"CAPÍTULO 46"

21.2K 2K 168
                                    

Después de que Cedric se pasara casi una hora tratando de convecerme de no hacer nada estúpido, regresé al gran salón. Había demasiada gente y todos murmuraban, dirigiéndome miradas extrañas, pero al menos algunos más  me sonreían, otros miraban como si no pudieran creer que la princesa por fin estuviera de vuelta.

Sentí la mirada de alguien. Alcé la vista y estaba preparada para algo desagradable, pero no, eran los intensos ojos azules de mi madre. Me hacían sentir que me estaba sumergiendo en el más azul de los océanos. Volví a la realidad de inmediato, no podía sentirme bien, sus ojos estaban totalmente apagados. Fui hacia ella y me envolvió en sus brazos. Sollozó levemente y me apretó más a ella. No tenía ni la más minima idea de qué decirle sin herirla. Ni siquiera cuando Dëni y los chicos murieron tuve que asistir al funeral. Claro, estaba casi muriendo en el hospital. Pero ahora estaba aquí y tenía que encontrar la manera más sencilla de brindar consuelo.

—Katrina yo...

—No digas nada —interrumpió en voz baja—, sólo quiero tenerlos cerca.

Miré a Peter. Evitaba mi mirada a como diera lugar pero estaba equivocado si pensaba que esto se quedaría así. Al cabo de unos minutos y al darse cuenta que no dejaba de mirarlo se quitó de ahi y fue con Cedric y otras personas que estaban con él.

—La vida está encontrando una manera muy rara de devolverme la felicidad —Katrina apretó levemente mi mano.

Yo no supe que responder. Así había sido desde que aparecí ante ellos. No me atrevía a decirle siquiera "mamá" todavía. No había pronunciado esa palabra hacía mucho tiempo y no me sentía a gusto diciéndola.

—Todo estará bien —le di mi mirada más reconfortante—, los días oscuros nos duran para siempre.

—Espero que tengas razón, por ahora, hay unas personas que quieren verte.

Sabía que tendría que hacer esto. Poco a poco la gente comenzaba a querer saber todo lo que pasaba con nosotros. Y ya sabía quiénes eran los primeros.
Genial.

Nos acercamos a donde estaban Peter y Cedric. Platicaban con varias personas,  Robert se unió a la plática aunque parecía muy ausente, se veía fatal. Al verme, su rostro cambió por completo, de alguna forma él lo sabía, sabía que yo había visto a Lena.

—Por fin está aquí —dijo Peter extendiendo su brazo hacia mí.

Ni se te ocurra. Captó el mensaje y sólo se quedó ahí parado. Ante mí, estaban tres mujeres y un hombre mayor, bueno no tanto, quizá de la edad de Adrian. Las chicas me observaban detenidamente. La que parecía mayor tenía pinta de ser muy amable en cambio la otra me miraba de manera hostil como si mi presencia le molestara. Fue a lado de Cedric y tomó su brazo sin dejar de mirarme.

—Alexia, son la familia Hathaway —dijo Peter un tanto nervioso.

La mujer fue hacia mí, y me tomó entre sus brazos sin darme tiempo de reaccionar. Parecía muy maternal al igual que Katrina.

—Mi madre —Robert se acercó a ella—, la reina Marie, y mis hermanas, las princesas Anabeth y Cataline.

Vaya, vaya. La pulga de Cataline no había cambiado mucho y al parecer seguía siendo como un chicle que se adheria a un zapato y ese zapato era Cedric. Si creía que mi intención era quedarme con él, estaba totalmente pérdida. Podía llevárselo y encerrarlo en la torre más alta que encontrara.

—Es un gusto que por fin estés de vuelta, querida, aunque sea en circunstancias tan terribles para tu familia —Marie nos miró con, no sé, ¿lástima?

—Al menos la culpable tendrá su merecido —Cataline rió.

Era claro que la más pequeña de los Hathaway seguía siendo igual de insolente. Era dos años mayor que Halina pero tenía una actitud terrible.

—Qué te he dicho de hablar de esos asuntos en público —la voz ronca de ese hombre puso un poco tensa la situación.

—Lo siento padre —Cataline bajó la mirada y se aferró un poco más a Cedric.

—No hace falta que Robert me presente —el padre de los Hathaway parecía muy contento—, aunque es una pena que no recuerdes al tío Magnus.

Un escalofrio recorrió mi espalda cuando escuché que él mismo pronunciaba su nombre y Dios, ver su cara era lo que menos me agradaba. La gran cicatriz que se extendía desde la comisura del ojo derecho hasta casi llegar al cuello. Él siempre me causaba miedo y al parecer ese sentimiento no había cambiado nada. Para mí, era incómodo recordar que esa cicatriz habia sido por causa de Adrián. Trataba en gran medida no verlo directamente ahi pero luego de diez años sin hacerlo, el morbo o lo que fuera no ayudaba a mi curiosidad.

—Por ahora no puedo decir que recuerdo algo con la claridad que todos esperan —me disculpé.

—Tranquila linda —Marie puso su mano en mi hombro—, ya habrá tiempo para eso.

Estar ahí se estaba volviendo un poco incómodo. Todos me miraban de manera distinta, como si trataran de sacar algo de mí.

Ja, buen intento.

Halina sería enterrada en unas pocas horas o eso había mencionado Katrina. Quizá podía esperar afuera en el jardín hasta que llegara el momento pues no podía permanecer encerrada en aquel enorme salón. Tenía que salir de ahí. Rápido.

—Discúlpenme un momento.

Antes de dar un paso, Magnus me tomó del brazo. Su mirada era rara y oscura.

—Nos veremos después querida —y me soltó—, espero que sea muy pronto.

No dije nada al respecto, pues aquellas palabras causaron una sensación de amenaza en mi interior. Si no lograba regresar a Ravenville, tenía que cuidar mis espaldas de Magnus.

Cuando ya nadie me puso atención, salí casi corriendo de ahí. Llegué al jardín y tomé todo el aire que pude. Demonios, esto no estaba nada bien, se estaba saliendo de control y no sabía cómo arreglarlo. Me senté en el pasto húmedo y puse la cabeza entre las rodillas. Una mano en mi hombro hizo que me levantara de inmediato. Robert. Tenía el brazo vendado y se veía muy agotado.

—¿Cómo está? —preguntó muy serio.

—No sé de qué hablas.

—Por favor —hizo una media sonrisa—, ¿crees que no me di cuenta?, no soy tan idiota como piensas.

Quizá Cedric y yo fuimos demasiado obvios. Solo esperaba que Adrián no lo supiera ya. Aunque siendo realista, ya no me importaba.

—Esta bien —admití derrotada—, en lo que cabe claro, un poco machacada y morada de la cara pero...

¡Rayos!

Como siempre, abrí la bocota de más. Robert abrió los ojos como platos cuando escuchó eso. Me volteé para tratar de pensar en otra cosa pero en mini segundos él ya estaba frente a mí.

—¿Quién se lo hizo Alexia?

—Dijo que fue un guardia pero no sé cuál de todos los miles exactamente.

—Maldita sea, no pueden —pasó una mano por su cabello—. Sí hubiera sabido antes, yo lo hubiera evitado.

—Robert, ya pensaremos en algo...

—Debió decírmelo, en su estado es riesgoso que eso suceda.

¿Estado? ¿Riesgoso?

—No estás sólo, Robert ¿de qué demonios estás hablando?

Me miró confundido. Si idiota. Te escuché.

—Alexia, jurame que tú no sabías nada de eso.

—¡Yo nunca sé nada de lo que pasa en este lugar!

—Helena esta embarazada, esta esperando un hijo mio.

Mierda.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora