Capítulo 29

975 83 9
                                    

"Sueños rotos"





"Las vidas de nadie encajan juntas. Encajar juntos es algo en lo que trabajas. Es algo que tú haces que suceda – porque se aman el uno al otro."

(Rainbow Rowell, Landline)





Me balanceo de un lado a otro, las manos en lo alto con una botella en una de ellas. La música es fuerte y se siente como si reventara mis oídos, una de esas mezclas que te hacen moverte incluso cuando no deseas hacerlo porque inconscientemente sabes que sí quieres bailar.

No estoy completamente ebrio, sin embargo no estoy sobrio.

Estoy en ese intermedio, una línea tan frágil que puedo romper con una cerveza más y al no haber alguien conocido acompañándome –eso creo–, es posible que pueda tomar una más, o dos, o tres. La noche sigue pareciendo joven para mí.

Todos gritan cuando el DJ pide que lo hagamos, yo estoy entre ese conjunto de personas ruidosas, es probable que sea yo quien hace tanto ruido. Las chicas van y vienen para bailar conmigo, intentar coquetear y llevarme a una cabina, una mesa en la cual intentar charlar, conseguir mi número y un par de besos. Yo no estoy para eso, Sydney está profundamente arraigada en mí.

Saber que estoy en un bar es sencillo con todos los teléfonos celulares y el internet por doquier, noto algunos flashes de las cámaras que no me quitan la diversión, me escabullo dentro del grupo de personas bailando y lo único que me ilumina ahora son las luces neón del lugar.

Llegué a la discoteca después de una tarde tranquila. Comí algo de comida preparada –pizza que ordené a domicilio–, bebí una cerveza y después de notar que en la televisión todo era basura, llamé a algunos de mis contactos con que acostumbro salir al campo de golf y me reuní con ellos. Bebimos cerveza después de nuestro juego y acudimos al lugar en que me encuentro ahora. ¿Dónde están ellos ahora? Eso no lo sé y es probable que ya hayan vuelto a casa, o que encontraron una chica con la cual pasar la noche.

Secretamente, bajo mi sonrisa ebria y mis movimientos energéticos y torpes, estoy deseando que Sydney estuviera aquí, bailando conmigo o mirándome bailar, hacer el ridículo o lo que sea que esté haciendo en este preciso instante. Ella se reiría fuerte y yo haría más movimientos tontos solo para hacerle reír más. Es posible que en dado punto ella me arrastrara fuera de la pista y me pidiera un vaso de agua mineral porque estoy demasiado ebrio, porque se preocupa por mí. Entonces escucharíamos la música fuerte que nos impide tener una conversación arriba en una cabina personal donde nadie más podría interrumpir nuestras persistentes miradas en el otro. Sus ojos verdes, hipnotizantes y brillantes, delineados con esa oscura línea de maquillaje que ella temprano habría colocado porque sabe que las chicas suelen maquillarse de esa manera para ir fuera a las discotecas. Sydney probablemente hasta estaría utilizando un vestido acorde al lugar. Ella sería el centro de atención de las miradas masculinas no deseadas, así como también las de algunas chicas.

Mierda, estoy extrañándola.

Sacudo mi cabeza cuando una chica pelirroja con un vestido poco arriba de su muslo se acerca, intentando bailar conmigo y hago un intento por salir de la multitud. Me tambaleo, recibo golpes de las personas que se sacuden sin control y me quedo sin aliento cuando uno de tantos codos se estrella contra mi estómago con fuerza. Decido que es inteligente bajar los brazos y que la botella tiene menos importancia que mi bienestar físico.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now