Capítulo 11

1.4K 116 16
                                    

"Cajas de pizza"



"Y sientes alivio al dar con algo tan maravilloso cuando creías que iba a ser horrible.

Eso eres tú.

Para mí."

(Brandon Sanderson, Firefight)




Sydney me toma de la mano y prácticamente me arrastra hacia abajo por las escaleras del subterráneo cuando comienzan a caer las primeras gotas de lluvia sobre nosotros. Pequeñas risas brotan de sus labios al notar mi desconcierto y algunas maldiciones porque verdaderamente me ha tomado por sorpresa. Literalmente.

— ¡Oh, no puede ser verdad!, ¡Vamos, Niall! —gimotea como una pequeña al notar mi renuencia a correr por las escaleras. La principal razón es mi rodilla, pero no me queda de otra al notar como la lluvia se intensifica y amenaza con alcanzar a todos aun estando bajo tierra.

La gente nos mira y sonríe al notar nuestras manos entrelazadas, secretamente estoy aliviado porque no han notado nuestros rostros y todavía no interrumpen la carrera de Sydney contra las inclemencias del tiempo para tomarse una foto o algo por el estilo.

—Justo ahora puedo recordar lo que dijiste la primera vez que nos encontramos. —comienzo, cuando ella ha dejado de correr y camina con tranquilidad. Ambos pagamos nuestra entrada y pasamos a través de distintos torniquetes para acercarnos a la línea de abordaje al subterráneo.

—Ah sí, ¿Qué fue lo que dije? —ella me presta atención y eleva su mano para quitar el cabello mojado que cae sobre mi frente. Sonrío.

—Dijiste que podías andar todo Londres en el subterráneo con los ojos cerrados. —no quiero aludir con esto a su condición con los recuerdos, no es mi intención hacerlo, pero ha salido espontáneamente de mi boca y no hay marcha atrás ahora.

Un pequeño cable parece encajar en su mente, hace un asentimiento y suelta el aire.

—Era mi única manera de impedir que me llevaras a casa en tu auto, tarde o temprano ibas a conseguir convencerme a pesar de lo mucho que yo insistiera que no era necesario. —confiesa. —Puedo llegar de la floristería a mi casa porque se ha convertido en una rutina, sin embargo nunca salgo de casa sin la dirección y la ruta en un pequeño mapa.

—Debo decir que supuse que era una manera de deshacerte de mí. —sueno herido y Sydney no se percata de ello, lo cual es un completo alivio.

—Pero no era sobre ti. —insiste y se acerca un paso más a mí. El vagón se acerca y una masa de personas sale de él sin prestarnos atención. —Solo una pequeña parte.

Las personas se dispersan, mascullan maldiciones al notar que está lluvioso en el exterior, otras se acercan a las máquinas expendedoras y compran algún bocadillo que les ayude a enfrentar su viaje. Nadie es consciente del remolino de pensamientos que prontamente me abruma. Ni siquiera Sydney puede imaginar lo que hay en mi mente que me mantiene en silencio, mirando a una pared detrás de ella.

—Niall, ¿estás bien? —sacudo la cabeza y pongo mis ojos sobre ella.

—Esta vez vas a olvidar un poco tu rutina, vamos a mi casa, cocinaré para ti. —ofrezco a cambio. No respondo su pregunta y espero que ella lo deje pasar.

—Tengo una pequeña teoría circulando en mi mente ahora mismo y me temo que la he dicho antes, ¿eres algún secuestrador o algo por el estilo? —dice, intentando alegrarme. Tal vez mi tono antes fue demasiado plano para la manera en que acostumbro a decir las cosas.

Late for Love | niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora