos comenzaron al darse cuenta de lo que había ocurrido.

Katrina corrió hacia donde los hombres bajaban con cuidado a Halina. Adrián la detuvo y la sostuvo entre sus brazos.

—Pero, ¿qué pasó?, mi niña no... —no pudo ni articular palabra debido al llanto.

Adrián se mostró muy firme pero aún así podía ver las lágrimas que salían de sus ojos. Cedric se acercó a mí, y pasó un brazo por mis hombros. Mi primer instinto fue alejarlo de ahi. No quería ni verlo. Pero, necesitaba algún consuelo y parecía que él era el unico dispuesto a dármelo.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Where stories live. Discover now