Capítulo 16

1.3K 112 9
                                    

"Notas para no olvidar"




"¿Sabes qué mereces? Mereces algo mejor.

Muchas cosas te han pasado: ya sea un mal rompimiento, problemas familiares, amigos, lo que sea que es... has ido a través de ello. Lo has intentado por mucho y estoy orgulloso de ti.

De verdad mereces el mundo y desde que nadie puede darte eso ahora, encuentra alguien que podrá, discúlpate, perdona pero no olvides, encuentra nuevos amigos. Unos que hagan planes contigo y liberen su tiempo para darte atención.

Tú mereces todas las cosas buenas y ni por un segundo pienses que no vales la pena porque tú me recuerdas al sol, tú te escondes pero siempre regresas incluso más hermosa que antes."

(anónimo)




Son las once de la mañana y Sydney continúa dormida en mi habitación, yo no he podido conciliar el sueño a pesar de que ahora me encuentro más tranquilo sabiendo que ella está en un lugar donde nada podrá hacerle daño. Y soy el iluso más grande pensando eso porque no hay nada que haga más daño que nuestra propia mente, pero de eso, yo no puedo salvarla.

Miro a mis notas sobre la mesa, todas las observaciones que he hecho sobre el comportamiento de Sydney en una lista y datos que me otorgó la amiga de Laura para ayudarme a entenderlo todo. Mi portátil está abierta, lista para buscar lo que sea que tenga que buscar.

Maldición, yo no tengo la disciplina suficiente para centrarme en una sola tarea y llegar al fondo de ella como me gustaría. Hay muchos cabos sueltos, ¿Por qué sigo haciendo esto?

Resoplo y empujo todo hacia atrás, cerrando la portátil y aplastando mi cabeza contra la superficie de la mesa. He tirado algunas cosas en la acción así que decido levantarlas. Un par de papeles y la libreta que saqué de la habitación de Sydney ayer.

Juego con el elástico que ayuda a que se mantenga cerrada, sintiéndome como un niño haciendo una travesura al registrar en el bolso de su madre. Con las yemas de los dedos toco los bordes y finalmente la abro, dejando caer un par de fotografías polaroid de una Sydney joven, sonriente y de cabello oscuro. Sus ojos están ocultos por unas gafas de sol y apuesto a que son más hipnotizantes que nunca. La coloco sobre la portátil cerrada y miro a la otra fotografía: la familia de Sydney.

Todos junto a la playa y supongo que Sydney fue quien la tomó porque no aparece en ella. Solo una mujer de mediana edad, mucho más joven que mi madre y con cabello pelirrojo, que sostiene a un niño no mayor de cinco años en los brazos que intenta zafarse del agarre para saltar a su padre a la derecha; un hombre alto y fornido con un sombrero de pesca en su cabeza y una playera hawaiana. Atrás de la familia, hay una chica saltando, su cabello es tan pelirrojo como el de la mujer mayor y sonríe porque ha logrado colarse a la foto, quizá, también es parte de su familia. Giro la fotografía, descubriendo la misma caligrafía que estuvo en mi mano por un día: «Tenby, 2008»

—Fue el mejor verano de mi vida. —Sydney habla detrás y la polaroid resbala de mis manos. Ella suelta un suspiro, llegando a la mesa y tomando fuera una de las sillas, me percato que se ha vestido con lo que llegó por la madrugada –cosa que me tomé a la tarea de echar en la lavandería– y lleva su cabello rubio en un moño alto. Carraspea. —Quiero decir, todos se ven felices en la fotografía... —hace una pausa, notando el cuaderno de rayas blancas y verdes. —Lo reconozco, pensé que había perdido ese.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now