Capítulo 3.

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Capítulo 3.


Anadla —la voz ronca de Georg sonó desde la otra línea.

— ¿Ahora qué deseas? —bufé.

—Necesito hablar urgentemente contigo —dice; estúpido— ahora.

— ¿Y qué pasa si no quiero?

—Me encanta cuando hablas así, muñequita —y Michael Jackson está vivo, ajá— recuerda que sé dónde vives, y en tu total ingenuidad me diste la llave de tú casa, Tú decides.

—Está bien, te estaré esperando aquí —colgué y reí. Estúpido idiota.


Ya eran las 5:00 p.m., era turno de que Kyle y yo saliéramos, Era una costumbre que siempre mantendré con el hasta el fin de los tiempos.

—Kyle, vámonos, es tiempo de ir al parque —grito y él baja corriendo las escaleras. Adoro a este pequeño hombre.



—Mamá, quiero un helado —suelta mi mano para tomarme de la costura de mi blusa— ¿quieres uno? —saca 3 billetes de juguete y sonrío.

—Muy bien, pero por esta vez, yo invito —le guiño un ojo, asiente y sonríe.


—1 helado de limón y 2 de galletas con crema — ¿qué hace aquí?

— ¿Quién es él, hum? — ¿qué hago? Kyle me dice y observa atentamente, Dios— ¿y por qué conoce mi sabor favorito?

—Porque tú y yo tenemos algo en común, hombrecito —Georg se agacha hasta la estatura de Kyle y sonríe. Madre mía...—Hola, mi amor.

¡IDIOTA! — ¿Qué tal, Moritz? —Touché—, ¿no me encontraste en casa?

—Qué graciosa, Anadla —tomó su helado y sonrío mentalmente; me toma del cuello, se olvida totalmente que estamos en un lugar público— ¿por qué no mencionaste que ya no vivías ahí, hum? —de tal palo, tal astilla...

—Porque no veía la necesidad de decírtelo, "mi amor" —tironee su mano y tome a Kyle en brazos —vamos, mamá está a punto de llegar...


—Anadla, tenemos que hablar —su voz era la misma cuando me habló por teléfono aquel 23 de enero 2013, aquel día cuando terminamos, me debilité. Tenía unas fuerzas suficientes, pero con él, todo se iba al carajo—, por favor...

— ¿Qué pasa? Te escucho —mamá salió temprano y se llevó consigo a mi pequeño Kyle, dejándonos a nosotros dos completamente

—Solos, ya lo sé —maldita manía de leer mi mente—. Necesito aclarar las cosas contigo, Anadla.

— ¿Cómo cuáles? —lo observo a los ojos, es ahora o nunca— ¿Qué terminaste conmigo para estar con Kathleen? ¿Por qué me usaste? ¿Por qué, Georg? —no lloraré.

—Anadla, yo —toma mi mano y sentí eso, lo que nunca más sentí después de 3 años, esa pequeña corriente eléctrica que jamás sentí en mi entrepierna. OMGT*

—Quiero negociar contigo —espera. ¿Qué? —es algo que nos beneficiará a ambos.

—Dime que no tiene nada que ver con...


Sonríe, estúpido. —Claro que sí, Kitten.

— ¿Qué quieres inicialmente? —su sonrisa no se apartaba de mí. Sentí esa emoción, tal cual cuando Georg me habló por primera vez, cuando estaba enamorada de él.

—No creo que lo sepas —jajá, aquí entra la nueva Anadla.

—Dime cómo qué, a ver si ya hice algunas —su cara se paralizó mientras yo me mordía mi labio inferior.

—No fuiste capaz, Anadla —sus ojos estaba oscuros. Oh no...


Me tironea del brazo y me lleva fuera del café en que estábamos. Me carga como vil costal y me lleva a un callejón oscuro. Creo que la manera más cruel que tiene es tomarme del cuello, porque es la 3era vez que lo hace, y ahora agrega levantarme la blusa y jugar con mi sostén. —Tú eres mía, Anadla. De nadie más —me besa y ya no aguanto más. Lo deseo con mi puta alma desde que lo volví a encontrar. Me deje llevar por la pasión, me dejé llevar por él.

Mientras me sigue besando, me quita el sostén por completo y mis bubis quedan a la intemperie. Baja sigilosamente, tomando una de éstas en su mano y la otra la introduce en su boca. Gimo. Desabrocha el short y mete dos dedos en mí. Me estaba volviendo loca. Baja la bragueta del pantalón y se coloca un preservativo, y de una sola embestida penetra en mí. Mi espalda chocaba con su torso, gemía por lo bajo y en mí oído. Creo que era la sinfonía más linda de todos.


—Anadla, eres preciosa —dice cuando cambiamos de posición, cara a cara, con una pierna en el piso sosteniéndome y la otra sobre el hombro de Georg, aunque algunas veces volaba porque él es mucho más alto que yo. Me penetra con fuerza sobrehumana, ya extrañaba esto. Grite guturalmente mientras el igual lo hacía. Quedaría adolorida, es seguro; Georg tira el preservativo y sube sus pantalones— seamos amigos con beneficios.

Me congelé colocándome el sostén. Era una oportunidad que deseaba, pues quería demostrarle que ya no era la misma Anadla de 16 años que conoció, inocente e ingenua, si no otra Anadla, una nueva Kitten.

—Acepto —me acercó a él y lo beso, muerdo su labio inferior y me da una nalgada—; me tengo que ir, yo te llamaré.

Sonríe y besa mi mejilla seguida de otra nalgada. Sabía que yo no tenía dinero, por eso tome la cartera de Georg y subí al taxi, con un Georg desenfrenado detrás de él gritando barbaridades.

Esto se pondrá demasiado bueno, y eso que apenas comienza.

After to us. #SB2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora