"CAPITULO 36"

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Siempre había admirado a Lucinda, era tan sofisticada, hermosa y joven, me imaginé que se ayudaba con algún hechizo. Fue mi maestra favorita desde que llegaron al pueblo, eso pensé durante mucho tiempo, pero ahora, ahora me daban ganas de lanzarme contra ella, ahí parada mirándome, seguía teniendo su misma apariencia pulcra, perfecta y odiosa, digna de una reina. Se levantó y me observó detenidamente.

—Vaya, la princesa si que ha vuelto —dijo en tono de burla.

—Acaba de una vez —dijo Katrina con voz molesta.

Era más que claro que no le gustaba que la reina de los Tornander estuviera aquí, por un momento recordé el día que Corine llegó a casa.

—Si me permites, no estoy hablando contigo impura —respondió Lucinda enfadada—, perdón, quise decir Majestad.

¿Impura? Esta palabra me traía a la mente un universo literario muy distinto, casi podía apostar que no se refería a lo que yo pensaba.

—Te pido respeto para mi esposa —dijo Adrián clavando la mirada en Lucinda.

Ésta sonrió, ella y Lena compartían ese rasgo, quizá también se divertía con esto.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté sin rodeos.

Si estaba aquí, era por una razón y lo mejor era que fuera directo al grano.

—Solías ser más amable con tu profesora de historia favorita —contestó burlona—, pero relajense, vengo en un plan digamos, de paz, lo digo en serio.

—Sí, claro —Katrina estaba furiosa—, ¿esperas que te creamos?, la paz no es algo que a ti te guste Lucinda, ni a nadie de tu familia.

—Les conviene creer todo lo que tengo que decirles —Lucinda tomó asiento—, claro, si es que quieres salvar a tu hijita, o mejor dicho a toda tu familia y el reino incluido.

Katrina no respondió nada. Eso había despertado un interés en ella.

—Violaron los Tratados, primero con mi bebé y luego lo de Alexia —¿bebé?,  ¿de qué rayos hablaba Adrián?—, no creo que puedas agregar algo que evite que en menos de una hora ataque todo su reino, solo tengo que dar la orden y quedarán hechos cenizas.

Adrián sonaba firme, era más que claro que tenía ganas de hacerlo, por lo poco que me gustaba recordar, los Tornander siempre fueron un dolor de cabeza para las demás familias, sin importar que se hicieran miles de tratados, siempre había algo que los incitaba a seguir peleando; aunque Cara había dicho que hubo una guerra, justo después de que me sacaran de aquí, cosa que también había que aclarar lo más pronto posible.

—Te pido que reconsideres eso Adrián —Lucinda cambió su tono—, jamás hubo pruebas en mi contra, solo sus estúpidas suposiciones. La desesperación te lleva a tomar medidas innecesarias, la humillación que me hicieron pasar por todo aquello de lo que me acusas, jamás la voy a olvidar.

Lucinda se levantó para poder acercarse a Adrián y pude notar como Katrina endureció su terso rostro pero al parecer el rey no tenía ganas de caer en esos juegos, se apartó de ella y fue hacia Katrina, pasó un brazo por su cintura y sólo me limité a observarlos al igual que Lucinda. Exacto maldita, déjalos en paz.

—En serio, vengo a advertirles —habló en tono bajo—, advertirles acerca de Lena y sus planes.

¿Qué?

—Mi hija está totalmente fuera de control y si no la detienen, conseguirá su objetivo —el tono dramático de su voz era totalmente falso.

—Por favor no pueden creerle...

Adrián alzó una mano. No hubo necesidad de más para saber que tenía que guardar silencio o me enviarían de nuevo a la habitación.

—¿Acaso han visto que yo haga algo? —preguntó Lucinda ofendida—, todo esto ha sido plan de ella, yo sólo traté de calmarla pero el poder se le ha subido a la cabeza, cree que es intocable.

—Claro —Katrina se burló—, ¿y tú sólo le seguiste la corriente?, no me hagas reir. Ustedes mismos crearon al monstruo, no fue muy buena idea darle a su hija de catorce años el control de su ejército.

