Capítulo 36

733 79 7
                                    

"Lo que fue de él"



"Así, qué tal si, en lugar de pensar acerca de resolver tu vida entera, tú solo piensas acerca de añadir cosas buenas adicionales. Una a la vez. Sólo deja que la pila de cosas buenas crezca."

(Rainbow Rowell, Attachments)




Son cajas todo lo que me rodea. Mi vecino tiene su música de jazz en un volumen alto que se mezcla con mi vieja radio encendida en la primera estación que sintonicé hace mucho tiempo. No hay música de mi agrado, en realidad, raramente escucho música si me pongo a pensar en ello. Lo más cercano a escuchar música diariamente era estar con Niall porque no faltaría la ocasión en la que surgiera una canción espontánea según lo que estuviera ocurriendo en el momento...

No puede ser, de nuevo estoy cayendo en la melancolía.

Estornudo debido al polvo acumulado sobre los libros que traje de California cuando hui y pienso acerca de colocarlos dentro de la caja que he marcado como papelería o tirarlos porque no quiero estar relacionada nunca más a mi pasado.

Estoy siguiendo el consejo de Edna, voy a cortar de tajo todo lo malo y lo primero es salir de este apartamento que no hace otra cosa más que deprimirme diariamente porque me siento como en una prisión.

Hace más de una semana que no sé nada de Niall. Todo este tiempo resistiendo la tentación de ir a comprar una revista para ver si de casualidad hablan de él, o de pedirle a Sarah que me deje usar su computadora para buscarlo inmediatamente en internet.

En este lapso de tiempo tan corto y largo al mismo tiempo, también he decidido vender el apartamento y cosas que no volveré a usar nunca más, hablaré con el notario sobre los asuntos de la herencia y quizá moveré la mitad para Paige porque yo no necesito más conflictos en mi vida sobre esas cosas. Probablemente caeré en unos cuantos líos legales, pero pienso salir de ellos y retomar un nuevo rumbo en mi vida.

Tomo el sobre amarillento con fotos y las ojeo rápidamente, después deposito en la papelera metálica todas aquellas en las que Adam aparece y el resto va en el sobre de nuevo para ser colocado en la caja de papelería.

Ni siquiera sé a dónde voy a ir ahora que venda este piso en Londres. Está la casa de mis padres que me fue heredada, pero de verdad no me apetece acercarme a ella. Tengo algunos ahorros que me funcionarían para conseguir otro lugar y el dinero que reciba por la venta de este va a ser suficiente para que yo pueda vivir un tiempo sin necesidad de conseguir un empleo. Pero, ¿Qué voy a hacer después? No sé hacer nada que pueda utilizarse en un empleo serio y ni loca me acercaría a un restaurante para ser mesera por más tentadora que suene la idea.

Cierro la última caja y la aseguro con cinta adhesiva en la parte superior, después la acomodo encima de otras dos cajas de mayor tamaño. En la radio, pasan una canción que no me suena en lo absoluto, sin embargo, logro a distinguir la voz de Niall entre las demás del conjunto y me obligo a escuchar todo el verso que canta antes de apagarla.

Tomo mi lata de refresco y me recargo en el alfeizar. La ventana está abierta y el viento hace remolinos con mi cabello. El edificio de enfrente tiene ahora una peluquería y es contante el sonido de las maquinitas durante todo el día. La música de jazz es más fuerte y me pregunto qué habría sido de mi vida si no hubiera chocado con Niall.

Supongo que seguiría en el mismo agujero de siempre. Con mi rutina de todos los días, fingiendo que no recuerdo ni una sola cosa. Mi vida sería tan monótona, mucho más de lo que lo es ahora. Tendría que ver a Adam diariamente, fingiendo que nada pasó, que el abuso no fue más que un producto retorcido de mi imaginación, cayendo poco a poco entre sus redes de nuevo...

La melodía del teléfono celular que me vi en el deber de comprar me saca de mi ensimismamiento y voy hacia él. Es un mensaje de Sarah.

