Capítulo 19

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"Recuerdos compartidos"





"La gente fue creada para ser amada. Las cosas fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos, es porque las cosas son amadas y la gente es usada."

(John Green, Looking for Alaska)





Paige sonríe y seca sus mejillas, llevando fuera el maquillaje que antes ocultaba el montón de pequeñas pecas que se encuentran distribuidas en ellas. Me mira con una mirada en la que se mezcla la diversión y el enternecimiento. La pelirroja me ha escuchado relatarle como me encontré con Sydney y, a pesar de que ha sido la cosa más extraña debido a que apenas la conozco, he terminado mi pequeña historia con una pequeña sonrisa en mis labios.

—Es muy dulce que te preocupes por ella de la manera en que lo haces. —murmura. Afirmo con la cabeza en un intento por no hablar más del tema. Comienzo a sentir como si estuviera hablando con mi madre al respecto.

—Ahora es tu turno.

La pelirroja abre sus ojos verdes sobre mí, muerde su labio y comienza a hablar:

—No sé qué es lo que deseas saber exactamente... pero, creo que debería decirte que ella tiene veinticinco años y ha cumplido apenas en marzo esa edad. Um... Sydney consiguió una beca para estudiar en California y de alguna manera se las arregló para quedarse allá más del semestre que era planeado originalmente. Ella conoció a Adam allá, él estaba cursando último año de la preparatoria y Sydney apenas comenzaba la escuela. Mi hermana me llamó emocionada para contarme, tuve que confiar en la jovialidad de su voz al hablarme del chico apuesto que estaba intentando salir con ella. Las llamadas que prometió serían semanalmente, comenzaron a ser menos frecuentes. Una llamada al mes, cada tres meses y luego... nada. No supimos nada de Sydney en mucho tiempo, hasta que ocurrió su graduación y envió fotos por correo.

Frunzo el ceño. —Espera, ¿mucho tiempo sin saber de ella? Yo vi una foto de ella con su familia, en una playa... la tenía marcada como "Verano 2008". ¿Por qué dices que son tres años?

—Porque ella dejó de llamarnos después de esas vacaciones. Se graduó al verano siguiente y aun así no nos llamó... Nosotros éramos una familia pequeña y cuando Sydney dejó de contactarse con nosotros lo fuimos más. Ella llamó el día de su cumpleaños número veinte y cogí inmediatamente el teléfono. Casi habían pasado tres años desde la última vez que tuvimos noticias de ella. Entre sollozos, Sydney me relató lo que Adam le hacía. Él acababa de golpearla, una vez más y me dijo todo su plan. Sydney estaba decidida a huir, deshacerse de él de una vez por todas, abandonar su avance en la universidad y empezar de cero aquí, al lado de su familia, porque se dio cuenta que fue un gran error haberse dejado manipular por Adam para establecerse en California. —miro a sus manos temblorosas sujetando su vaso grande color azul marino. Noto dos sortijas en su mano izquierda: una de compromiso y la de matrimonio. Ella está casada y me cuestiono acerca de su edad. —Llegó a casa una semana después. Ocultamos la verdad acerca del motivo de su regreso a Londres después de tantos años, dejamos que mamá se concentrara más en el nieto que se estaba aproximando... —ella se ríe al notar mi expresión ante esas palabras. —No, tonto, hablo de mi hija.

—Perdón, creí que hablabas de que Sydney estaba-

—No, tranquilo. —lanza su mano en un gesto despreocupado. —Todo era felicidad, Syd y yo salimos de compras una tarde, la misma tarde en la que Adam llamó a casa e investigó acerca del paradero de mi hermana. Él dijo que llegaría a casa de mis padres pronto, porque quería darle una sorpresa a Sydney. Mamá no supo guardarlo y ella se enteró, se puso mal y las crisis nerviosas comenzaron a aparecer en frente de nuestra familia.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now