Capítulo 12

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"Recuerdos de medianoche"


"Es posible no cometer errores y seguir perdiendo.

Eso no es una debilidad; eso es la vida."

(Jean Luc Picard)




De un momento a otro termino contándole todo a Sydney, no porque ella lo pide, sino porque creo que es lo correcto. Además, no deja de mirar a la foto que mencionó antes y decir cosas que hacen que mis mejillas se calienten aun cuando yo no quiero que pase eso.

"Te ves tan pequeño", "¿Cuántos años tenías ahí?", "Noooo", "Luces menor que eso", "Los otros chicos se ven atractivos, pero sigo prefiriendo como luces tú", "Me hubiera gustado conocerte antes de que todo ocurriera."

Y eso último es lo que me deja pensando más y más, hasta que siento que se taladra un agujero con cada ocasión que pienso en el significado de esa frase.

Coloco un tazón con palomitas de maíz y dos latas de refresco sobre la mesa de centro. Sydney se ha apoderado del control remoto y se debate entre seguir viendo la trasmisión de La mecánica naranja o colocar una película en Netflix.

—Vas a quemar la televisión en algún momento. —me burlo. Ella levanta sus piernas, las encoge y las abraza, colocando su barbilla sobre la parte superior de sus rodillas y dejando salir un sonoro suspiro. — ¿Todo bien?

—Sí, sí. Yo solo estaba... pensando. —cierra los ojos, presionando después su cabeza contra sus rodillas. Es asombrosamente flexible, creo.

Sé que está sucediendo. He presenciado esto antes y me aterra hasta la mierda no saber qué hacer en estas circunstancias.

—No vayas ahí. —susurro. —Sydney, por favor. —pido. —Concéntrate en mi voz, mírame.

Comienzo a tararear e intento hacer que me mire. Sus ojos están llenos de miedo y aún en la titilante luz de la televisión noto el verde de sus ojos llenos de ese sentimiento que debe odiar tanto y que a mí me parte el corazón.

Me acerco, arreglándomelas para colocarla en mi regazo y acariciar su cabello mientras sigo cantando en voz baja. Ella parece tranquilizarse, al menos no llora, solo aprieta sus ojos mientras que pequeñas negaciones salen de sus rosados y temblorosos labios.

Canto para ella hasta que siento que ha dejado de temblar. Joder, ¿Por qué demonios no investigué antes sobre sus síntomas? Sé que ella pierde la memoria y también que tiene estos raros episodios, debería consultar con algún psicólogo para saber cómo actuar en estos casos.

— ¿Sydney? —pregunto y no obtengo respuesta.

—Ya no quiero que esto esté ocurriéndome Niall, no frente a ti. —susurra. —Me siento tan apenada.

Suelto un suspiro, y acaricio su cabello, después llevo tentativamente mi mano a su rostro, solo en la frente para retirar el cabello que ha salido de su moño y cae en su cara. Ella quizá no recuerda que esto fue lo mismo que me dijo la última vez que estuve presente en uno de sus episodios.

—Quiero ayudarte, Sydney. —murmuro. Ella se acomoda en mi regazo, me mira y sonríe con tristeza. Su dedo índice traza el contorno de mis labios, toma mi barbilla y jala mi rostro para acercarlo al de ella. Su respiración caliente entra en contacto con mi piel.

—Eres muy dulce, Niall. No te merezco en lo absoluto. —susurra.

Ignoro sus palabras, ignoro su habilidad por sacar temas de la nada y mandar lejos el tema anterior, ignoro la pizca de reconocimiento en sus ojos verdes, ignoro su frío y tembloroso tacto. En cambio, me inclino sobre ella, colocando mis labios sobre los suyos que son notablemente más voluptuosos que los míos. Indeciso, juego un instante y me debato entre continuar o no, pero ella toma la iniciativa y coloca sus manos detrás de mi cuello entrelazándolas. La tenue oscuridad nos rodea mientras nuestros labios entran en contacto. Es un beso dulce, casto, que involucra solo nuestros labios y me llena de una curiosa sensación que siento voy a extrañar cuando termine.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now