Capítulo 2.

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Capítulo 2.


Primer día de clases. Cuan nerviosa estaba, claro, pues después de 3 años sin volver a pisar una escuela, tenía miedo.

Mamá cuidaría a Kyle hoy por la mañana, mientras yo estaba en la Universidad.

—Kyle, despídete de mamá —mamá grita desde la cocina y Kyle baja las escaleras tranquilo.

—Cuídate mucho y no hagas travesuras, pequeño —sonrió y se va—, adiós mamá, y gracias.

Mamá sonríe y salgo de casa. No quería levantar sospechas, aunque nunca lo intenté hacer. Mamá compro otra casa, un poco lejos de donde yo crecí, sabía que muy pronto las cosas se desatarían, intenté mantener la calma.

Violet se encargó de decirles a todos que había decido ir a estudiar a Inglaterra, con tal de que nadie intentase molestarme, cuando ella, mamá y yo sabíamos que no era así. Terminé mis estudios en Internet, con ayuda de Violet también.

La universidad quedaba un tanto lejos como para ir caminando, así que decidí ir en mi automóvil. Así me daría mucho más tiempo de pensar y aclarar mi mente.

Después de 10 minutos, llegué al aparcamiento de carros, que por ende estaba llenísimo de estos, la mayoría era mayor de edad y tenían camionetas. Dios mío...

Llegué a la entrada, todo era nuevo: sudor, marihuana, granos, nada había cambiado; caminando, checando mi horario, choqué con alguien.

—Auch —dije molesta—, fíjate por donde vas, estúpido—intento no reír, ser sería y molesta no era lo mío.

—Creo que no es la manera correcta de iniciar el periodo, ¿no crees? —Su voz era gruesa y tranquila—; empecemos de nuevo: lo siento mucho, pequeña niña nueva de ingreso —mi cara estaba roja, pero por intentar contener la risa— ¿ya vez? Intentaste reír —sonríe y su sonrisa me contagia—, mi nombre es Andy, ¿tú debes ser Anadla, no?

Me tenso, ¿cómo sabía mi nombre? —Sí, ¿tu como lo sabes?

—Todo el 3er año en Medicina está hablando de una chica castaña y "cuerpo de diosa" que se llama Anadla, ¿no eres tu ella? —sonríe y a medio morir sonreí.

—Creo que lo castaña, tienen razón —digo y sonríe— ¿Qué es? ¿Por qué me iras así?

—Es que en realidad —me observa de nuevo, sus ojos azules como el mar llagan hasta mis pensamientos— eres muy hermosa.

Sonríe de oreja a oreja, ¿y éste qué?—Gracias por el cumplido.

—Fue un gusto, Anadla —dice y sonrío— espero volverte a ver pronto —y se marcha sin más.

—Hasta pronto, Andy —musito. Que chico...

Suspire y comienza literatura, la primera clase después de mucho. Toqué la puerta y ya había algunas personas sentadas. Genial, esto empezó bien.

La primera clase concluyo, no tenía hambre, así que no iría a la cafetería. A fuera, un poco lejos del estacionamiento, había un gran árbol, con sus hojas verdes y luciendo fuerte ante todo.

Me quede sentada ahí un par de minutos, y justo en el minuto 5 sentí como me movían bruscamente, obstaculizando mi boca, tomándome de la cintura. Me daba miedo, mucho, me tocaron los hombros y temblé. Odiaba que hicieran esto.

—Si cooperas, no te haré daño, Anadla —era su voz, sin duda alguna, abrí por completo los ojos.

—Hola, cariño —dice, tenía los ojos rojos.

— ¿Qué quieres, Georg?

—Quiero que hablemos —no—, y no aceptaré un "no" como respuesta.

Suspiré. — ¿qué necesitas?

—A ti —su cara empezó a estar más cerca de mí, sentía su respiración contra mi cara y sonrió, logro ponerme nerviosa— y tú a mí, ¿no?

Sus ojos penetraron en mí, "nunca te quise" retumbo en mi cabeza. Y era verdad; solté una carcajada, no volvería a jugar conmigo. — ¿Yo por qué? Si hubiera deseado, lo hubiera hecho hace 2 años, ¿no lo crees?

— ¿Estás jugando? —Dice de repente, que manera la suya de cambiar el tema—, sólo mira el tamaño de tus bubis, Anadla, están gigantes —muerdo mi labio interior, intenta acercar las manos, lo deje— ¿Ya vez? Si no me entraban en las manos antes, ¡mucho menos ahora! —ríe.

—Qué bueno —lo veo a los ojos—, eres la 4ta persona que me lo dice.

Quita su sonrísa, y se tensa. Touché.

— ¿Tú de quién eres, Anadla? —me toma del cuello, sin intentar de ahogarme, me besa bruscamente, metiendo su lengua en mi boca y una mano suya en mi entrepierna— ¿De quién? ¡Carajo!

Resonó mi palma en su mejilla, estaba roja. Solté un gemido de dolor, me observa atentamente y escupo. —No soy tuya. Nunca más.

Con una sonrisa victoriosa y la mano roja, deje a Georg ahí solo, cabreado y excitado. Wow, Anadla: vas progresando.

After to us. #SB2Where stories live. Discover now