Lena tenía una reputación moldeada a base de envidias y chismorreos, pero a decir verdad, su entrenamiento siempre fue digno de admirar para muchos. Con tan solo catorce años, Iván y Lucinda le dieron el control total de un ejército enorme, uno con el cual causó mucha destrucción.

—Helena tiene a Iván en la palma de su mano, no puedo luchar con eso —la voz de Lucinda comenzó a quebrarse—, mató a su propio hermano, mató a Anthony en Terra, y Alexia sabe que no miento, ella estaba ahí.

Los ojos de Katrina se abrieron como platos, miró a Adrián y luego a mí.  Parecían muy sorprendidos pero era más que lógico, sólo que en mi caso, ya no había sorpresa alguna, yo sabía porqué Lena había hecho eso, por no dejarlo en manos de Lucinda, en manos de alguien que le daría un destino peor que la muerte. Aún podía oir el cuello de Anthony quebrarse, aún podía recordar como la luz había abandonado sus ojos.

—Ella es un peligro —sollozó Lucinda—, y sé que harás algo Adrián. Confío en ti, después de todo, como líder del Consejo general, es tu trabajo prevenir que Lena arrase con todo Caudentry.

Los ojos de Lucinda contemplaron a Adrián de una manera muy rara. Era claro que sus sentimientos hacia él todavia eran muy fuertes, pero ¿cuánto?, miré a Katrina y ésta no apartaba la vista de ninguno de los dos.

—¿Dónde está ella? —la voz de Robert sonó desde la entrada del salón.

¿Acaso él creía toda esta basura?

—Llegó al palacio hace un momento —Lucinda le respondió de mala gana—, Iván no me ha dejado hablar con ella, sólo me dijo lo que hizo con Anthony. Ni siquiera trajo su cuerpo a casa, lo dejó en ese maldito pueblucho.

—Le pondremos fin a esto —dijo Adrián firmemente.

—Sin dañar los Tratados —añadió Katrina—, estoy segura que Iván será razonable.

Lucinda se dirigió con paso decidido a la salida no sin antes darme una última mirada, sonriendo de manera hipócrita.

—Tu madre tiene mucho que decirte, princesa, te sugiero que la presiones para que lo haga.

Y se fue, custodiada por su guardia personal, Katrina la siguió con la mirada hasta que por fin se largó. Genial. Había problemas y muy grandes. Robert se acercó a mí y me tomó entre sus brazos.

—Me alegra que ya estés aquí —sonrió—, haré todo lo que esté en mis manos para que ya no te pase nada, ni a nadie más.

Mi querido Robert, siempre tan protector con todos, tomó mi rostro en sus manos y me sonrió, pero la alegría no llegó a sus ojos, me preguntaba qué pensaba hacer respecto a Lena.

—Necesito a Halina aquí —ordenó Adrián—, vayan por ella de inmediato.

—No es necesario padre —Halina apareció de repente y fue a su lado.

¿Cuánto tiempo llevaba aquí?

—Lo escuché todo, creo que podemos hacer algo.

—Vengan a mi despacho, Robert y tú.

Me miró fijamente, como si quisiera decirme algo pero sus labios formaron solamente una línea, se dio la media vuelta mientras Halina y Robert fueron detrás de él. ¿Para qué rayos quería a mi hermana?

Katrina parecía un tanto pérdida hasta que notó que yo no dejaba de mirarla, me sonrió y extendió su mano hacia mí.

—¿Qué quiso decir Lucinda con todo eso? —pregunté antes de darle la mano—, ¿qué es lo que deben decirme?

—Sabía que llegaría este momento —suspiró un tanto resignada—, vamos al jardín tenemos que hablar.

Dudé un momento pero su rostro lucía preocupado, tal vez necesitábamos un tiempo de "madre-hija". Y sabía muy bien que podía sacarle la información que yo quisiera, asi que tomé su mano.

—De acuerdo.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Where stories live. Discover now