«¿Ya hablaste con Niall?»

Escribo en respuesta: «No, no me he atrevido a pulsar el botón verde de llamada, no quiero escuchar cuando me rechace, no quiero saber qué es lo que está pensando.»

Aunque en realidad me comen las ansias de saber qué es lo que piensa de mí. Quisiera saber si al menos piensa en mí.

«Ve y visítalo entonces, será más fácil que una llamada, al menos así se verá obligado al menos de decir algo...» Sarah propone y pongo los ojos en blanco. No es tan fácil, pero por supuesto para ella todo es tan sencillo como decirlo. Así que no le escribo una respuesta y jugueteo con la pantalla del teléfono. Me deja un poco anonadada ver el pequeño aparato entre mis manos y saber qué puedo hacer cientos de cosas con el mismo. Demonios, me perdí de mucho en cinco años inconsciente, tanto que me siento como en esas películas donde los personajes viajan a través del tiempo.

«Muy bien Sydney, entiendo que vas a ignorar a mis mensajes ahora que no has respondido. Pero, ¿sabes qué?, sé que vas a leerlos de todos modos..»

«¿Recuerdas que iba a darme una oportunidad con un hombre? Bueno, fui a un bar con él.»

«Sarah, de verdad no necesito que me restriegues tu interesantísima vida amorosa ahora mismo.» Escribo en respuesta, esperando que esa sea la única manera en que contenga sus mensajes con anécdotas que de alguna u otra manera no van a hacer otra cosa más que hacerme extrañar a Niall aún más.

«No iba a hacerlo... sólo iba a decirte que vi a Niall en el bar al que fuimos...»

Su mensaje provoca que mi dedo viaje a una velocidad cercana a la velocidad de la luz hacia el botón de llamada. Y su risa escandalosa es lo primero que escucho cuando ella responde.

— ¡Deja de burlarte de mí! —exclamo ligeramente enfadada. — ¿Estabas mintiendo?

—No, obviamente no estaba mintiendo. Yo no juego con ese tipo de cosas. —su risa desaparece y suelta un suspiro. —Estaba ahí, yo lo vi y creo que mi acompañante se molestó ligeramente conmigo por ser una buena amiga que se preocupa por ti.

—Oh no, Sarah, ¿Qué hiciste? —pido, esperando lo peor.

—Nada malo. Primero le pedí cambiar de asiento para así estar de espaldas a Niall y que no me reconociera... y al mismo tiempo funcionó para escuchar a escondidas su conversación con su pequeño grupo de amigos...

Y por media hora, Sarah habla sin descanso. Elevando la voz e imitando voces masculinas, a ratos dejándome colgada porque tiene que atender a su hija y luego regresando a mí para terminar su charla.

—Tiene planeado mudarse a Los Ángeles por un tiempo indefinido... cosas sobre su carrera musical y bla, bla, bla... —Sarah dice al final, dejando un momento de silencio para que yo pueda decir algo. Mi boca está abierta, pero la voz no sale a través de mi garganta.

—Lo voy a perder, Sarah. —me lamento y me dejo caer en el sofá, llevando mi mano libre a través de mi rostro. Un nudo se forma en mi estómago, ¿Por qué me está afectando tanto? ¿Por qué le tomo tanta importancia si ha sido él quien dio el ultimátum?

Porque lo quiero, lo quiero tanto como a nadie en mucho tiempo. No puedo decir si alguna vez sentí esto por Adam o cualquier otro chico.

—Vamos Sydney, no pienses en esas cosas, si te enfocas en que todo salga bien... así será. No puedes quedarte en casa, recostada todo el día mientras miras su fotografía y te lamentas porque no vas a tenerlo nunca más contigo. ¡Eso no haría la Sydney que conozco!

Claro que la Sydney que ella conoce no es más que un fragmento de lo que en realidad soy. Porque la Sydney que ha conocido a lo largo de un año es solo una llorona que se ocultó en una muy trabajada farsa que funcionó bien para todos.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now