Capítulo 31

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P A R T E    D O S


"California"




"Puede que parezca confiada y habladora pero paso la mayor parte de mi tiempo riéndome de chistes que no me parecen graciosos, diciendo cosas que realmente no quiero decir. Porque al fin y al cabo eso es lo que todos estamos tratando de hacer: encajar, de una u otra manera tratando desesperadamente de fingir que todos somos iguales."

(Tabitha Suzuma, Forbidden)





2006, California E.U.

El calor se pega a mi piel, pequeñas perlas de sudor se forman en mi rostro y tengo que tomar mi cabello largo y oscuro en un moño desordenado que es para nada glamuroso al acomodar mis prendas de ropa en el pequeño armario de la habitación. Quiero ser una Sydney diferente a la que dejé en casa. He aprovechado mi buena racha en la escuela para conseguir un intercambio a mediados de mi preparatoria y he conseguido llegar hasta California, en Estados Unidos. No estoy en Los Ángeles, pero es muy cercano a ello aquí en San Diego. Sin embargo, lo importante es solo una cosa: estoy lejos del caos que es mi familia.

Porque mientras Paige intenta revelarse al no desear estudiar economía, como mis padres siempre le han pedido que haga para que continúe con la empresa de la familia, mamá no hace otra cosa más que llorar porque no sabe qué ha hecho mal para que su hija mayor le trate de esa manera. Y en el transcurso de gritos y reclamos entre ellos, yo soy nada más que un cero a la izquierda, alguien a quien no recuerdan hasta que necesitan algo y solo para un objetivo específico: descargar toda la furia reprimida, esos sentimientos negativos y la presión sobre una sola persona.

Y tal vez, a mis dieciséis años, soy demasiado menor para intentar alejarme de mi familia, pero estoy intentándolo. Convencí a mis padres de firmar el permiso para el intercambio con la excusa barata de que es una oportunidad para mejorar y ahora estoy a miles de kilómetros lejos de mi hogar, todo un océano de separación para vivir en un piso que mis padres siguen pagando, pero un día de estos lograré independizarme por completo.

No estoy cerca del mar, pero caminando puedo llegar. Debería tomar un rato en el sol para eliminarme de mi piel permanentemente blanca. Así que decido hacerlo y en menos de media hora estoy sentada sobre una toalla en la arena, y bajo la sombra de una sombrilla porque me ha dado pendiente asolearme como era planeado que hiciera.

Un balón de voleibol a rayas blancas, azules y amarillas golpea mi sombrilla y la manda lejos. Un grupo de chicos se ríe y comienzan a aventarse entre sí para mandar a uno del grupo a recogerla y enmendar lo que han provocado. No les presto mucha atención. Me siento un poco intimidada por ellos, he tenido un solo novio en mi vida y no es que fuera una santurrona, pero el cuerpo musculoso de un adulto joven es algo... nuevo para mí. Y yo sigo siendo una adolescente en desarrollo en un traje de baño de una sola pieza con unas grandes gafas cubriendo mi rostro. Debo parecer una niñita que espera a sus padres, o algo como eso, por eso deben reír ellos... parecen universitarios.

El más joven de ellos se acerca, golpeando a uno en el estómago y dirigiéndose en mi dirección. Estoy poniéndome de pie para tomar la sombrilla. Debería ir a casa, prepararme para mañana empezar mis clases, mi nueva vida.

—Perdona linda, ellos son unos imbéciles infantiles. —su acento es diferente a todo lo que había escuchado antes. Luce desenfadado al intentar de poner de regreso en su sitio la sombrilla y un short de traje de baño cuelga de sus caderas. Los músculos de su estómago son visibles y definitivamente luce como uno de los modelos de las bolsas de la tienda Hollister con su cabello rubio. Está sumamente bronceado y suda, pero no es desagradable... es atractivo. Mierda, debo concentrarme a no mirarle tanto y dejar de babear.

—Claro. —mi voz es un susurro y él sonríe, blancos y alineados dientes perfectos se muestran, recordándome el hecho de que yo sigo utilizando el aparato por las noches.

—Oh, tienes un lindo acento británico. ¿Vacaciones en San Diego? —toma el balón de voleibol en sus manos y lo gira con un dedo como los basquetbolistas. Conozco este tipo de chicos, es un engreído total, pero me gusta.

Me río. No sé porque lo hago. —No, de hecho, voy a estudiar aquí.

Él vuelve a sonreír. —Eso es magnífico, te vas a enamorar de la ciudad. Y quizá, podrías enamorarte de mí en una de esas. —bromea y suelta una risa profunda. —Soy Adam, vivo aquí y voy a comenzar la universidad. ¿Qué hay de ti?

Mierda, él tiene dieciocho o diecinueve años. Y yo dieciséis. Esto es interesante y amenazador al mismo tiempo.

Le comienzo a hablar un poco más de mí, con más confianza mientras él toma lugar en mi toalla, bajo la luz del sol. Charlamos por horas mientras sus amigos siguen jugueteando en la arena con el balón, fingen jugar voleibol cuando solo están ahí, mirando a las chicas voluptuosas pasar con sus pequeños bikinis.

—Debo volver a casa ahora, Adam. Tengo que desempacar algunas cosas todavía. —me excuso notando el sol en el horizonte. Debo llegar a mi piso antes de que oscurezca, no soy fan de ir por ahí en la oscuridad, sola.

—Te acompaño. —dice. —Claro, si no te molesta. —se encoge de hombros y se pone de pie, ayudándome a que lo siga. Guardo mis cosas en el bolso de playa y me pongo sobre el traje de baño un short de mezclilla y tomo las sandalias en mis manos.

—Ha sido un inmenso placer conocerte, Syd, ¿Cuándo puedo encontrarme contigo de nuevo? —dejo de buscar en mi bolso por mi copia de las llaves. Adam se inclina contra mí, colocando una mano sobre la pared y a un lado de mi cabeza, acercándose a mi rostro. Puedo inhalar su esencia, huele a agua de mar y colonia de caballero. —Eres absolutamente hermosa, Syd. —Y me besa, embelesándome, haciendo que caiga por completo en sus redes. Otra mano va por encima de la cinturilla de mi short, presionando sus dedos contra el material de mi traje de baño. Es un beso intenso para que solo hayan pasado unas cuantas horas de conocernos.

Y ese pequeño instante fue suficiente para que yo cayera en las redes de Adam y que me enamorara inmediatamente porque yo estaba buscando a alguien en quien confiar con desesperación. Yo quería encontrar ese cariño y confort que me había hecho falta por años.


Salir con Adam me llevó rápidamente a colocarme en los escalones más altos de la pirámide social dentro de una sociedad escolar. Mi apariencia pálida y escuálida cambió, mi confianza subió exponencialmente y yo me comencé a sentir inalcanzable. Yo tenía todo; buenas notas, popularidad, un novio atractivo que me consentía por todo.

Mi vida se convirtió en una rutina que no me molestaba en lo absoluto; ir al colegio, esperar ansiosamente a que llegara la hora de salida para encontrar a mi novio en el estacionamiento recargado contra su auto, esperando por mí con un profundo beso y una rápida manoseada de su parte que me hacía reír y golpearlo. Pasar la tarde entera con él, a veces visitándolo en sus entrenamientos, otras en su cuarto en la fraternidad viendo la televisión y hablando de cualquier tontería, fiestas y fiestas.

Como dije antes, me sentía en la cima del mundo.

Y lo estaba.

Yo era la reina de todo.


Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now