Capítulo 10.

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Capítulo 10.

Are yo afraid?


Un suspiro frío salió de mi boca, me froto las manos intentando contener algo de calor. El día estaba nublado y había ráfagas de viento frío, haciendo que mi cuerpo se muriera por dentro por lo que el día de hoy causaba. No tuve clases, por lo cual podría pasar por Kyle a su escuela. Aquí estaba, fuera de ella, con un frío que hacia taladrar mis huesos, rodeada de mujeres de 35 años preguntándose qué hacía una nenita de 20 años en un kínder. ¿Qué acaso no han visto a una madre joven en estos tiempos? Estamos en el siglo XXI, señoras, no en la era del caldo.

El timbre del kínder suena, haciendo que las puertas se abrieran de par en par dejando ver a niños sin uno o dos dientes, con sus pequeñas mochilas y loncheras, y entre uno de ellos aparece mi pequeño hombre de cabello castaño y ojos verdes, con su mochila de Capitán América y el cabello ligeramente revuelto. Lo cubro inmediatamente con un suéter que mi madre tejió para él, seguido de mis brazos.

—Mamá —dice mi pequeño, una sonrisa aparece en mis labios, dejando por completo que estamos a menos grados en California y me estoy congelando los pies.

— ¿Qué es mi pequeño, K? —sus ojos pasan por encima de mi cabeza y sonríe.

—Papá quí —me vuelvo y encuentro a un hombre perfectamente abrigado, con los ojos verdes dilatados y una sonrisa cálida en sus labios.

—Anadla —me toma la mano y me ayuda a ponerme de pie, hace una mueca, y me abraza ligeramente, gracias a que Kyle estaba en medio de nosotros—, estas helada, nena; vamos, permíteme invitarte un café —sonrío y él también lo hace, toma a Kyle en brazos y lo abraza, lo sube por encima de sus hombros y él se sostiene de una de sus manos, mientras que con la otra, me toma la mano y la enrosca de la mía, mi corazón palpita y creo que estoy a punto de desmayarme. Me lanza una mirada rápida y sonríe, esta era una imagen que jamás olvidaré.



La cafetería era acogedora, emitía una onda de paz y esas cosas. Era la primera vez que entraba y ya me había encantado.

Él pide una café americano, Kyle un batido de banana y yo un capuchino, la única cosa que Kyle y Georg no encajaban era que a mi pequeño le gustaba la banana y a él no, aparte de que le daba alergia.

—Anadla —logro salir de mis pensamientos y lo observo—, ¿qué era a lo que se refería Kyle cuando dijo "papá"?

—Yo... eh... —balbuceo, me observa a los ojos—, es sólo que él... nunca ha visto... a su padre, ¡sólo es eso!

— ¿Sabías que cuando mientes se te pone roja la nariz y tu clavícula se nota más?

Me observa como si fuera un objeto de burla, y me pongo más roja. Él me toma de la mano y me la enrosca nuevamente con la mía. Acaricia suavemente la palma de mi mano, acto seguido de un dedo rascar ésta. Abro los ojos, ¡estábamos en un lugar público y con Kyle! Él sonríe, conociendo cada una de mis debilidades. Niego con la cabeza mientras tomo de mi capuchino, sonríe pícaramente y me muerdo el labio. Tal vez saliendo de este lugar podamos ir a casa... ­

—Cuéntame de Kyle —dice observando a Kyle sobre sus pestañas.

— ¿Cómo cuáles? —Kyle toma la mano de Georg y suspira, sonríe, me observa a mí y vuelve a sonreír.

—Nació un 15 de octubre, el mismo año que tú y yo... ya sabes —tuerce el gesto y asiente—, fue un parto, dentro de lo que cabe: complicado.

After to us. #SB2Where stories live. Discover now