"CAPÍTULO 42"

21.8K 1.9K 70
                                    

Me mandaron a mi alcoba para que me aseara y tratara de descansar un poco.
Había sido todo un espectáculo el tratar de calmar todo. Adrián y Katrina se metieron a su habitación mientras que los demás se encargaron de atender la herida de Robert. Cedric no se había separado de mí, aunque sospechaba que era por Lena. La habían encerrado en algún lugar del castillo pero él se había negado a decirme. Yo necesitaba hablar con ella.

Busqué entre los montones de ropa un camisón o algún par de pantalones pero no había nada. Me asomé en el largo pasillo y vi a la chica que me había dado el vestido.

—Em, disculpa —ella volteó al oir el ruido al verme sonrió y fue a donde estaba.

—¿Qué se le ofrece Alteza? —preguntó.

Creo que tendríamos que cambiar eso.

—Quisiera la ropa que te di, la que Katrina, bueno la reina, ya sabes, mi madre no quería.

—¿Esa ropa? —preguntó sorprendida—, ¿está segura?

Asentí. Claro que quería esa ropa.

—Mmm, de acuerdo, veré donde se quedó y se la traeré de inmediato.

Se alejó rápidamente en el pasillo y bajó las escaleras, me metí de nuevo y consideré meterme a la cama, quizás con dormir cinco minutos me relajaría un poco. Pero la cama era tan dura y se sentía incómoda, tal vez por el poco uso que se le había dado en estos años. Incluso las sábanas y las almohadas se sentían ásperas, era horrible. Cerré los ojos y le pedí a mi cerebro que me mandara buenas imágenes, buenas imagenes de esos buenos años.

...

—¡Nath no puedo!

La fiesta estaba en su momento más crítico. Dëni y Nathan se burlaban de mí por no querer tomar esa cerveza. Pero tenía miedo, algo realmente ridículo, temía perderme en alcohol y terminar haciendo algo estúpido.

—Vamos nena, ya tienes quince años es momento de empezar el buen camino —Nath me dio su sonrisa más encantadora y puso la botella frente a mi.

Entonces nada me importó.

La música, el ambiente y nuestros amigos, habían logrado que mi muy atrasada fiesta de cumpleaños se volviera algo magnífico. La casa de Nath quedaría hecha un desastre, y John lo mataría por ello, pero bueno nada importaba en esos momentos. Minutos después, Nathan me tenía acorralada en la esquina de la sala, ajenos a todo el ruido. Sus labios se posaban en los mios repetidas veces y quizá el coqueteo de años atras comenzaba a dar resultado.

—¡Alex ven a conocer a los nuevos! —Vanessa se acercó a nosotros y nos miró de forma divertida.

Nathan tomó mi mano y fuimos a la entrada donde se encontraba Dëni con otros dos chicos.

—Alex, Nath, quiero presentarles a Helena y Anthony Craiden.

...

—¿Señorita? —abrí los ojos y me levanté rápidamente de la cama.

La chica me miraba un tanto divertida, sonreí un poco para que se calmara. Tenía la mala costumbre de caer como muerta cada vez que dormía.

—No pude conseguir la ropa que ya tenía, no tengo idea de que le pudo pasar, pero le traje esto.

Eran unos pantalones negros, una chaqueta  y blusa blanca, y botas negras. Se veía bien, me preguntaba de quién sería esa ropa.

—Gracias —hizo una reverencia y alcé la mano—, deja de hacer eso, y llámame Alexia, ¿de acuerdo?

Sonrió nerviosa pero asintió. Perfecto. Se retiró de ahí y comencé a cambiarme. Sujeté mi cabello de manera improvisada y me miré en el espejo. Me veía muy muy mal, no por la ropa o algo así, sino porque mi apariencia física era un asco. Tenía unos cuantos golpes en la cara, y en otras partes del cuerpo, además de que mis cicatrices se veían un poco más de lo normal, tal vez porque estaba muy pálida. Esperaba recuperarme pronto.

Tocaron la puerta y dudé unos segundos en abrir o no pero no hubo necesidad antes de que dijera que no, una mujer se asomó y sonrió un poco. Tenía unos ojos azules impresionantes y el cabello negro, como Dëni. Entró acompañada de un hombre rubio y alto, parecía ser alguien muy serio y se quedó a un lado de la puerta, justo como los guardias que custodiaban el palacio.

—Hola linda, ¿cómo estás? —la mujer fue hacia mi y me dió un rápido abrazo—, soy yo, Jillian.

—El rey y la reina nos han enviado a buscarla —dijo el hombre con voz inexpresiva—, ¿está lista?

Esas voces, pero en especial los ojos de Jillian, eran tan alucinantes que me dieron un giro de 360°. Sonreí un poco pero no dije nada.

—Sé que no has tenido la bienvenida correcta —hizo un ademán exagerado con las manos—, pero bueno, ahora ya estas aquí y necesitas integrarte. Y yo misma voy a ayudarte a que eso pase.

Y qué mejor que hacerlo en el funeral de mi hermana ¿no?, tenía un buen sentido del humor.

—Sugiero que use otra ropa —dijo ese hombre, Jillian lo miró con gesto molesto y de verdad que lo era—, algo que vaya más de acuerdo con el luto.

—No necesito otra ropa para tenerle luto a mi hermana.

—Carl ya basta, dejémosla que ella se preparea su manera —él no dijo nada más y salió de la habitación—, disculpa a mi hermano, sólo está nervioso con todo lo que ocurre.

—¿Y es mi culpa? —pregunté irritada.

—No cielo, claro que no, pero todos están así por tu hermana —se le quebró un poco la voz—, fue un duro golpe en tan pocos días. Se puede notar la ausencia de Halina.

Y sí, todo era por mi culpa, aún cuando cualquier persona me dijera que no. Todo se estaba saliendo de control y no sabía si sería capaz de mantener la calma.

—Dejaré que te prepares —besó mi frente y salió de la alcoba.

Me senté en la cama y me sentí de repente fatigada y harta de todo esto.
No tenía la fuerza suficiente para ir a ver la cara de mis padres. No tenía la fuerza para decirle a Katrina que todo saldría bien. Su hija estaba muerta, el otro en prisión y yo, bueno yo estaba aquí.

"El Elemento Perdido #1: Fuego" ⚠️Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora