Capítulo 21

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"Cambios"




"Cada mañana me despierto y olvido sólo por un segundo que eso pasó. Pero una vez que mis ojos están abiertos, me entierra como un derrumbe de arena, rocas afiladas. Una vez mis ojos abiertos, soy pesado, como si hubiera mucha gravedad en mi corazón."

(Sarah Ockler, Twenty Boy Summer)




Cada vez que parpadeo puedo ver los dedos temblorosos de Sydney buscando en la mochila por las llaves del piso donde vive. La manera en que delicadamente las toma y las ubica en la entrada de la llave para finalmente abrirla. Todo en ella estaba alerta, a pesar de que ella fingió lo más que le fue posible para parecer que no le afectaba en nada.

—No voy a quedarme contigo, me siento... incómoda. No quiero parecer un bicho raro ahí en tu casa con cosas lujosas y relucientes.

Obviamente protesté como... diez veces que ella no era nada de eso y que yo estaba ofreciéndolo de buena manera porque bien, es más que obvio que me preocupo muchísimo por ella y todo lo que se relacione.

Pero aquí estoy, parado en el umbral de la puerta, esperando a que mi cerebro regrese al presente y deje de recordarme lo nerviosa que Sydney se pone en cuanto está cerca de algo relacionado a Adam.

¡Pero cómo no va a estarlo!, ¡el muy imbécil la golpeó aquí!

—Puedes... sentarte ahí, si gustas. No creo que haya algo que pueda ofrecerte pues era mi turno de hacer las compras y simplemente he olvidado hacerlas y- —Sydney continua hablando al mismo tiempo en que recorre a pasos cuidadosos el pasillo que la lleva a su habitación. Ya estuve aquí y se siente cien veces peor que aquel día.

Camino a través del piso alfombrado a sabiendas que debería quitarme los zapatos para no ensuciar la superficie pero no me molesto en hacerlo al notar que Sydney tampoco lo hace. Ella regresa de la habitación, yo estoy en el mismo sitio plantado de pie y mirando el desastre que ahora es toda la sala de estar y cocina; cristales rotos que bien pudieron pertenecer a platos, vasos, floreros o portarretratos. La televisión de pantalla plana también está en el suelo, así como los libros del estante.

Adam de verdad se volvió loco al notar que Sydney se había marchado.

Agradezco silenciosamente a dios por la oportunidad de escapar que obtuve ese día.

La rubia me mira, noto que ella me presta toda su atención por el rabillo del ojo y también me percato que sus zapatos siguen puestos.

—Siempre puedes tomar tus cosas y venir conmigo. —insisto, mostrándome como el rogón que no me gusta ser con las chicas.

—Si en el mundo existieran únicamente chicos como tú, esto sería una completa utopía. —suelta un suspiro y se encoge de hombros, caminando hacia la cocina. Finalmente decido moverme, cerrando la puerta detrás de mí y siguiéndola. —Pero en el mundo real sólo hay un Niall en el mundo y eso es tanto una cosa mala como una buena.

— ¿Ah sí? —arqueo una de mis cejas, Sydney se inclina para recoger un plato de cristal roto y tirarlo en el cesto de basura.

—Sí. Mira, no te ofendas pero eres terriblemente insistente y es genial porque no te rindes conmigo a pesar de ser un caso perdido. —se gira, con un envase de jugo a la mitad, ella lee la caducidad, hace una mueca de asco y lo coloca lejos. —Y el mundo sería terrible al estar lleno de chicos como tú.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now